'Todo ser viviente debe morir un poco todos los días.
Es decir, debe mutar, padecer la pequeña muerte celular que renueva y da vida.
Nosotros, los adultos, perdemos cada día un poco de nosotros mismos,
de manera incesante e inadvertidamente.
Cuánto más terrible ha de ser este fenómeno en el adolescente,
en quien todo tiene que cambiar a la vez, violentamente:
el cuerpo debe desmembrarse,
la infancia irse, y la cabeza, marcada,
debe reconquistar penosamente su poder sobre el cuerpo'
Juan-David Nasio
Psiquiatra y Psicoanalista
Estas palabras de J.D. Nasio grafican
en parte el padecer adolescente, ese cambio de plumaje, para convertirse
finalmente en adultos.
El adolescente es un muchacho o una
chica que poco a poco deja de ser niño y se encamina difícilmente hacia el
adulto que será. Este requiere elaboración acerca de tres duelos fundamentales:
a) el duelo por el cuerpo infantil perdido; el tratar con la imposición en el
individuo de los cambios biológicos que lo tornan desvalido con respecto a su
propio organismo. Así podemos situar una de las causas de la angustia dominante
durante ese período. b) El duelo por el rol y la identidad
infantil y c) El duelo por los padres de la infancia.
Además no es posible soslayar que es
esperable que la situación se complique por la propia actitud de los padres,
quienes también tienen que aceptar su propio envejecimiento y el hecho de que
sus hijos ya no son niños. El termino sentimiento de identidad es más
globalizante haciendo que partes tanto conscientes como inconscientes
interactúen en función de esta. La identidad se organiza sobre la base de las
fantasías inconscientes de cada sujeto, se puede afirmar que este sentimiento
es único para cada individuo y que sólo él mismo lo puede experimentar de
manera subjetiva.
Sólo cuando el sujeto se diferencia
de lo que era cuando niño, haciendo clara distinción entre lo propio y lo ajeno
y aceptando lo que ha perdido y ganado al pasar a ser adolescente es que podrá
experimentar un verdadero sentimiento de identidad. Este sentimiento se
construye a partir de las experiencias vividas por el sujeto (tanto
positivas como negativas), lo que los demás le devuelven como imagen reflejada
de sí y las identificaciones que ha realizado y aún realiza en su vida. Dentro
de este intercambio, la imagen física de sí, es esencial para la adquisición
del sentimiento de identidad y un esquema corporal. Ante esto la función
fundamental de la familia es “lo irreductible de la transmisión de
un deseo que no sea anónimo” y su incidencia en la transformación de un
organismo vivo en un sujeto humano. Y nosotros como padres, permanecer lo más
inalterables posibles (ya que para la visión del adolescente todo cambia, su
propio cuerpo, su voz, su mirada del mundo, etc), ante el hambre de
identificaciones del joven adolescente. Así, de lo que se trata
fundamentalmente es de hacer al viviente un sujeto del deseo, darle un lugar
simbólico, un lazo de parentesco, una posición en las generaciones y una
identidad civil.
Un púber o un adolescente depende de un adulto, no para sobrevivir sino en cuanto a la escucha, el respeto, las normas y el afecto que permitan una forma de transmisión esencial en el contexto de lo humano. Es decir ante este proceso que atraviesa el joven es esencial que los padres lo sepan acompañar, con todo lo que la palabra implica.
Un púber o un adolescente depende de un adulto, no para sobrevivir sino en cuanto a la escucha, el respeto, las normas y el afecto que permitan una forma de transmisión esencial en el contexto de lo humano. Es decir ante este proceso que atraviesa el joven es esencial que los padres lo sepan acompañar, con todo lo que la palabra implica.
Los adolescentes se encuentran en un
momento clave de transformación psíquica, de reorganización subjetiva, tramitando
el despegue de los referentes identificatorios parentales de la infancia.
En este pasaje de lo familiar a lo extrafamiliar, revisten fundamental importancia los apoyos o referentes que la sociedad aporte, como indicadores y soportes de dicho pasaje.
