Las virtudes son el patrimonio moral del hombre. Ellas le ayudan a comportarse bien en toda circunstancia, es decir, a hacerle bueno en el sentido más verdadero y completo. Ningún hombre nace bueno o malo, como nadie nace médico o artesano, pero de la naturaleza recibe la capacidad para llegar a serlo. Y el deber de ser virtuosos, es decir, buenos en el sentido auténtico, debe ser un empeño de todos porque todos deben buscar mejorar moralmente. No existe otra posibilidad: o se hace uno mejor o se hace peor. Esto significa o que se adquieren las virtudes o nos abandonamos a los vicios.
El hombre se encuentra frente a una bifurcación: no se puede no elegir. Se elige el bien, mejora; en caso contrario empeora. Por ejemplo, quien elige ser mesurado en la mesa, hoy, mañana, etc., se hace sobrio y libre ante las atracciones de la comida. Por el contrario, quien es desordenado, hoy, mañana, etc., se hace viciosos y esclavo de los impulsos del momento.
El hombre virtuosos es un persona verdaderamente libre. El fumador empedernido esta sometido por el tabaco, el alcoholizado no es una persona libre para elegir en materia de alcohol, el drogadicto es una persona encadenada. Son todos ejemplos de esclavitud.
La adquisición de las virtudes es el único camino para ser verdaderamente libres, maduros, dueños de las propias acciones. Se comprende entonces la importancia vital del mandato de Jesús: "Sed perfectos como es perfecto vuestro Padre que está en los cielos" (Mt 5, 48). Lo que significa: haceros virtuosos, es decir, buenos, haced el bien imitando a vuestro Padre celestial.
¿Qué es la virtud?
La virtud es un hábito bueno que hace al hombre capaz de cumplir el bien de un modo fácil y gratificante.
¿Cómo se dividen las virtudes?
La distinción fundamental es entre virtudes adquiridas, es decir, que se adquieren con nuestro esfuerzo a través de la repetición de acciones buenas, y virtudes infusas, es decir, recibidas como don de Dios junto con la gracia santificante.
¿Cuáles son las principales virtudes adquiridas?
Las virtudes adquiridas, llamadas también virtudes morales, se reagrupan en torno a cuatro virtudes fundamentales, llamadas cardinales, y que son la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza.
¿Qué es la prudencia?
La prudencia es la virtud que nos dispone para comprender en toda circunstancias lo que hay que hacer.
¿Qué es la justicia?
La justicia es el firma propósito de dar a cada uno lo que le es debido.
¿Qué es la fortaleza?
La fortaleza es la constancia para alcanzar el bien y la capacidad de superar los obstáculos que a ello se oponen.
¿Qué es la templanza?
La templanza es el pleno dominio de sí mismo que nos pone en condición de no dejarnos vencer por los placeres de los sentidos.
¿Cuál es la utilidad de estas virtudes?
Las virtudes cardinales, y en general todas las otras virtudes morales ligadas a ellas, nos permiten cumplir el bien prontamente, con naturalidad y con alegría.
¿Es posible hacer el bien sin las virtudes?
Sin las virtudes el hombre puede hacer alguna acción buena, si quiere, pero la mayoría de las veces puede hacerlo sólo con fatiga y con esfuerzos, por lo cual no puede ser constante en el bien.
¿Cuáles son las principales virtudes infusas?
Las principales virtudes infusas son la fe, la esperanza y la caridad, que toman el nombre de virtudes teologales porque se refieren directamente a Dios.
¿Qué es la fe?
La fe es la virtud teologal mediante la cual creemos firmemente lo que Dios ha revelado y la Santa Iglesia nos propone como verdades que hay que creer.
¿Qué es la esperanza?
La esperanza es la virtud teologal gracias a la cual deseamos y aguardamos la vida eterna que Dios nos ha prometido, y las ayudas necesarias para obtenerla.
¿En qué se funda nuestra esperanza?
Nuestra esperanza se funda en la misericordia de Dios y en los méritos de Jesucristo, Nuestro Salvador.
¿Qué es la caridad?
La caridad es la virtud teologal mediante la cual amamos a Dios sobre todas las cosas en cuanto bondad infinita que nos llama a participar de su misma vida mediante la gracia, y amamos al prójimo como a nosotros mismos por amor de Dios.
Catholic.net
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