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La solidaridad hace mas felices a las personas y vivir mas tiempo



Las personas que practican actividades de voluntariado viven durante más tiempo que aquellas que no lo hacen. Eso sí, siempre y cuando sus motivos sean ayudar a los demás, según un estudio publicado hace poco en la revista Health Psychology que también reveló que los voluntarios que optan por ayudar por "satisfacción personal" o para "sentirse mejor consigo mismos" no obtienen ningún beneficio sobre su salud.

Sara Konrath y sus colegas de la Universidad de Michigan (EE UU) llegaron a estas conclusiones tras trabajar con 10.000 sujetos de diferentes edades y comprobar que en un plazo de 4 años las posibilidades de sobrevivir eran un 3% superiores entre aquellos que practicaban el voluntariado. Konrath atribuye este aumento de la longevidad a que al preocuparnos por los demás ?se desactiva las respuesta de estrés del organismo y se liberan hormonas como la oxitocina que restablecen la función fisiológica normal?.

La solidaridad reside en el cerebro
¿Es usted solidario individualista? La diferencia entre ambos rasgos de la personalidad reside en laamígdala, una estructura cerebral de la que también brotan emociones como el miedo o la rabia, según un estudio publicado en la revista Nature.
La forma en la que las personas prefieren dividir los recursos entre ellos mismos y otros es una característica estable de la personalidad. Los individuos prosociales, que suelen trabajar de forma que benefician a otros, prefieren maximizar los recursos para sí mismos pero también les gusta que otros tengan recursos similares. Los individualistas, por el contrario, prefieren maximizar recursos para sí mismos con independencia de la cantidad existente para los demás.



Para averiguar de qué modo optamos por una u otra actitud, científicos japoneses del Instituto de Neurología de la Universidad de Tamagawa pusieron en marcha una serie de experimentos. Los resultados mostraron que a las personas prosociales no les gustaban los escenarios injustos y respondían de forma acorde mientras que las decisiones de las personas individualistas no se veían influidas por lo justa que fuera la situación. Los investigadores descubrieron que la actividad en la amígdala del cerebro difería entre estos dos grupos, con una mayor actividad en las personas prosociales que mostraban aversión a la desigualdad.

El hallazgo descarta las teorías anteriores que sostenían la existencia de una respuesta automática egoista, que considera el beneficio de uno mismo, y que es el córtex prefrontal el que controla ese impulso y nos convierte en individuos solidarios.
El altruismo y el sentido de la justicia aparecen antes de aprender de hablar
Un estudio de la Universidad de Washington (EE UU) demuestra vez que el sentido de la justicia y el altruismo surgen con tan solo 15 meses de edad., mucho antes de lo que se pensaba. Según publican Jessicca Sommerville y sus colegas en la revista PLoS ONE, en una serie de experimentos con medio centenar de niños comprobaron que los bebés perciben a estas edades las diferencias entre la distribución igual y desigual de la comida. Concretamente, mientras los bebés observaban cómo se repartía galletas o leche, se daba el fenómeno de "violación de las expectativas", que hacía que los niños pasaran más tiempo mirando la comida cuando las cantidades del reparto les sorprendían. 
Por otra parte, para analizar si el sentido de justicia de los bebés está relacionado con su voluntad de compartir, los investigadores hicieron una segunda prueba en la que les pedían compartir un juguete a elegir entre uno favorito y otro más sencillo. Y observaron que los bebés que eran más sensibles a la distribución equitativa de los alimentos también fueron más dados a compartir su juguete preferido. Concretamente el 92 por ciento de los bebés que compartieron su juguete favorito pasaron más tiempo mirando a la distribución desigual de los alimentos, mientras que el 86 por ciento de los bebés que compartieron el juguete que menos les gustaba se extrañaron más cuando se produjo una distribución justa. Los científicos concluyen que las diferencias en la tendencia al comportamiento altruista aparecen a edades muy tempranas, y que los educadores deberían tenerlo en cuenta.


Autores: Elena Sanz