En este pasaje de lo familiar a lo extrafamiliar, revisten fundamental importancia los apoyos o referentes que la sociedad aporte, como indicadores y soportes de dicho pasaje.
Me pregunto: ¿Cuáles son esos
apuntalamientos en este momento de crisis de las significaciones imaginarias
sociales?
Los ideales, son una construcción que
surge en el seno de la sociedad a la que se pertenece y se constituyen como
instancia fundante de la subjetividad, a partir de los modelos culturales que
circulan en un momento histórico determinado. Los ideales encarnados en
figuras, modelos, a la par que abren un espacio de contención, de puntos de
anclaje, permanencia y pertenencia a una clase, a un grupo, a una familia,
significan y sostienen el acceso a la diferencia y son la condición de abrir a
la novedad.
Lo que caracteriza al adolescente es su sufrimiento inconciente, el cual puede manifestarse de tres maneras diferentes: 1) Por medio de una neurosis de crecimiento, la adolescencia es una neurosis sana, necesaria para volverse adultos. Esta neurosis (angustia, tristeza o rebeldía) traduce un sufrimiento inconsciente moderado; 2) Comportamientos peligrosos que interpretamos como la puesta en acto de un sufrimiento inconsciente intenso; 3) Por medio de perturbaciones mentales, principalmente la esquizofrenia, los TOC, las fobias, la depresión, los desordenes alimentarios crónicos y las perversiones sexuales, que revelan un sufrimiento inconciente extremo.
Lo que caracteriza al adolescente es su sufrimiento inconciente, el cual puede manifestarse de tres maneras diferentes: 1) Por medio de una neurosis de crecimiento, la adolescencia es una neurosis sana, necesaria para volverse adultos. Esta neurosis (angustia, tristeza o rebeldía) traduce un sufrimiento inconsciente moderado; 2) Comportamientos peligrosos que interpretamos como la puesta en acto de un sufrimiento inconsciente intenso; 3) Por medio de perturbaciones mentales, principalmente la esquizofrenia, los TOC, las fobias, la depresión, los desordenes alimentarios crónicos y las perversiones sexuales, que revelan un sufrimiento inconciente extremo.
Ustedes me preguntarán: ¿Por qué
nuestros adolescentes son tan conflictivos en la casa? Yo les diré que ellos se
sienten sumamente frágiles, esto es porque su construcción identificatoria (Su
Yo) está inacabada en su formación, y es frágil también porque está amenazado
entre las pulsiones que irrumpen en el cuerpo y un pensamiento rígido que
quiere reprimirlas, ante esto y para compensar tanta fragilidad, ellos se aman
desmesuradamente y se vuelven muy susceptibles, ya que sienten la más mínima observación
procedente de los adultos como una herida en su amor propio. Por lo tanto, para
evitar la eventualidad de tal herida, desarrolla una susceptibilidad enfermiza
que les hace decir a los padres ¡ No se les puede decir nada!,
subsiguientemente rechazan toda solicitación que venga de los padres; la
susceptibilidad histérica del adolescente se explica por su miedo a no estar a
la altura de lo que se le pide y a sentirse humillado, o por el contrario, por
su miedo a responder demasiado bien al pedido de los padres, de hacerlos
felices y de sentirse humillado por la idea de que ellos consideren como el
objeto servil de su placer, por lo tanto el adolescente, se halla en constante
rebeldía, se vuelve difícil de soportar en la casa y difícil de manejar por sus
padres.
Pero a no confundir, también la
adolescencia es una de las etapas más maravillosas por la que nos toca pasar a
los seres humanos, ya que su impulso creador es maravilloso debido a que hoy en
día y ya siendo adultos, todo lo que construimos está erigido con la energía y
la inocencia del adolescente que sobrevive en nosotros, es decir, por haber
transitado el camino de los sueños.
Como dijo Alfred Victor de Vigny:
“Una vida lograda es un sueño de adolescente realizado en la edad madura”.
Autor: Sergio J. Ferreyra
Fuente: Diariodemocracia.com
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