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Los tres monos sabios

Japón:"Los templos de Nikko y las perlas de la isla de Toba"

por Jorge y Guadalupe Miller


En la India hubo un príncipe, Sidartha Gautana, que no quiso ser
príncipe. Su padre soñó una noche que Sidartha era un monje mendicante: sintió rechazo ante esa visión y se opuso a que fuera una realidad. Para ello rodeó al príncipe de comodidades y placeres e impidió que abandonara el palacio.

Sidartha se hizo hombre y un día, movido por la curiosidad, salió de
su dorada prisión y comenzó a caminar las calles de su ciudad y de pronto vio a un enfermo, luego halló a un anciano y también movió su atención un cortejo fúnebre que se dirigía al cementerio. Fueron estos sus primeros contactos con la enfermedad, la vejez y la muerte.

No tuvo dudas, eran males que provocaban sufrimientos y se propuso
neutralizar el dolor que esos males causaban a los hombres, sus hermanos. Volvió Sidartha al palacio, cambió sus ricas vestiduras por un simplísimo sayal y comenzó a recorrer los caminos de la India.
Predicó la igualdad, la virtud y la penitencia. Propuso una meta, el Nirvana, donde el hombre encontraría la paz y el reposo absoluto.
Cuando murió Sidartha fue llamado Buda que quiere decir "el Iluminado" y se lo adoró como a un dios.

En un comienzo los fieles no se atrevían a representar a Buda. Sólo
sugerían su presencia con un trono vacío, dos pies, un árbol sagrado, la rueda de la justicia o cualquie otro símbolo. Rechazaban la idea de representar con forma humana a quien desde hacía tanto tiempo
descansaba en el Nirvana.
Pero fueron los griegos, quienes movidos por su amor a las formas plásticas se impusieron a los prejuicios religiosos y representaron a Buda como un filósofo antiguo. Más tarde, la figura de Buda adquirió matices distintos en las tierras orientales que lo albergaban religiosa y artísticamente.
Los escultores coincidieron en ciertos detalles. Por ejemplo, colocaron entre sus ojos el punto de la sabiduría, los lóbulos de las orejas excesivamente alargados por los pesados aros que llevó en sus tiempos de príncipe y otra secuela, la protuberancia que dejó en su cabeza el rodete de su principesco turbante.
Se perdió el Buda con túnica de filósofo griego, lo representaron sentado, al estilo oriental, pero aún así, su posición y expresión recuerdan el origen clásico de Buda en el arte.
El Budismo llegó a Japón y en homenaje al dios llegado de la India se construyeron templos, próximos a los cuales levantaron pagodas con varios techos superpuestos con puntas arqueadas hacia arriba y un número impar: cinco, siete o nueve, como nueve fueron los discípulos de Buda. Remata la pagoda en reliquias del iluminado.
En Tokyo se encuentra el templo de Asakusa Kanon, precedido por pagoda y brasero donde un humo purificador surge permanentemente de las sustancias, que con ese fin arden en el mismo.
Es gigantesco el gran Buda de Kamakura. Se halla al aire libre y puede ascenderse por su interior hueco.
En la ciudad de Nara, el templo de Todaiji, alberga una monumental imagen de bronce de casi deiciocho metros de altura y con un peso de quinientas toneladas.
Antes de la llegada a Japón de la religión de Buda, no había palabra para designar el antiguo conjunto de creencias del pueblo japonés.
A partir de entonces para diferenciarla del Budismo, la religión primitiva se llamó Shintoísmo. Shinto es palabra de origen china que quiere decir "vía de los espíritus" o "vía de los dioses". El shintoísmo admite innumerables dioses que se llaman "Kami" vocablo que significa "lo más alto".

Existen kamis de la naturaleza y kamis de los hombres, espíritus de
los antepasados y sobre ellos, está Yimmu Tenno, fundador de Japón en el año 660 AC y creador de la Casa Imperial, hoy existente.

Los kamis de la naturaleza representaban la luz, el fuego, el aire,
los montes, los ríos y los lagos. Por encima de todos ellos se encuentra Amaterasu, la diosa del sol.

Nikko es el centro religioso del Japón. Se halla situado a dos horas
de tren desde Tokyo. Allí, la grandiosidad de la naturaleza se combina, de manera admirable, con la habilidad humana. El santuario construído hace 350 años, tiene fama universal por su esplendor arquitectónico y escultórico y por sus numerosos altos y añosos pinos.
Los ricos donaron linternas de bronce o de piedra. Los pobres plantaron árboles o bien, entregaron monedas, en el tiempo de su construcción.
El símbolo Nikko está constituído por tres monos sabios: "no ver, no oir, no decir cosas malas". Se encuentran representados en la fachada de uno de los templos. En otro es alojado un caballo blanco que es montado exclusivamente por el sacerdote principal del santuario.

