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¿Conocimiento o percepción?

Muchas personas se afligen ante la muerte pero debe quedar claro que es sólo percepción, nadie muere.

14 ene, 2012 
Por Rodrigo Joaquín del Pino, especial para El Ciudadano.- Aquello que tiene una forma, que posee una imagen, y que cambia, que se transforma, pertenece al mundo de la percepción. No puede decirse que es conocimiento, justamente, porque cambia. Y aquello que cambia no es estable. Lo que se percibe cambia constantemente y por lo tanto no se lo puede conocer. En el mundo que miras no aprendes conocimiento sino que acumulas percepciones. El conocimiento es parte de tu identidad, pero lo has olvidado, tiene que ser revivido, no es algo que se recolecta desde afuera. No se puede conocer algo que está dentro del tiempo y del espacio.

El conocimiento es aquello que tú sabes perfecto pero no se puede percibir. El sufrimiento es producto de la percepción. La percepción comenzó cuando te dormiste al amor. El Vedanta dice: “La percepción comienza cuando pierdes el conocimiento, cuando olvidas tu identidad original pura”. Esa identidad es de inmaculado amor a la Divinidad, a ti mismo y a Todo. Luego del olvido de ese amor, se establece la separación como creencia profunda, y allí nace la percepción y la idea de escasez. En esa instancia te duermes y sueñas un mundo de dualidad, de ganancia y pérdida, de victoria y derrota, de vida y muerte, tal como lo ves.
Para acceder al conocimiento que está dentro de ti tienes que liberar percepción. Tienes que soltar las imágenes de dualidad que ves del mundo y que funcionan como defensas y alimento de tu ego. Parece difícil, pero es en verdad, lo que has venido a hacer. Pero no puedes percibir y conocer a la vez. El conocimiento se restablece en la mente cuando está liberada la percepción. Se percibe en dualidad, se conoce en unidad.

Pensamiento erróneo
La percepción es el pensamiento erróneo o la estructura de visión del ego. La percepción de la dualidad es debido a que te has corrido de tu centro. Allí no te puedes conocer ni conocer a los demás en su inocencia, tampoco puedes conocer a Dios. Vives en un mundo de ideas. Percibes culpa y culpabilidad, y por lo tanto, las máscaras corporales y mentales en los demás y en ti. Percibes un mundo de placer y de peligro a la vez.
En los escritos de la India, específicamente en el Bhagavad-Gita, se declara: nasato vidyate bhavo nabhavo vidyate satah; es decir, “de lo no existente, el cuerpo físico, no hay permanencia, y de lo eterno, el espíritu, no hay cambio”. Tú percibes tu cuerpo, tu casa, tus pensamientos en forma de imagen, el cuerpo de tu hijo, los demás cuerpos. Tú percibes el mundo y sus paisajes, y percibes tus emociones y estados de ánimo. Pero no te conoces. No sabes quién, ni qué eres. Tampoco conoces a nadie en absoluto, sólo percibes sus cuerpos burdos y sutiles. En otras palabras, los estás pensando. Sólo cuando puedas conocer aquello que percibes lo estarás amando. Percibes desde el temor, conoces desde el amor. Es por eso que nada ni nadie es malo, simplemente no lo ves, no lo puedes conocer. Y es únicamente porque le temes a la gente o a las cosas, o las deseas, que no las puedes conocer. Apego y aversión son las dos caras de la ceguera. Ver sólo cuerpos es la manera que tenemos de no ver. Recuerda que percibir los pensamientos e intensiones de otro es también ver su cuerpo. Todo esto pertenece aún al mundo de la negación de la realidad. Ver la dualidad es la manera que tenemos de estar ciegos. El mundo, tal como lo percibes, da muestras de tu miedo, pero conocerte a ti mismo es la prueba de tu amor.

Deseo y pesar
La percepción confunde y genera deseo y pesar. Muchas personas se afligen por la muerte pero tiene que quedar en claro que es sólo percepción, nadie muere. Tú no sabes qué sucede, buscas una persona que ahora está fuera de tu percepción física. No murió, sólo abandonó un ropaje para seguir su viaje. Cuando elevamos la percepción de este mundo físico a la esfera del conocimiento o plano espiritual se erradica el temor de la mente. No puedes percibir a alguien sin temerle. No puedes conocer a alguien sin amarlo. Conocer es ver inocencia, porque el espíritu es puro. Conocer es ver. En cambio, percibir es interponer tu pasado no perdonado. Percibir es teñir. Es ver sin amor o sin perdón las cosas. La profunda creencia en la separación deviene en miedo y culpa por haber cometido un error. Y sueñas tu cuerpo y el cuerpo de los demás como emblema de la dualidad.

Dormidos
Te precipitas cuando estos objetos soñados se desvanecen. Pero no hay duda de que la temporalidad y la pérdida de los objetos soñados son hechos terapéuticos universales, pues te despiertan de la ilusión. Aún hoy seguimos dormidos en el regazo de la Divinidad, soñando y percibiendo, y la prueba es la sensación de supervivencia. La verdad se puede conocer, pero no percibir. Se conoce con la mente y se percibe con los sentidos. Cuando buscas protección es que crees en la percepción, cuando sabes que no hay nada que proteger es que conoces. Saber del ser inmortal que está detrás del cuerpo de tu hijo, pareja, madre o amigo, es sanar, es salvar, y es amar. No puedes odiar sin odiarte ni amar sin amarte. ¡Estás encerrado! No existe descripción que puedas hacer del mundo ni de nadie que no hable únicamente de ti. No existe el afuera, porque todo es tu visión, tu manera de ver. Cuando hablas de algo o alguien te estás describiendo. Eres obligado a ser responsable del amor que eres. Ya no puedes escapar. Eres tú en todo momento. Pasar por alto los errores y perdonar en todos los niveles corrige la percepción errónea. La actitud de no enjuiciar es percepción correcta. No emitir opinión propia y esperar la guía interior, lo que para el ego es inseguridad, también es percepción correcta, y conduce al conocimiento.
Ya tienes lo que buscas, ya eres el amor que anhelas, y con suspiros puedes dar fin a la percepción.

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