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Un texto simple

Un texto muy simple y a la vez maravilloso. Conviene imprimirlo y leerlo todos los días.
Lo escribió una anciana de noventa años de edad, oriunda de Cleveland, Ohio, USA:


A fin de festejar mi madurez, me senté a escribir las 40 lecciones que aprendí de la vida:
1.     La vida no es justa, pero a pesar de todo es bastante buena.
2.     Cuando tengas alguna duda, simplemente da el primer pasito.
3.     La vida es demasiado breve como para desperdiciarla odiando gratuitamente…
4.     Tu lugar de trabajo no te va a atender cuando estés enfermo. Pero tus amigos y tus padres sí, así que mantente en contacto.
5.     Paga a tiempo todas tus deudas.
6.     No tienes que salir ganando en todas las discusiones. Está de acuerdo con el desacuerdo.
7.     Llora junto a otra persona. Es mucho más eficaz que llorar solo.
8.     Está bien hablar con Dios. Él nos escucha.
9.     Empieza a ahorrar para cuando te jubiles, empezando con el primer sueldo que recibas.
10.  En lo que a chocolates se refiere, no vale la pena resistirse.
11.  Haz las paces con el pasado para que no interfiera en tu futuro.
12.  Está bien que tus hijos te vean llorando.
13.  No compares tu vida con la de los demás. Nunca se puede saber…
14.  Si hay una relación interpersonal que hay que guardar en secreto, no formes parte de ella.
15.  Todo puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos. Si te mereces algo, Dios te lo va a dar.
16.  Respira profundamente. Es muy tranquilizante.
17.  Descarta todo aquello que no uses, o no sea bello o no te cause alegría.
18.  Todo lo que no te mata, en realidad te fortalece.
19.  En lo que se refiere a hacer las cosas que te gustan en la vida, nunca aceptes “no” por respuesta.
20.  Usa las velas más bonitas, la ropa más bonita, la fragancia más bonita. No guardes nada para una “ocasión especial”. Hoy es ese día especial.
21.  La erudición que obtiene la persona nadie puede quitársela.
22.  Nadie está encargado de tu felicidad, fuera de ti mismo.
23.  Sé extravagante hoy. No esperes a la vejez para empezar a usar ese traje violeta.
24.  Toma las así llamadas “desgracias” en la debida proporción. ¿Acaso dentro de cinco años todavía van a tener importancia?
25.  Perdona a cada persona por cada cosa que te hace.
26.  Que no te importe lo que los demás piensen de ti.
27.  El tiempo lo cura casi todo. Dale tiempo.
28.  Por peor que pueda ser una situación, al final va a cambiar.
29.  No te tomes a ti mismo tan en serio. Los demás tampoco se toman en serio.
30.  Cree en los milagros.
31.  Dios te ama, porque así es Él. No porque Le hayas hecho o no hayas hecho algo.
32.  Envejecer es muchísimo mejor que la otra alternativa (morir joven).
33.  Al fin y al cabo, lo único verdaderamente importante es el amor.
34.  Sale a dar un paseo todos los días. Hay milagros en todas partes.
35.  La envidia es una pérdida de tiempo. Ya tienes todo lo que necesitas.
36.  Lo mejor todavía no llegó.
37.  No importa cómo te sientas – levántate, vístete y sal de la casa.
38.  La vida no viene envuelta de regalo, pero sí son un regalo.
39.  Los amigos son los familiares que nosotros mismos elegimos.
40. Se estima que el 93 % de las personas que reciban este mensaje no lo van a difundir.

Forzar a que suceda algo... Deja de tratar que suceda algo.

