Un día paseaba por la ciudad un próspero comerciante hindú y
se encontró con un mendigo que pedía una limosna.
Sintió lástima de ese pobre hombre y le dio dos monedas.
Al finalizar el día, se volvieron a reencontrar cerca de la plaza
y el comerciante le preguntó:
¿qué has hecho con las dos monedas de esta mañana?
A lo que el mendigo respondió:
Con la primera me he comprado pan, para tener de qué vivir,
con la segunda me he comprado una rosa, para tener por qué vivir.
Las personas necesitamos dar un significado a lo que hacemos. Vivir sin metas, sin significado, valores o ideales acaba provocando dolor, depresión, insatisfacción, enfermedad…incluso algunas personas en casos extremos pueden llegar al suicidio. Paradójicamente también conocemos muchos casos de personas que próximas a la muerte, deciden vivir lo que les queda plenamente para ser coherentes con su propósito de vida.
Darle un sentido a lo que hacemos es fundamental. En algún momento de nuestra vida nos formulamos preguntas del tipo: ¿Para qué vivir? ¿Qué sentido tiene mi vida? ¿De acuerdo con qué principios tengo que vivir? Si al final tengo que morir, ¿qué sentido tiene vivir?. Estas cuestiones pueden llevar a ciertas personas a una crisis de significado, a cuestionarse si vale la pena seguir viviendo. Experimentan el sentimiento de que a pesar de tener muchas cosas, en realidad no aspiran a nada. Desgraciadamente, algunas personas mayores, que se han jubilado, que toda su vida la han dedicado a trabajar, el día que las jubilan pueden pasar por momentos difíciles si antes no han ido enfocando esta nueva etapa de su vida. Otras personas pueden llegar a esta crisis por no sentirse útiles para nada ni para nadie… Creo que la mayoría de personas no somos conscientes del gran dolor y desesperación que puede conllevar para muchas personas esta falta de significado en sus vidas.
Parece ser que los seres humanos necesitamos ideales, metas u objetivos que nos inspiren y aporten significado a nuestras vidas. Desde otro punto de vista también vale la pena tener en cuenta cómo percibimos los hechos que nos acontecen. Cuando podemos dar significado a las cosas, por muy dolorosas que sean, éstas se vuelven más tolerables. No nos gustan pero lo entendemos la situación y comprenderla nos permite aceptarla. Cuando la aceptamos elegimos que hacer con ella. Por ejemplo, una persona a la que le han diagnosticado un cáncer y esto la lleva a replantearse su vida, después de la conmoción inicial. Decide darle un sentido a esta grave situación “tenía que pasarme para que me parara y tomara conciencia de lo que estoy haciendo con mi vida…ahora que lo he superado…voy a ofrecerme de voluntaria para ayudar y dar esperanza y confianza a otras personas que estén pasando por la misma situación que yo he superado”.
El significado hace referencia al sentido, a la coherencia. En el fondo cuando hablamos de buscar el significado estamos hablando de buscar coherencia y sentido. Significado también tiene connotación de importancia o consecuencia. ¿Cuál es el significado de mi vida? ¿Qué sentido le doy a mi vida?.
El propósito, del latín proposĭtum, hace referencia a la intención, la función, objetivo o meta que se quiere lograr. Es proponernos deliberadamente una acción. Cuando nos preguntamos ¿cuál es mi propósito en la vida? estamos indagando sobre cual es nuestro rol o función, estamos indagando sobre nuestra finalidad. Por ejemplo: “Mi propósito es comprometerme con mis estudios universitarios para ser un excelente profesional”, “Mi propósito en la vida es construir junto a mi familia un hogar”, “Nuestro propósito es preservar la empresa para hacer una contribución a la sociedad”… Cómo dice Viktor Frankl, dar un propósito a nuestras vidas tiene poderosas consecuencias: ganas de vivir, realización y satisfacción, ausencia de ansiedad ante la muerte, libertad de elección, responsabilidad, esfuerzo por encontrarle sentido a la existencia personal, deseo de conseguir nuevos objetivos, estar en movimiento, determinación para dar sentido al futuro, aceptación de las potencialidades futuras.
