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Einstein sobre Gandhi y El Mundo como lo veo - Einstein


Creo que los puntos de vista de Gandhi son los más ilustrados de todos los hombres políticos de nuestro tiempo. 

Debemos esforzarnos por hacer las cosas con su espíritu: no usar la violencia para luchar por nuestra causa, pero no participar en algo en lo que creemos que es malo.
 No me referiero únicamente al problema técnico de asegurar y mantener la paz, sino también a la importante tarea de la educación y la iluminación. Si queremos resistir a los poderes que amenazan con reprimir la libertad intelectual e individual, debemos mantener claramente ante nosotros lo que está en juego y lo que debemos a la libertad que nuestros antepasados nos ganaron después de duras luchas [...] 
 Sin esa libertad no habrían existido Shakespeare, ni Goethe, ni Newton, ni Faraday, ni Pasteur, ni Lister. 
 No habría casas cómodas para la masa del pueblo, ni ferrocarril, ni radio, ni protección contra epidemias, ni libros baratos, ni cultura, ni disfrute del arte para todos.
La ciencia ha proporcionado la posibilidad de liberación para
Humanos a partir del trabajo duro, pero la ciencia en si misma no es libertadora. 
Crea medios, no metas.
Cuando las ideas de la humanidad son guerra y conquista, esas herramientas se vuelven tan peligrosas como la maquinilla de afeitar en manos de un niño de tres..
No debemos condenar al hombre porque su inventiva y paciente conquista de las fuerzas de la naturaleza son explotadas con fines falsos y destructivos. 
 El destino de la humanidad depende enteramente de su desarrollo moral.

 "Los ideales que ha iluminado mi camino y una y otra vez me han infundido valor para enfrentarme a la vida han sido: la bondad, la belleza y la verdad"

 

¿Qué le hace la depresión a tu cerebro?

La depresión es la verdadera pandemia de nuestro siglo. Es un trastorno común que segun  la Organización Mundial de la Salud, actualmente safecta a más de 350 millones de personas en el mundo, que cada año se cobra la vida de aproximadamente 1 millón de personas y cuyas consecuencias pueden llegar a ser muy discapacitantes. Aproximadamente un 71% de quienes padecen depresión intenta ocultarlo. 
Aunque se trata de un trastorno psicológico, en su base se suelen encontrar factores genéticos y provoca cambios profundos en el cerebro.

 Mujer triste fingiendo sonrisa
 
Aunque los psicólogos y neurólogos a menudo hablan de la depresión como una entidad o un mero concepto, a veces es necesario escudriñar más allá. La depresión no es algo ajeno. De hecho, es probable que alguna de las personas que conoces y ves todos los días, la padezca. Por eso, es importante romper muchos de los mitos que se han generado sobre este trastorno y que no sirven más que para empeorar un estado de ánimo abatido de por sí.

Un estudio publicado en la revista Molecular Psychiatry analizó el cerebro de 8.927 personas, entre ellas 1.728 que padecían depresión mayor. Los neurocientíficos descubrieron que mientras más episodios depresivos habían sufrido, más pequeño era su hipocampo, un área del cerebro vinculada con la memoria a largo plazo, la formación de recuerdos y la conexión de estos con las emociones.
Estos resultados están en sintonía con una investigación anterior publicada en la revista JAMA Psychiatry en la que se les dio seguimiento durante tres años a personas que padecían depresión. Los investigadores comprobaron que este trastorno estaba vinculado con una reducción considerable de la densidad de materia gris en tres zonas del cerebro: el hipocampo, la amígdala y la corteza prefrontal.

Todo parece indicar que en la persona deprimida la amígdala, una zona relacionada con el procesamiento de las emociones, se desacopla de la red emocional. Esto haría que procesen con menos precisión las situaciones que tienen un impacto emocional y, por ende, que perciban los hechos neutros como negativos. En práctica, sería el mecanismo que les hace ver el mundo de color gris.

De hecho, estos cambios a nivel cerebral agudizan los síntomas de la depresión. No solo afectan la capacidad para regular las reacciones emocionales y concentrarse, sino que además se encuentran en la base de la pérdida de la memoria y la aparición de pensamientos negativos recurrentes.

La culpa podría ser de la inflamación

Una teoría para explicar la reducción de volumen que experimenta el cerebro como resultado de la depresión apunta al aumento de cortisol, que desencadena una respuesta inflamatoria en el organismo y provoca daños a nivel molecular. De hecho, el cerebro de las personas que padecen depresión mayor muestra un 30% más de inflamación que un cerebro sano.