Deja de tratar que suceda algo.
Dejar de hacer, tanto si esto te está desgastando o con ello no estás logrando los resultados deseados. Deja de pensar tanto en ello. Deja de preocuparte por ello. Deja de estar tratando de forzar, de manipular, de obligar o de hacer que suceda.
Hacer que sucedan las cosas es controlar. Podemos tomar una acción positiva para ayudar a que sucedan las cosas. Podemos hacer nuestra parte. Pero muchos de nosotros hacemos más que nuestra parte.
Sobrepasamos los límites de cuidar y hacer nuestra parte y nos embarcamos en una conducta controladora, coercitiva, de cuidar excesivamente a los demás.
Controlar es autoderrotista. No funciona. Al ofrecernos demasiado para hacer que suceda algo, de hecho podemos estar impidiendo que ocurra.
Haz tu parte relajadamente, con armonía, en paz. Luego, déjalo ir.
Simplemente déjalo ir. Oblígate a dejarlo ir si es necesario. “Actúa como si”.
Pon tanta energía en dejarlo ir como las has puesto en tratar de controlar. Obtendrás mucho mejores resultados.
Puede que no suceda. Puede ser que ocurra de la manera como nosotros queríamos y esperábamos. Pero nuestra conducta controladora tampoco hubiera logrado que sucediera.
Aprende a dejar que las cosas sucedan, porque así ocurrirá, de todas maneras. Y mientras esperamos a ver qué sucede, estaremos más felices y también lo estarán quienes nos rodean.
“Hoy dejaré de forzar a que sucedan las cosas. En vez de ello, permitiré que las cosas ocurran de manera natural. Si me sorprendo tratando de forzar eventos o de controlar a la gente, me detendré y descubriré una manera de desapegarme”.
(Melody Beattie de su Libro El Lenguaje del Adiós).

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El poder de la mente

¿Qué entendemos por el poder de la mente?


