Uno de los descubrimientos más notables de las neurociencias ha sido la determinación de los circuitos de recompensa
Se
sabe que Fedor Dostoievski escribió una de sus novelas más reconocidas, El
jugador, acosado por las deudas, el apasionamiento amoroso y el desatino. Se
suele ver el reflejo de esa pesadumbre en Alexei Ivánovich, el protagonista de
la novela, un hombre seducido por la bella Polina, pero también por el juego.
Tanto, que en los últimos párrafos se confiesa diciendo: "Si pudiera
dominarme durante una hora, sería capaz de cambiar mi destino".
Esta
frase permite definir de manera categórica de qué hablamos cuando hablamos de
adicción, una forma particularmente peligrosa de búsqueda de placer.
La
adicción afecta el cerebro, lo secuestra
La
adicción fue considerada durante mucho tiempo como una debilidad moral o una
falta de fuerza de voluntad. Por el contrario, actualmente es reconocida como
una enfermedad crónica con cambios cerebrales específicos. Así como la
enfermedad cardíaca afecta el corazón y la hepatitis, el hígado, la adicción
afecta el cerebro, lo secuestra. De hecho la palabra "adicción"
deriva del latín "esclavizado por" y se manifiesta en el anhelo por
el objeto del que se es adicto, la pérdida de control sobre su uso y la necesidad
imperiosa de continuar así a pesar de las consecuencias adversas que eso
conlleva. Durante muchos años se creía que sólo el alcohol y las drogas podían
causar adicción. Investigaciones recientes han demostrado que ciertas
actividades como el juego, las compras, el sexo, la comida e, incluso, la
tecnología, también pueden cooptar el cerebro y son registrados por éste en
forma similar a las drogas y el alcohol. El consenso científico actual sugiere
que estos placeres pueden representar múltiples expresiones de un proceso
cerebral común subyacente.
Uno
de los descubrimientos más notables de las neurociencias ha sido la
determinación de los circuitos de recompensa. Se trata de mecanismos de placer
que involucran diferentes regiones cerebrales que se encuentran comunicados
mediante mensajeros químicos llamados "neurotransmisores". La
dopamina es un mensajero químico involucrado en la motivación, el placer, la
memoria y el movimiento, entre otras funciones. En el cerebro, el placer se
produce a través de la liberación de la dopamina en el "núcleo
accumbens", una región a la cual los neurocientíficos llaman el
"centro de placer del cerebro". Justamente la acción de una droga
adictiva funciona a partir de la influencia en ese sistema.
Como
sabemos, algunos adictos llegan a focalizarse en conseguir y disfrutar de la
droga excluyendo todos los demás aspectos de sus vidas: descuidan a su familia,
su trabajo, su propia salud. A sabiendas de que se están destruyendo a sí
mismos, siguen con el consumo de la droga y, a medida que continúan con su uso,
se hacen tolerantes. Así, las dosis que inicialmente utilizaron para
estimularse ya no son eficaces y necesitan usar una dosis más alta. En la
década de 1950, dos psicólogos canadienses, James Olds y Peter Milner, hicieron
unos experimentos muy famosos en los cuales implantaron electrodos en el
cerebro basal de las ratas y descubrieron que las drogas adictivas pueden
liberar de dos a diez veces -y de forma más rápida- la cantidad de dopamina que
las recompensas naturales.
En los
comportamientos compulsivos fallan los frenos del cerebro, aquellos que
deberían ejercer el control cognitivo
Antes
se pensaba que la experiencia del placer era suficiente para inducir a la gente
a seguir buscando una sustancia adictiva. Pero nuevas investigaciones sugieren
que la situación es más compleja. La dopamina no sólo contribuye a la
experiencia del placer, sino que también desempeña un papel en el aprendizaje y
la memoria, dos elementos clave en la transición de consumir algo a convertirse
en adicto. La investigadora Nora Volkow, en Estados Unidos, utilizó una técnica
de neuroimágenes denominada "tomografía por emisión de positrones"
para etiquetar los receptores de dopamina en el cerebro humano y descubrió que
efectivamente el funcionamiento normal del sistema dopaminérgico cerebral parece
estar afectado en el abuso crónico de drogas. Sin embargo, este estudio planteó
preguntas fundamentales a partir de esa conclusión: ¿Son estos cambios en los
receptores dopaminérgicos de los consumidores de drogas las consecuencias del
abuso en el consumo o es el abuso de drogas una consecuencia de una
predisposición biológica, lo que quiere decir que estos cambios en los
receptores dopaminérgicos están antes del consumo de drogas
Otro
enigma recurrente es el que plantea el comportamiento, a menudo impulsivo, de
algunos consumidores de drogas. Nuevamente se evidencia la pregunta sobre cuál
es la causa y cuál es el efecto. La vulnerabilidad genética contribuye al
riesgo de desarrollar una adicción. Los estudios de gemelos y adopción muestran
que alrededor del 40% al 60% de la susceptibilidad a la adicción es
hereditaria. Pero el comportamiento juega un papel clave, especialmente cuando
se trata de reforzar un hábito. Cada uno de nosotros tiene que tomar decisiones
acerca de si realizamos algo que queremos hacer o no (por ejemplo, desear comer
un chocolate pero no hacerlo para evitar consecuencias negativas en el mediano
plazo). A veces esto no se puede controlar, pero son más las veces que uno
puede. En las personas que son adictas, como vimos en el personaje de El
jugador, este control es muy difícil. En los comportamientos compulsivos fallan
los frenos del cerebro, aquellos que deberían ejercer el control cognitivo.
La
adicción se aprende y se almacena como memoria en el cerebro por lo que la
recuperación es un proceso lento
La
persona que es adicta no quiere serlo. Su adicción ya le costó su trabajo, su
pareja, su bienestar. Sin embargo, no puede resistir la tentación. Como dijimos
al principio, se trata de una enfermedad de la que actualmente no existe cura.
Se la debe tratar como otras enfermedades crónicas (hipertensión, asma, cáncer)
y, como tal, mantener el tratamiento ya que, de otro modo, el paciente recae.
La adicción se aprende y se almacena como memoria en el cerebro por lo que la
recuperación es un proceso lento. Incluso después de que una persona renuncia,
por ejemplo, al consumo de drogas, durante semanas, meses, e incluso, años, la
exposición al sitio de la droga, caminar por una calle donde la compraron o
tropezar con personas que siguen consumiendo les trae un tremendo impulso a
querer consumir de nuevo. Existe una serie de tratamientos que lograron
eficacia, por lo general al combinar estrategias de autoayuda, de psicoterapia
y de rehabilitación. Para algunos tipos de adicciones, ciertos medicamentos
también pueden ayudar.
En
una carta de mayo de 1867, el propio Dostoievski -no ya su personaje- le cuenta
mortificado a su esposa que todo el dinero con el que contaba lo ha perdido en
el casino. Así le describe el escritor ruso su derrotero: "Al principio
perdí muy poco, pero cuando comencé a perder, sentía deseos de desquitar lo
perdido y cuando perdí aún más, ya fue forzoso seguir jugando para recuperar
aunque sólo fuera el dinero necesario para mi partida, pero también eso lo
perdí." Y le promete para el futuro: "De hoy en adelante voy a
trabajar, voy a trabajar y voy a demostrar de qué soy capaz." El mismo
desaliento y el mismo propósito de enmienda de todos cuando lo que no se puede
es dominarse y, de este modo, cambiar el destino. Así y todo, pudo cumplir con
eso de escribir y demostrar de todo lo que era capaz.
Por Facundo
Manes | Para LA NACION
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