El proceso inflamatorio está vinculado a las citoquinas, unas moléculas que son capaces de traspasar la barrera sangre-cerebro y afectar las funciones cerebrales. Las citoquinas pueden llegar a dañar las sinapsis reduciendo la disponibilidad de monoaminas, cuya disfunción se encuentra en la base del mecanismo patofisiológico de la depresión. Además, expone las células nerviosas al estrés oxidativo, causando su muerte.

¿Estos daños se pueden revertir?

La depresión tiene consecuencias graves, pero la plasticidad cerebral juega a favor de las personas que sufren este trastorno. En 1996 se descubrió la neurogénesis, el crecimiento de nuevas células nerviosas, que comienza precisamente en el hipocampo, donde se desarrollan las células madre que más tarde se dividen y forman nuevas células nerviosas especializadas en distintas funciones.
En un cerebro sano los procesos de degeneración y regeneración están equilibrados, pero en las personas que sufren demencia y depresión prevalece la degradación. Sin embargo, combatir la depresión, ya sea a través de la psicoterapia, los antidepresivos o incluso el ejercicio físico, puede revertir algunos de los daños a nivel cerebral que provoca este trastorno, estimulando el nacimiento de nuevas células nerviosas.

Las personas deprimidas a menudo se sienten indefensas, sin esperanza, sin valor y creen que sus vidas están fuera de control. Sin duda, se trata de una condición compleja, que significa mucho más que simplemente “estar tristes” o sentir que la vida no tiene sentido. De hecho, se ha demostrado que algunas zonas del cerebro de estas personas están profundamente afectadas por la depresión y funcionan de manera diferente. Por eso, para ayudar a una persona deprimida, el primer paso es comprender realmente qué le sucede, entender cómo funciona su mente.

Lo que me gustaría que las personas supieran sobre la depresión

Me gustaría que las personas supieran que la depresión es un problema complejo, que es una condición tanto fisiológica como psicológica, que no se puede simplificar para intentar encajarla dentro de esa pequeña caja donde metemos nuestros estereotipos y creencias. 
El proceso de recuperación puede ser largo y  no existe un único camino, porque la sanación se alimenta de diferentes fuentes. Cada quien debe seguir su propio camino.

La depresión no ocurre en un vacío sino que es parte de una intrincada red de sistemas biológicos (nervioso, digestivo, endocrino, respiratorio) y que suele atacar tanto al cerebro como a la tiroides y, por supuesto, al corazón. Que si queremos ayudar realmente a esas personas, no basta con recetar antidepresivos, debemos adoptar una perspectiva holística.

Un cuadro depresivo sin tratamiento incrementa el riesgo de sufrir otras enfermedades, desde trastornos neurodegenerativos como el Parkinson y la esclerosis múltiple hasta la gripe, un ictus o una enfermedad respiratoria. Y que las personas deprimidas tienen un riesgo mayor de morir a causa de estas patologías.

Me gustaría que las personas les ofrecieran a quienes luchan contra la depresión, la misma compasión y comprensión que suelen darle a quienes tienen cáncer, artritis, lupus o cualquier otra enfermedad aceptada socialmente. Que no las discriminaran ni juzgaran y, sobre todo, que no les colocarán la etiqueta de “enfermos mentales”.

La depresión severa no es algo que se pueda curar participando en un seminario ofrecido por el gurú de turno y que a pesar de la increíble neuroplasticidad de nuestro cerebro, es imposible que una persona deprimida supere su problema recurriendo solo a los pensamientos positivos. Aunque estas personas creen nuevas conexiones e intenten cambiar su actitud, no pueden convertir una bombilla en un elefante de la noche a la mañana, de la misma forma en que dejar de pensar en un tumor no hará que este desaparezca.

 Quienes sufren depresión también son capaces de fingir una sonrisa durante las dos horas que dura la cena, para después llegar a casa y teclear en Google “la forma más fácil de enfermar de cáncer”. Me gustaría que supieran que las personas más deprimidas merecerían un Premio Óscar por sus actuaciones, porque se esfuerzan por llevar una vida normal, solo para no entristecer o preocupar a quienes están a su alrededor, o porque les asusta mostrarse vulnerables.

Los medicamentos no ofrecen todas las respuestas y que las endorfinas que se liberan durante el ejercicio físico no son más que pequeños parches para una herida que necesita puntos de sutura. Que los complementos alimenticios ayudan pero no son mágicos y que el yoga puede ser eficaz en algunos casos pero completamente inútil en otros.  
La peor parte de la depresión es la soledad, la incapacidad para expresar la angustia que se lleva dentro. Y que una sociedad que demanda siempre caras felices y sonrientes, solo hace que estas personas se sientan aún más solas e incomprendidas, además de impedirles contar la verdad sobre su estado.

