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El pensamiento de Confucio no confunde a nadie…

Quisiera hablar de una persona que nos visitó hace muchísimos años. Su nombre Confucio. Nació en el año 551 y murió en 479, antes de nuestra era, una época caracterizada por el paso de una religiosidad de carácter mágico a una religiosidad racional. Confucio, que en realidad se llamaba K’ung Ch’iu, fue un sabio que predicó que la virtud moral y una sociedad ética son más eficaces que la magia para lograr el bienestar humano. Sus enseñanzas no pretendieron fundar una religión sino una forma de vida.

Para Confucio, sólo el hombre noble (en términos morales) debe ser gobernante y si un príncipe no se ajusta a este ideal, debe rodearse de consejeros virtuosos. La acción del hombre noble en el Estado y en la sociedad se expresa por su moral, su amor y obediencia filial, que deben ser adquiridas mediante la práctica constante. A continuación describiré algunas de sus palabras, adornadas de mensajes y claras metáforas:

El pueblo antiguo que deseaba tener una clara armonía moral en el mundo ordenaba primero su vida nacional, los que deseaban ordenar su vida nacional ordenaban primero su vida familiar, los que deseaban ordenar su vida familiar regulaban primero su vida personal, los que deseaban cultivar sus vidas personales enderezaban primero sus corazones, quienes deseaban enderezar sus corazones hacían primero sinceras sus voluntades, los que deseaban hacer sinceras sus voluntades llegaban primero a la comprensión, la comprensión proviene de la exploración del conocimiento de las cosas.

Cuando se gana el conocimiento de las cosas se gana la comprensión, cuando se gana la comprensión la voluntad es sincera, cuando la voluntad es sincera el corazón se endereza, cuando el corazón se endereza se cultiva la vida personal, cuando la vida personal se cultiva se regula la vida familiar, cuando se regula la vida familiar, la vida nacional es ordenada, y cuando la vida nacional es ordenada el mundo está en paz.
Desde el emperador hasta el hombre común el cultivo de la vida personal es el cimiento de todo. Es imposible que cuando los cimientos no están en orden se halle en orden la superestructura. Jamás ha habido un árbol de tronco delgado cuyas ramas superiores sean pesadas y fuertes. Hay una causa y una secuencia en las cosas y un comienzo y un fin en los asuntos humanos. Conocer el orden de precedencia, es tener el orden de sabiduría.

Si las palabras (términos, conceptos) no son las justas, los juicios no son claros, las obras no prosperan, los castigos resultan desajustados y la gente no sabe dónde poner la mano y el pie. Por eso el noble escoge sus palabras de manera que su empleo no pueda dar lugar a dudas y formula sus juicios de manera que puedan, más allá de toda duda, traducirse en actos. El noble no admite equívocos en lo que dice.

Finalizo con un cóctel de significados, que deja muy en claro la intención de Confucio, en el pasar de su vida por la humanidad:

“El que domina su cólera domina a su peor enemigo”.

“El sabio cuida principalmente de la raíz”.

“La sabiduría se preocupa en ser lenta en sus discursos y diligente en sus acciones”.

“La venganza eterniza los odios”.

“No contestes a una palabra airada replicando con otra de igual tenor. Es la segunda, la tuya, la que seguramente los llevará a la riña”.

“No me preocupa el no ser conocido. De lo que trato es de hacerme digno de ser conocido”.

“Donde hay educación, no hay distinción de clases”.

“El silencio es un amigo que jamás traiciona”.

“La ignorancia es la noche de la mente, pero una noche sin luna ni estrellas”.

“Que se nos haga un agravio no significa nada, a menos que insistamos en recordarlo”.

Confucio.

De Juan Carlos Caramés

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