“Te hacen creer que es para toda la vida cuando, químicamente, el amor
desaparece al cabo de tres años. Lo leí en una revista femenina: el amor es un
subidón efímero de dopamina, noradrenalia, prolactina, luluberina y oxitocina.
Una pequeña molécula, la feniletilamina (PEA), provoca sensaciones de alegría,
exaltación y euforia (…) La sociedad te miente: te vende el gran amor cuando
está científicamente comprobado que, al cabo de tres años, estas hormonas dejan
de estar activas”.
Aceptémoslo, el amor dura tres años, después de eso la lucha en contra de la marea se pierde y nos dejamos arrastrar por una inmensidad de tedio y resignación. Tres años son los que tenemos para disfrutar lo que el amor puede darnos, incluso menos. Tres años son necesarios para darnos cuenta que el amor terminó y que es hora de seguir con nuestra vida.
Marc Marronnier, crítico socialité de la vida parisina, asegura que el amor dura tan sólo tres años. Al crecer dentro de la sociedad élite a nivel mundial, encontró la farsa que nuestros rituales antiquísimos significan, sobre todo el amor y el matrimonio. Está bien, siendo sinceros, Marc realmente se llama Frédéric Beigbeder, y es autor del libro “El amor dura tres años”; pero si él es un mentiroso que todo el tiempo intenta engañarte en su libro, podemos darnos la libertad de mentir cómo él. Lo que ni él ni nosotros negaremos es que él sabe cómo es la cuestión del amor, una batalla perdida desde el inicio. Por eso recopilamos algunas de las lecciones que realmente necesitan ser difundidas acerca de una mentira en la que millones aún creen.
Amor
“Al principio todo es hermoso, incluso tú. No das crédito a estar tan
enamorado. Cada día trae consigo su liviana carga de milagros. Jamás nadie en
el mundo había conocido tanta felicidad. La felicidad existe y es muy simple:
Consiste en un rostro. El universo sonríe. Durante un año, la vida no es más
que una sucesión de soleadas mañanas, incluso cuando nieva por la tarde. Te
dedicas a escribir libros sobre esta cuestión.
El
segundo año las cosas empiezan a cambiar. Te has vuelto más tierno. Te sientes
orgulloso de la complicidad que se ha establecido con tu pareja. Comprendes a
tu mujer con sólo medias palabras; que felicidad conformar un todo (…) haces el
amor cada vez menos y consideras que no es grave. Defiendes el matrimonio
delante de tus amigos solteros que ya no te reconocen. Resistes la tentación de
fijarte en las señoritas ligeras de ropa que iluminan la calle.
El
tercer año, ya no resistes la tentación de fijarte en las señoritas ligeras de
ropa que iluminan la calle. Ya no hablas con tu mujer. Pasas horas en el
restaurante escuchando lo que cuentan las mesas vecinas. Sales cada vez más:
eso te proporciona la excusa para no tener que coger. Pronto llega el momento
en que ya no puedes soportar a tu esposa ni un segundo más, ya que te has
enamorado de otra”.
Para él, esa es la línea temporal del amor, no hay forma más lógica de entenderlo.
Primero te enamoras de alguien perdidamente, después te aburres y al mismo
tiempo comienzas a enamorarte de alguien más. Repite la receta hasta tu
desafortunada muerte varios ciclos después.
Matrimonio
Para el escritor y su pseudónimo, el matrimonio es una institución obsoleta que promete felicidad eterna en una realidad que sabe que eso no existe. No es porque la felicidad constante sea imposible, sino porque después de tres años, el amor simplemente terminará. Para él, los hombres y las mujeres repelen la monogamia, pero el estigma social los obliga a aceptar que el sexo debe ser solamente con su pareja, por lo que esa frustración crece con el tiempo. Al principio el sexo es espectacular, los orgasmos detonan una y otra vez, las tres o más veces que lo hacen en un día. Pero el paso del tiempo no perdona y parece que la cuota orgásmica llega, por que pronto el sexo es menos frecuente, es más difícil y más aburrido terminar. El sexo no es malo, pero saben que desean otras cosas, sentir otros cuerpos, tomar otras manos, ver otros ojos.
