Cuando tengo un problema, un problema que sea especialmente difícil y complicado, quizá terriblemente desalentador, hay un principio básico que se debe aplicar y seguir aplicando y es, sencillamente, éste: no abandone nunca.
Abandonar supone invitar a una completa derrota y no sólo por lo que respecta a aquello que se abandona. Abandonar contribuye a admitir una derrota definitiva de la personalidad y eso tiende a desarrollar una psicología de la derrota.
Aborde el problema de una forma diferente si la metodología que utiliza no funciona. Y si el nuevo enfoque tampoco funciona bien, busque otra forma, hasta que encuentre la clave para superar la situación. Pues hay una clave, siempre la hay y la búsqueda y el ataque continuo, reflexivo, sin desviarse del objetivo es lo único que la encontrará.
Durante un almuerzo, observé que un amigo mío tenía la costumbre de dibujar diagramas sobre el mantel blanco, para ilustrar los puntos que presentaba. Hablaba de un hombre que lo estaba pasando mal, pero que era más duro que sus problemas y que, como no quiso abandonar, terminó por alcanzar el resultado.
El diagrama era el de un hombre que se enfrentaba a una enorme montaña.
-¿Cómo va a llegar al otro lado de esa montaña?, se preguntó mi compañero de almuerzo.
-Rodeándola, repliqué.
-Es demasiado ancha.
-Está bien, haciendo un túnel por debajo.
-No, es demasiado profunda. Mira, lo que hace es lo siguiente: se eleva mentalmente sobre ella. Si el hombre fue capaz de imaginar un mecanismo capaz de volar a doce mil metros de altura, por encima de las montañas, seguro que se le puede ocurrir un tipo de pensamiento capaz de elevarlo por encima de cualquier dificultad montañosa.
Sólo hay que pensar, sin dejarse arrastrar por las emociones y aferrarse al principio básico de que siempre es demasiado pronto para abandonar.
Tanto usted como yo hemos visto repetida una y otra vez una tragedia real. Hemos visto a personas con objetivos donde trabajaron, se esforzaron, pensaron y rezaron. Pero como la marcha era dura, se cansaron, se desanimaron y finalmente abandonaron. Después se descubrió que si hubiesen perseverado un poco más, si hubiesen podido ver justo un poco más por delante de ellos, habrían encontrado el resultado que buscaban.
Abandonar supone invitar a una completa derrota y no sólo por lo que respecta a aquello que se abandona. Abandonar contribuye a admitir una derrota definitiva de la personalidad y eso tiende a desarrollar una psicología de la derrota.
Aborde el problema de una forma diferente si la metodología que utiliza no funciona. Y si el nuevo enfoque tampoco funciona bien, busque otra forma, hasta que encuentre la clave para superar la situación. Pues hay una clave, siempre la hay y la búsqueda y el ataque continuo, reflexivo, sin desviarse del objetivo es lo único que la encontrará.
Durante un almuerzo, observé que un amigo mío tenía la costumbre de dibujar diagramas sobre el mantel blanco, para ilustrar los puntos que presentaba. Hablaba de un hombre que lo estaba pasando mal, pero que era más duro que sus problemas y que, como no quiso abandonar, terminó por alcanzar el resultado.
El diagrama era el de un hombre que se enfrentaba a una enorme montaña.
-¿Cómo va a llegar al otro lado de esa montaña?, se preguntó mi compañero de almuerzo.
-Rodeándola, repliqué.
-Es demasiado ancha.
-Está bien, haciendo un túnel por debajo.
-No, es demasiado profunda. Mira, lo que hace es lo siguiente: se eleva mentalmente sobre ella. Si el hombre fue capaz de imaginar un mecanismo capaz de volar a doce mil metros de altura, por encima de las montañas, seguro que se le puede ocurrir un tipo de pensamiento capaz de elevarlo por encima de cualquier dificultad montañosa.
Sólo hay que pensar, sin dejarse arrastrar por las emociones y aferrarse al principio básico de que siempre es demasiado pronto para abandonar.
Tanto usted como yo hemos visto repetida una y otra vez una tragedia real. Hemos visto a personas con objetivos donde trabajaron, se esforzaron, pensaron y rezaron. Pero como la marcha era dura, se cansaron, se desanimaron y finalmente abandonaron. Después se descubrió que si hubiesen perseverado un poco más, si hubiesen podido ver justo un poco más por delante de ellos, habrían encontrado el resultado que buscaban.
No hable nunca de derrota...
¿Cómo desarrollar esta actitud de invencibilidad y de no abandono?
Para empezar, no hable nunca de derrota, ya que si lo hace, puede convencerse de aceptarla.
Use lo contrario, palabras de esperanza, victoria. Comience a pensar y trabajar de acuerdo con base positiva. Pruebe hacerlo y toda su personalidad empezará a extenderse hacia las cosas buenas... y a conseguirlas.
Sus posibilidades de llegar realmente a donde quiera llegar en la vida dependen a menudo de su reacción ante un revés que parece conmocionado. ¿Abandonará o seguirá intentándolo? Así es de sencillo. Y lo que usted decida, define su futuro.
Utilice su capacidad de aguante...
¿Ha oído hablar alguna vez de la emocionante carrera de Hayes Jones? En 1960, este hombre fue el fenómeno del año en las carreras de vallas. Ganó todas las carreras que existían. Batió récords, fue de hecho sensacional.
Naturalmente, fue elegido para los Juegos Olímpicos de Roma 1960. Allí terminó en tercer lugar. Fue una intensa decepción.
Lo más sensato que podía hacer era olvidarse de todo e iniciarse en una carrera empresarial.
Pero Hayes Jones no se conformó con eso. “No puedes ser lógico acerca de algo que has deseado conseguir toda tu vida”, dice. Así que empezó a entrenar duro para las Olimpiadas de 1964 en Tokio.
Corrió los 110 metros de valla en 13,6 segundos y obtuvo la medalla de oro.
En un discurso pronunciado ante una multitud de jóvenes, citó unas líneas que todo
el mundo haría bien en memorizar, para vivir de acuerdo con ellas:
Es el no desanimarte lo que te permitirá ganar la jornada, así que no seas cobarde, viejo compadre.
Sólo usa tu aguante; ¡es tan fácil abandonar! Lo duro es mantener alta la barbilla.
Lo fácil es llorar por haber sido vencido… y morir; es fácil arrastrarse, pero luchar y luchar cuando ya no hay esperanzas, ¡ése es el mejor juego de todos!
Y aunque de cada penoso combate sales completamente roto, apaleado y con cicatrices, sólo intentándolo una vez más así lo lograrás, porque es mortalmente fácil morir.
Lo duro es seguir viviendo.
Goethe una vez dijo “La austera perseverancia, dura y continua, puede ser empleada hasta por el más pequeño de nosotros y rara vez falla su propósito, pues su silencioso poder se hace irresistiblemente más grande con el tiempo”. Eso equivale a decir: sigue intentándolo y eso bastará para conseguirlo.
Ideas tomadas de Norman Vincent Peale.
Juan Carlos Caramés / jcarameés@cantv.net
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