Es evidente que la detección precoz de un problema, especialmente si ese problema tiende a enredarse con el tiempo, permite afrontarlo con más garantías de control que si lo hacemos cuando ya ha echado raíces sólidas. Arrancar un arbolito de unos meses cuesta menos que otro de unos años.
Lo que entendemos son un conjunto de cosas variopintas, de una parte todo aquello que conocemos con el nombre de parapsicología, telepatía, premoniciones, telequinesias, levitaciones y toda esa clase de cosas que parecen desafiar las leyes físicas y que sin embargo son un “cuerpo de creencias” que mucha gente sostiene aun sin pruebas. Al menos sin esas “pruebas” que prueban que un fenómeno existe. Lo cierto es que hay mucha gente que cree en ellas y eso necesita de una explicación.
Pero no es de esa clase de “poderes de la mente” de los que voy a hablar sino de esos otros que circulan por la red en múltiples formas: psicologías positivas, el “si quieres puedes”, el “mundo exterior es una alucinación de nuestra mente”, “la realidad no existe”, etc. Y sobre todo la idea de que la mente puede curar enfermedades, a través de ciertas creencias. hasta hay libros que hablan de la biología de las creencias y como estas configuran estados que se trasladan al cuerpo de forma que pueden llegar a enfermarlo. De manera que sanar sería una especie de decodificación de las vias que se sustrajeron para generar una enfermedad.
En todas estas ideas hay mucho de mito y algunas gotas de verdad. Voy a abordar esas pequeñas gotas de verdad, al menos desde mi propia experiencia. ¿Pueden enfermar las creencias?
La respuesta es si. Ahora bien, no todo el mundo cree sino aquello que encaja mejor con su biología, de manera que podríamos decir que creemos aquello que mejor empasta con nuestra dotación biologíca. Un ejemplo está relacionado con el sexo: las mujeres puntúan en evitación del daño mucho más alto que los hombres por lo que son más miedosas o temerosas y tienden a evitar antes las consecuencias del daño (físico o psicológico).
Mas que eso: tienden al neuroticismo y a la fatigabilidad más que los hombres y suelen ser más tímidas y más sensibles a la evaluación y exclusión sociales que los hombres. A cambio han desarrollado un rasgo de carácter que las compensa: son más agradables puntúan mas alto en agradibilidad) y son más sociables.
De manera que la mente de las mujeres está mejor diseñada que la de los hombres para alarmarse y/o encontrar amenazas alli donde un hombre no vería sino retos. Podriamos decir pues que las creencias de las mujeres están mediadas por un cerebro que tiende a alarmarse más que el de los hombres.
No es de extrañar pues que la evaluación -anticipación- del daño subjetivo que llevan a cabo las mujeres sea más alta que la que llevan a cabo los hombres y es por eso que algunas enfermedades relacionadas con el dolor sean más frecuentes en las mujeres que en los hombres.
Dice Goicoechea a propósito de la fibromialgia que esta enfermedad consiste en una disfunción evaluativa del cerebro respecto a la percepción de daño. Se trata de una idea difícil de pillar para lo que me va a ser necesaria una explicación previa.
Organismo e individuo.-
O lo que es lo mismo, nuestra mente y nuestro cuerpo (cerebro). Cada uno de estos entes tiene su propia lógica pero hay un mala noticia: la mente puede influir en el cuerpo pero no manda sobre él. No podemos interferir en nuestra digestión, ni rebajar nuestro metabolismo del azúcar, tampoco podemos disminuir nuestra presión arterial a voluntad, etc. Existe un cierre categorial -un agujero negro órgano-psíquico- que impide que nuestra mente pueda meter sus narices en los procesos íntimos de nuestro cuerpo. Dice Goicoechea a propósito del dolor:
El dolor es una proyección a la conciencia de la activación de determinadas áreas cerebrales. Está poderosamente influida esta proyección por expectativas y creencias, significados, condicionamientos previos. En función de todo ello el cerebro evalúa estados de amenaza y a partir de un umbral de consideración aparece el sentimiento doloroso. No podemos con la mente controlar el dolor ni ninguna otra percepción pero sí podemos trabajar nuestras creencias y expectativas y de ello puede resultar un cambio en los parámetros del dolor. Ni siquiera podemos controlar con la mente nuestras creencias. Sólo podemos aportar material informativo para que sea procesado, al igual que no podemos intervenir en la digestión. Nos limitamos a decidir lo que comemos (y en esto también cabría la discusión).
Tampoco podemos utilizar la mente para soportar a nuestra voluntad el dolor. Si el cerebro aprieta con la función de urgencia o apremio (una función neuronal como otra cualquiera) no podremos soportarlo.
Los poderes de la mente son los poderes del conocimiento. Desde el conocimiento nuestro cerebro gestionará acertada o erróneamente sus recursos defensivos intimidatorios.
En el beneficio atribuido al tratamiento multidisciplinar se lleva una parte considerable el efecto placebo. Hay abundantísima información científica sobre la modulación cognitiva del dolor. Sorprende que no disfrute de la misma divulgación que, por ejemplo, las fibras C:
  • Fibras C Son fibras nerviosas de conducción lenta, inferior a la rapidez de conducción de las fibras A delta. Son estructuras no mielinizadas o amielínicas, que responden a estímulos térmicos, mecánicos y químicos, y son llamadas nociceptores-C polimodales. Se calcula que existen alrededor de 200 fibras tipo C por centímetro cuadrado de piel. (Tomado de la wiki)
Y son estas fibras las que parece se hallan activadas en los casos de dolor neuropático, es decir en esas no-enfermedades o enfermedades huérfanas en el sentido de no saber sus causas.
¿Pero activadas por qué?
¿Quien o qué activan las fibras C responsables de llevar el mensaje de amenaza de dentro-afuera (del cerebro a la mente)
Las expectativas racionales de la población. Es decir lo que el público entiende qué es la razón por la que el dolor aparece, por ejemplo comer chocolate en las jaquecas o el estrés en la fibromialgia. En realidad lo que desencadena y fija la respuesta de dolor es la expectativa de daño, la disfunción evaluativa de la que habla Goicoechea que se configura a partir de las ideas (la publicidad) que emerge de los medios informativos y sobre todo de las opiniones de los expertos.
Y la opinión de los expertos es que la fibromialgia no se cura. Y eso es lo que suele suceder y las mujeres por las razones más arriba expresadas son sus principales víctimas. Las mujeres sufren más estas enfermedades porque evaluan el daño al alzaaunque en realidad las mujeres poseen un sistema inmunitario regulado al alza, por eso viven más que los hombres y padecen más enfermedades autoinmunes.
El concepto de disfunción evaluativa de Goicoechea está relacionado con el concepto de“detector de humos” de Nesse con sede en la amígdala y viene a decir que las alarmas neurobiológicas están diseñadas para la supervivencia del organismo de tal modo que siempre es mejor que se disparen sin motivos que no lo hagan en absoluto. Es más eficiente un falso negativo y que no haya amenaza alguna que un falso positivo y morir en el intento. En un post anterior hable de este fenómeno cuando me preguntaba ¿Por qué vivimos alarmados?. No sólo es verdad que nuestras alarmas están reguladas al alza sino que necesitamos sentirnos alarmados pues una vez desaparecidas las alarmas ancestrales que mantenían ocupados nuestros sistemas de evaluación de amenazas externas, hemos quedado prisioneros de las amenazas simbólicas y prestamos más atención a nuestro cuerpo que al ambiente en que nos movemos. La mayor amenaza hoy en el hombre moderno está en su cuerpo si bien es cierto que vivimos en un mundo muy amenazante entre otras cosas porque los medios de comunicación nos transmiten continuamente la sensación de caos en el mundo si bien de forma hiperreal.
Pero lo importante es comprender que la evaluación de la amenaza en el dolor neuropático no la lleva a cabo la mente (el individuo) sino el cerebro (el organismo). La mente se limita a recibir las proyecciones de la vía del dolor hiperexcitada que después de salir del tálamo se dirige rauda hacia la corteza cerebral convertida en un sentimiento. El dolor cuando llega a la mente es ya un sentimiento y no más una percepción, algo la tiñe y la destiñe. El dolor adquiere un sentido, el que le da la mente y se acompaña del cortejo de síntomas afectivos unos y los propios de la fatiga los otros que suelen acompañar a la experiencia de dolor.
La mente no interviene para nada en ese proceso pero puede influir en la modulación del dolor, por ejemplo puede decidir quedarse en cama, tomarse vacaciones o pedir la baja laboral, ese es el trabajo de la mente pero no puede agarrar el mando del organismo a fin de quedar narcotizado a voluntad.
Dicho de otro modo: la mente carece de ese poder.
Pero puede negociar con su organismo miedoso y enseñarle a perder el miedo a aquellas cuestiones que siente como amenazas sin serlo. Es por eso que el conocimiento verdadero es el mejor tratamiento contra estos cerebros asustados y que la peor iatrogenia proceda de la falsa publicidad, de las promesas de curación o de las explicaciones exóticas sobre su etiología.
Fuente: http://pacotraver.wordpress.com/