Para el escritor y su pseudónimo, el matrimonio es una institución obsoleta que promete felicidad eterna en una realidad que sabe que eso no existe. No es porque la felicidad constante sea imposible, sino porque después de tres años, el amor simplemente terminará. Para él, los hombres y las mujeres repelen la monogamia, pero el estigma social los obliga a aceptar que el sexo debe ser solamente con su pareja, por lo que esa frustración crece con el tiempo. Al principio el sexo es espectacular, los orgasmos detonan una y otra vez, las tres o más veces que lo hacen en un día. Pero el paso del tiempo no perdona y parece que la cuota orgásmica llega, por que pronto el sexo es menos frecuente, es más difícil y más aburrido terminar. El sexo no es malo, pero saben que desean otras cosas, sentir otros cuerpos, tomar otras manos, ver otros ojos.
Para él un matrimonio es una bomba de tiempo que explotará y te dejará privado de la felicidad por mucho tiempo. Lo sabe porque su matrimonio era uno de esos lazos perfectos, nadie dudaba que todo lo que ellos expedían era amor, pero ser obligados por la sociedad para compartir techo, cama, dinero y más los convirtieron en todo lo que no eran. El tiempo, las obligaciones y responsabilidades hacen que una pareja se desgaste y eso es antinatural, transforman el amor –esa idea romántica de felicidad eterna, de paraíso en la tierra- en un tramite burocrático que termina por agotarnos física y mentalmente.
Divorcio/Ruptura
¿Qué sigue tras el fin del amor? No es fácil dejar atrás todo lo que tuviste con esa persona. En su caso, él fue infiel, se enamoró de otra persona y sin terminar lo que tenía con su mujer, decidió lanzarse a una nueva aventura. Eso no significa que no tuviera un profundo cariño por su esposa, por lo que al ser descubierto descubre la más triste y profunda depresión en la que alguien se puede encontrar. Se queja de que la persona lastimada siempre será consolada y reconfortada, pero él, el monstruo que no supo mantener las etiquetas de la sociedad, es visto como un sucio animal y debe cargar con la culpa durante años, si no es que durante toda la vida.
Además
llega otra mala noticia, puedes enamorarte de alguien que no dará todo por ti.
Él comete la peor estupidez y recomienda no seguir su ejemplo: estando casado
se enamoró de una mujer casada. Cuatro personas supuestamente enamoradas, pero
dos de ellas aman justamente a quien no es su pareja. Aquí es donde la historia
se repite. Tal como el eterno retorno de Nietzsche parece
que estamos destinados a caer en la misma trampa, el mismo patrón
autodestructivo que lastimara a quien amamos y nos destruirá poco a poco, una
amante pasajera a la vez. Pero a veces, en esta circular actividad, parece que
puede existir la excepción a la regla.
El amor, dentro de su poéticamente trágico destino, parece ser capaz de
sobrevivir a la prueba del tiempo. No es tarea fácil, pues uno encontrará al
amor de su vida, lo sabrá e irremediablemente se dejará caer en las redes de
una relación formal, una propuesta de matrimonio, una casa compartida y finalmente, un feliz divorcio.
Hará eso sin saber que ella o él no era el amor de su vida, que esa persona
puede llegar después. Es lanzar una moneda al aire una y otra vez solamente
para salir con el mismo resultado funesto, pero tal como es misterioso el amor
con su corta y precaria vida, el que realmente dura más de tres años es igual
de mágico. Un día te das cuenta que amas a esa persona, que han pasado tres
años y te encuentras en la primera etapa, que pasan cinco, diez y todos los
años y esa felicidad que la otra persona provoca no se extingue.
Cierto,
te mentí, el autor me mintió a mí y tú puedes mentir a quien quieras, porque
esa verdad universal, esa prueba científica y hormonalmente correcta es errónea
de una forma que parece que nunca comprenderemos. El amor durará tres años
hasta que sepas que lo que tienes con alguien no tiene final. Frédéric
Beigbeder escribió uno de los libros más tristes y reflexivos acerca de la
realidad del amor y la conclusión es una agridulce noticia que todos sabemos,
pero que deseamos ignorarla, pues no hay nada más dulce que encontrar el amor
verdadero justo cuando creíamos que no volvería a suceder.
Cultura colecctiva . Daniel Morales
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