Entre todos los templos se destaca el llamado Yourei Mon su nombre
significa: desde la salida hasta la puesta del sol. Lo cual indica que se necesita todo un día para admirar sus bellezas distribuídas generosamente, en sus techos de brillantes cerámicas, paredes y pisos
de ricos y coloridos mármoles, pulidos bronces en la fachada y en el interior. Dicen los japoneses "No digas espléndido, si no conoces Nikko".
Enlaza nuestro imaginario recorrido con Nikko una pagoda de perlas blancas colocada en una vitrina que se halla en la isla de Toba. Esta isla llamada también de las perlas permite que en el establecimiento de Mikimoto y en el mar que rodea su estrecha geografía comprobemos
cómo nace una perla cultivada por el hombre.
En las aguas azules, que enmarcan la isla de Toba, se encuentran las áreas de cultivo con ostras operados y en proceso de formación de las perlas.
El primer paso es recoger las ostras, tarea que está a cargo de las buceadoras hábiles mujeres que con uniformes blancos, gorros que cubren sus cabellos y grandes canastos, se lanzan al mar desde sus barcas.
Para esta tarea se prefieren mujeres porque ellas soportan mejor las bajas temperaturas y contienen la respiración por tiempo más prolongado.
La respiración, al salir a la superficie, debe ser suave y la acompañan con un silbido. Si fuera repentinamente profunda, perjudicarían corazón y pulmones.
El silbido que conmueve el corazón de los japoneses es llamado "melodía del mar".
Las buceadoras trabajan todo el año, con excepción del invierno, de tres a cuatro horas diarias. Para llegar a ser expertas deben realizar un aprendizaje de unos diez años y se prefieren las mayores de cuarenta años. Unas pocas superan los sesenta. Por lo general, son
nacidas y educadas en Toba.
Obtenidas las ostras se las somete a la siguiente operación. Con un instrumento quirúrgico se separan levemente las valvas y se introduce entre ellas un pequeño trozo de materia viva (carne de ostra) y una partícula de valva. Así se forma el núcleo de la futura perla, que hará la ostra, segregando de su manto una systabcua de defensa contra el cuerpo extraño.El proceso de la formación de la perla demanda un período de tres a cinco años. Durante ese tiempo las ostras operadas con protegidas de las crecidas del mar, de los vientos, las tormentas y de las plantas que pueden adherirse a las valvas. Así se obtiene las perlas cultivadas.
Estas se distinguen por su forma en esféricas aperaltadas o barrocas.
son de tamaños y colores diferentes y también difieren en el tinte nacarado u oriente.
Una vez recogidos los cultivos, las perlas son procesadas en el gran establecimiento Mikimoto. Manos ágiles y expertas harán la clasificación de las mismas, según las características consignadas. Si el destino es un anillo, un par de aros o un collar, deberán colocarse
pernos o atravesarlas con hijo. El polvo de perla que se desprende en este operativo, se recoge cuidadosamente y se utiliza en cosmética.

Una hermosa pagoda íntegramente cubierta con perlas cultivads nos da
la bienvenida en el establecimiento de Mikimoto para luego en la boutique adquirir la preciosa joya que aunque ostente una sola perla, será suficiente como para encerrar el recuerdo de esta hermosa isla de
Japón: La Isla de Toba.

Esculturas de Hidari Jingoro en el santuario Toshogu en Nikko (Japon)Los Tres Monos Sabios o Místicos, que se tapan con las manos respectivamente los ojos, oídos y boca, están representados en una talla de madera en el santuario de Toshogu, en Nikko, Japón. Parte de
su significado está en el juego de palabras que se origina en japonés entre el sustantivo "saru" que significa mono, y el adverbio homófono que produce la negación del significado de la raíz a la que se asocia enclítico. Las palabras compuestas "mizaru", "kikazaru" e "iwazaru" significan respectivamente "no ve", "no oye", "no habla", y el mono ha pasado a ser un símbolo de la negación en abstracto.

Otra interpretación indica que se debe para ser sabio:


NEGARSE A ESCUCHAR MALDADES; NEGARSE A VER MALDADES; NEGARSE A DECIR MALDADES;


Con esto se llega a la sabiduría

Otra interpretación El significado del tallado de "mizaru", "kikazaru" e "iwazaru", también se decía que pertenecía a la interpretación del miedo absoluto, dado que son las primeras reacciones del ser humano ante una situación de peligro.

Parodia de los tres monos sabios siglo XXI

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