Quienes luchan contra la depresión no son perezosos o débiles y no les falta fuerza de voluntad ni compromiso. De hecho, el cerebro de las personas deprimidas, visto en un escáner, luce diferente y funciona de manera diferente, porque hay pérdida de densidad neuronal en algunas zonas. No es su culpa.
Para quien sufre depresión, lo más difícil del mundo es mantenerse vivo día tras día, porque cada mañana llega cargada de una dosis descomunal de desesperanza. Que lo que para nosotros es normal y damos por descontado, para la persona deprimida es un reto tan grande como subir el Everest.

La depresión no excluye la gratitud, que alguien puede sentirse deprimido y agradecido al mismo tiempo y, por eso, lo mejor que podemos hacer por esa persona es creer en ella y sostenerla a lo largo de ese viaje.

En la mente de la persona deprimida: 5 insights:

1. Incapacidad para establecer objetivos específicos
Las personas deprimidas tienen una tendencia a la sobregeneralización y a pensar de forma abstracta. Ejemplo de ellos son frases como "todo es lo mismo” o “ya nada me importa". De hecho, un estudio realizado en la Universidad de Liverpool ha puesto de manifiesto que las personas deprimidas suelen plantearse objetivos de carácter más general y abstractos. Esto también significa que les resulta más difícil llevarlos a la práctica ya que sus metas no son muy precisas ni fácilmente cuantificables. De esta forma, es más probable que se vean atrapados en un círculo de ilusiones rotas y expectativas irreales.

2. Problemas de memoria
Uno de los síntomas menos conocidos de la depresión, pero también uno de los más negativos, son los problemas de memoria. Se ha podido apreciar que las personas que padecen depresión durante años, terminan desarrollando dificultades en la memoria declarativa, que es la que se encarga de recordar hechos específicos, como los nombres o los lugares. De hecho, un estudio particularmente interesante realizado en la Brigham Young University descubrió que las personas deprimidas pierden la capacidad para diferenciar las experiencias similares. Y es que la depresión desdibuja la memoria.

3. Dificultad para recordar los buenos tiempos
La mayoría de las personas no tienen dificultades para rememorar los buenos tiempos. De hecho, se trata de un recurso que podemos utilizar cuando estamos desmotivados, tristes o melancólicos. Sin embargo, esta tarea puede ser complicada para las personas deprimidas ya que suelen centrarse en las dificultades y hechos negativos, más que en los buenos momentos. Esto se debe al hecho de que los pensamientos depresivos, cuando se dejan libres, simplemente atraen otras ideas depresivas, formando un círculo vicioso de negatividad del cual es difícil salir.

4. Realismo depresivo
Un estudio particularmente interesante realizado en la Kent State University desveló un hecho sorprendente: las personas deprimidas tienen una visión más realista del mundo. De hecho, el resto de las personas sufren una especie de “optimismo adaptativo”, el cual les permite ver la vida desde un prisma más positivo. Sin embargo, las personas deprimidas no tienen ese prisma por lo que pueden evaluar su propio desempeño con mayor precisión e incluso son capaces de prever con mayor fiabilidad algunas situaciones del futuro. Sin embargo, lo que a primera vista puede parecer un don, en realidad les sume aún más en la depresión.

5. Más dolor físico
Para colmo de males, cuando una persona está deprimida, experimenta un nivel mayor de dolor físico. Así lo comprobó un experimento realizado por investigadores de la Universidad de Oxford. En el estudio se pudo apreciar que cuando se provocaba un estado de ánimo negativo, marcado por la tristeza, el cerebro de las personas reaccionaban con mayor intensidad ante el dolor y ellos mismos reconocían que encontraban estos estímulos más desagradables y más difíciles de soportar.


Fuentes:
Dickson, J. M. & Moberly, N. J. (2013) Reduced Specificity of Personal Goals and Explanations for Goal Attainment in Major Depression. PlosOne; 8(5).
Shelton, D. J. & Brock, C. (2013) A possible negative influence of depression on the ability to overcome memory interference. Behavioural Brain Research; 256(1): 20–26.
Moore, M. T. & Fresco, D. M. (2012) Depressive realism: A meta-analytic review. Clinical Psychology Review; 32(6): 496–509.
Berna, C. et. Al. (2010) Induction of Depressed Mood Disrupts Emotion Regulation Neurocircuitry and Enhances Pain Unpleasantness. Biol Psychiatry; 67(11):1083-1090.
Borchard, T. (2014) What I Wish People Knew About Depression. Everyday Health.
Ronconpsicologia.com

Frases

 
 

