Ser transparente es tener el valor de exponerse, gritar y decir lo que sentimos, quitarte la máscara, bajar las armas y destruir los muros que hemos ido construyendo a lo largo de nuestra vida. Es permitir que salga a la luz lo que está en nuestro interior.
Es una tarea difícil la de tomar ese riesgo. Preferimos el nudo en la garganta a las lágrimas que nacen en lo más profundo de nuestro ser.
Preferimos perdernos en una búsqueda loca de respuestas inmediatas a simplemente rendirnos y admitir que no sabemos, que tenemos miedo. Preferimos construir una máscara para mantener una imagen que nos de la sensación de protección... Así, vamos ahogándonos cada vez más en palabras falsas, en actitudes falsas, en sentimientos falsos.
Equivocadamente, aprendimos que es mejor atacar, acusar, criticar y juzgar, que simplemente decir: “estamos hiriéndonos… paremos por favor !” … Porque aprendimos que decir “eso es ser débil, es ser tonto,” es ser menos que el otro. Cuando, realmente, si actuáramos con el corazón, podríamos evitar tanto dolor...
Sugeriría que nos permitiéramos explotar toda nuestra dulzura. Que consiguiéramos no atraer el lamento, no contener la risa, no esconder tanto nuestro miedo y no querer parecer tan invencibles… Que consiguiéramos no intentar controlar tanto, competir tanto…. En fin que consiguiéramos vivir en armonía y nos permitiéramos sentir.
Por eso, por todo el riesgo que conlleva no sé si seré capaz de ser siempre transparente.
Gracia Sanchez
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