Tambien esto es Amor

Un joven italiano de 28 años lanzó el 1° de enero de 2015 un sencillo y conmovedor mensaje de cambio de año que emocionó a miles de personas de todo el mundo.
La foto de Giancarlo Murisciano con su abuela que se viralizó en las redes sociales. Giancarlo Murisciano publicó ese día en su cuenta de Facebook una fotografía en la que aparece teniendo en sus brazos a su abuela materna, Antonia, de 87 años y enferma de Alzheimer. Junto a la fotografía, el siguiente mensaje: "También esto es amor... Quizás no ha sido el mejor 31 de diciembre de mi vida ... pero esto también es parte de la vida... antes eras tú quien me acogía en el regazo y ahora lo hago yo contigo, abuelita, sin vergüenza ni temor... para recordar a todos que la vida debe ser vivida y combatida... es fácil escribir palabras en Facebook o en otros lugares... pero en la vida se debe estar presente siempre. Este es mi deseo para el 2015: la presencia de alguien cercano, que nos pueda proteger y reconfortar y también que nos haga felices y nos sonría".
Con este gesto y estas sencillas y sentidas palabras de amor hacia su abuela, Murisciano logró que su mensaje dé la vuelta al mundo y que haya recibido más de 460.000 "me gusta" en Facebook.
Murisciano explicó al diario Il Corriere della Sera que creció en casa de sus abuelos y señaló que "durante muchos años me dieron mucho más de lo que podía ofrecerles yo".
Fuente: Clarin