El significado de nuestra vida abarca un propósito: Vivir la vida como si tuviéramos una misión que cumplir
Quizá podamos soslayar la pregunta ¿por qué vivo? Pero hay una pregunta que tarde o temprano llamará a mi puerta: ¿cómo vivir mi vida?. Se trata de lograr una existencia plena y no existir por inercia. Cuando no podemos darle un sentido a nuestra vida, lo que hacemos es buscar “mediante un rodeo” como dice Viktor Frankl, un sentimiento de felicidad, que a veces pasa por el consumo de ciertas substancias (alcohol, drogas) para llenar el vacío, la frustración. La pregunta que algunas personas podrían hacerse es: ¿Es posible elaborar un sentido? Según el mismo autor: “El sentido no puede inventarse, sino que debe descubrirse. Para huir del malestar que provoca el vacío somos capaces de inventárnoslo y corremos el peligro de pasar por alto el verdadero sentido”. El sentido puede buscarse y la guía que nos ayudará a encontrarlo será la conciencia, la capacidad de averiguar el sentido singular y único en cada situación.
Para ilustrar este tema me gustaría hablar de un personaje: Orestes, protagonista de Las moscas, drama teatral de J.P. Sartre. Orestes habiendo sido criado en Argos, regresa a su tierra para encontrarse con su hermana Electra y juntos vengan la muerte de su padre, en manos de su madre y del amante de ésta. Orestes busca un significado y un propósito al regresar a su hogar, a sus orígenes. Entra en crisis al cuestionarse los valores dictados por los dioses y lo que hasta ahora había tenido significado para él deja de tenerlo y conecta con el vacío para finalmente dar un salto hacia el compromiso, a la acción. Hacia un proyecto. Se desprende de las falsas seguridades y del pseudobiensetar: … “Tan sólo ayer, andaba yo por el mundo despreocupadamente; miles de caminos recorrí que no conducían a parte alguna pues eran caminos de otros hombres… Hoy tengo delante un solo camino y el cielo sabe donde conduce. Pero es mi camino…cada hombre debe encontrar su propio camino”. Cuando Orestes toma de la mano a su hermana para comenzar su viaje, Electra le pregunta: “¿hacia dónde?”, y Orestes le responde: “Hacia nosotros mismos. Más allá de los ríos y las montañas hay un Orestes y una Electra que nos están esperando, y tenemos que encontrar pacientemente el camino para llegar hasta ellos”. De aquí surge su propósito final: la autorrealización.
Para Sartre, el ser humano crea su propio significado y después se compromete plenamente a cumplirlo. La ética de Sartre, a través de Orestes nos habla de compromiso, de servir a los otros, de restaurar la dignidad al hombre y de alcanzar la libertad.
Una fuente importante de significado para todas aquellas personas que quieren ayudar a los demás es el altruismo. La creencia de que es bueno dar, ser útil a los demás y mejorar el mundo, es una extraordinaria fuente de significados. Karls Jaspers decía: “El hombre se ha convertido en lo que es, gracias a las causas a las que se ha adherido”. Existen muchos tipos de causas: la familia, la política, la investigación científica, la igualdad entre los sexos, las injusticias sociales, un mundo más ecológico…. Sin embargo, para que así sea, como dijo Will Durant, “para dar sentido a la vida, se debe elevar al individuo por encima de su nivel original y hacerle cooperar en un esquema más amplio: transcendencia de uno mismo, altruismo, creatividad…La creatividad se equipara con el altruismo en el sentido de que muchas personas procuran ser creativas para descubrir la belleza a los demás”.
No existe ninguna situación, ninguna persona que no tenga la posibilidad de cumplir un sentido único y singular. Cada uno de nosotros buscamos un sentido y lo descubrimos en lo que hacemos y creamos, en amar a alguien o luchar por una causa. Incluso podemos descubrir un sentido en situaciones desesperadas, donde nuestra actitud y carácter nos permitirán transformar el malestar, la culpa, el fracaso, un callejón sin salida o incluso en la muerte. Vivimos un momento peculiar, donde la educación, hoy más que nunca ha de estar dirigida a la responsabilidad de encontrar y dar sentido a lo que hacemos. Tenemos la responsabilidad de distinguir entre lo que es esencial y lo que no lo es, entre lo que tiene sentido y lo que no lo tiene.
Hermínia Gomà
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