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Falsas Promesas

Saber distinguir entre la mentira y la verdad


Nada peor que un desengaño, dicen psicólogos y mentalistas. Puede resultar una experiencia traumática porque destruye la credibilidad y la confianza, y provoca una falta de fé capaz de afectarnos para el resto de la vida. No sólo puede tratarse de una propuesta matrimonial, también de una estafa o el incumplimiento de acuerdos en el área laboral; la falsas promesas se escuchan a diario. Pueden provenir de amigos que no lo son, de un hombre o una mujer que en vez de elegir el camino de la honestidad, disfruta con ilusionar a su enamorado.
Si bien le puede pasar a cualquiera, hay personalidades con mayor tendencia a ser engañadas. Son aquellas que se aíslan de la realidad, prefieren las fantasías en vez de ver a quien tienen enfrente con coraje y realismo. Seres que lo primero que hacen es proyectar en los otros sueños, fantasías o deseos, sin tener en cuenta lo que verdad manifiesta. ¿Qué se necesita para poder detectar una falsa promesa? Ninguna cosa del otro mundo: intuición, sentido común, una actitud valiente... e instinto de conservación. 




Los profesionales de la mentira
Son muchos, andan sueltos, tienen la facultad de convencer, de ser admirados. Buscan admiradores y los consiguen porque son seductores. Sin embargo, aburren de tanto repetir. Es un discurso plagado de reiteraciones. Dicen lo mismo tantas veces, que esa repetición debe funcionar como una advertencia. Esta reiteración facilita la detección. Cualquiera que repite muchas veces la misma afirmación, se hace digno de nuestra desconfianza. Nadie lo hace, si piensa realmente en cumplir con lo que se propone; el mentiroso está pendiente de que le crean y quiere asegurarse de ello.
Nadie repite hasta el cansancio los mismos juicios cuando el mismo sabe que no son verdaderos. El que miente con mala fe trata a las personas como si fueran objetos, las degrada de antemano y especula con beneficiarse de su credibilidad. Conoce nuestros puntos débiles y actúa sobre ellos para hacernos sentir culpables.

¿Me están mintiendo o no?
Sin ser conscientes de que nos mienten, sin querer admitir que lo están haciendo; de todos modos, las mentiras producen tensión, angustia.

La experiencia de que nos mienten se refleja en nuestra mente, en nuestro cuerpo y en las circunstancias equívocas. Nada resulta normal.
Temor y sumisión, son las sensaciones siguientes. Lo que se oculta, se siente, se intuye, se percibe de modo irracional. La psique lo sabe primero y arroja su sombra en la conciencia, antes de hacerse presente en el espíritu del afectado.
Cuando no se sospecha de una mentira, el cuadro de destrucción empeora. La víctima queda tumbada en cama sin demostrar enfermedad definida, pierde peso, la invade la desgana, la fatiga y también la falta de sueño..., el derrumbamiento mental pronto sobreviene.

La cura mental
Si pensamos en una persona, estamos en contacto con esa persona. Si la imaginamos claramente, es como estar cara a cara con ella. Si la imaginamos vagamente, es como verla a la distancia. Estando en la vecindad mental una persona, podemos crear una atmósfera de pensamiento en conexión con ella. Así es como se hace la curación espiritual.
Estas fuerzas psíquicas entran a la conciencia, a fin de manejar el subconsciente. Así, es transmitida a nuestra mente por los canales ordinarios de la palabra hablada o escrita, sin incidir en la conciencia.
El mentiroso, como su víctima, pueden operar del mismo modo. El veneno y su antídoto son semejantes. Primero hay que crear una atmósfera mental alrededor del alma de la persona que se desea curar o atacar hasta sentir una respuesta o reacción simpática dentro del alma misma. Una vez conseguida esta reacción, la batalla está medio ganada.

Artículo publicado en Predicciones nº 98

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