La felicidad como motor de productividad

Mathew Killingsworth, investigador con doctorado de la Universidad de Harvard, llegó a una conclusión apasionante en sus estudios sobre el ser humano y su entorno laboral. En una nota publicada en El Tiempo, se cita al profesor estipulando que “ser feliz es la llave maestra para que las personas sean más productivas en la sociedad y alcancen el progreso individual”. Incluso, dice él en la misma nota, que las personas obtienen más felicidad en un buen entorno laboral que con un aumento de sueldo.
 Resultado de imagen para felicidad incrementa la productividad

Como si de un complemento se tratara, en otro prestigioso medio se cita el estudio de la firma Talent Management Consulting, en cuya conclusión se lee claramente que cuando “las personas tienen niveles altos de dopamina y serotonina, aumentan la capacidad cerebral a un 100% y en igual porcentaje, la productividad”.

Y, encontrando un cierre, la consultora Towers Watson publica un estudio bajo el título de Global Workforce Study, para el que entrevistó a 32,000 empleados de treinta países. Las conclusiones de él son tajantes: para el 72% de las personas es más fácil comprometerse con su trabajo si considera que su superior es eficaz.

El diagnóstico es contundente: para mejorar la productividad en las empresas, sus empleados deben ser felices. No obstante, y tal y como se lee en una publicación de El País de España, las empresas se encuentran constantemente con una insatisfacción personal por parte de sus empleados.

Y es allí, en ese punto, donde encuentra mucho sentido lo profesado por la mexicana Rosy D’ Amico, autora del libro El poder de estar contigo, de la editorial Planeta. “Ser feliz -nos cuenta la escritora, después de una conferencia dada en Chicago- es algo que pasa por definir el ser en complemento con el tener”. Para la natural de León, quien hizo sus estudios con gurús de talla internacional como Anthony Robbins y Cloe Madenes, lo importante es “el reencuentro con uno mismo y disfrutar la conexión con lo más preciado que cada quien tiene. Allí es donde las personas van encontrando tranquilidad, felicidad y, por ende, más productividad en su vida”.

Su historia en su profesión, como coach y conferencista, tuvo inicio en una dura experiencia personal. “Hace trece años yo sentía que tenía la vida perfecta: mi esposo ideal, mis dos hijos, la casa anhelada… Y de repente, me arrancan ataques de pánico. Un desespero con todo en mi vida que me llevó a incluso tener pensamientos suicidas. Comencé a estudiar a profundidad sobre estos temas, porque clínicamente no encontraba solución, no hallaba la pastilla mágica, y llegué a este conocimiento”.

Lo importante, para Rosy D’ Amico, es “que cada uno se enamore de su propia historia. Somos seres que hemos logrado cosas increíbles y lo olvidamos. A todo lo que nos pasa le tenemos un ‘por qué’ y comenzamos a encontrarle un trasfondo negativo”. Para ella, la relación de éxito y buena salud emocional es clara e inconfundible. “Malgastamos nuestra energía. Somos como una taza que está llena con nuestras emociones y situaciones de vida, y lo que tenemos es que aprender a vaciarla para llenarla con lo que queremos y realmente necesitamos”.
Para el autor de estas líneas, el objetivo de D’Amico es darle herramientas a las personas para que limpien su interior, superen sus conflictos internos y puedan canalizar sus fuerzas en las áreas de su vida que más la necesitan: su familia, su trabajo, su carrera, sus sueños. En una frase, como ella misma lo dice: “en expandir el potencial que tenemos”.

“Como seres humanos, nos desconectamos con nosotros mismos y en ese momento, no nos hallamos en el mundo. Lo importante entonces es hacer un alto en el camino y recapacitar sobre nuestra posición a nuestro alrededor. Hacer una conexión entre nuestra mente, cuerpo y emociones”. Lo anterior, dicho en conversación por D’Amico para este texto, encuentra sustento en los estudios de la psicóloga Ingrid Alvarado Ortiz, experta en neurofelicidad para la productividad empresarial. Para ella, “antes el cerebro era una cosa, el cuerpo otro y las emociones otra. Ahora, resulta que el cuerpo maneja las emociones y el cerebro también; por medio de la bioquímica”.

La felicidad, en palabras de nuestra entrevistada, pasa por reconectarnos con nuestro ser interior. Pero, ¿cómo lograr esto último? Varias recomendaciones de la autora, podemos dar fe, han sido bastante útiles.

“En la mañana, cuando te levantas, saludas a todo el mundo alrededor, menos a ti mismo. Párate en la mañana frente al espejo y habla contigo, explórate preguntándote sobre ti, pero libre de prejuicios. Cuando saludamos a las personas, sin importar cómo estamos, respondemos con el clásico “bien y tú”. Usar esa expresión es una forma de cerrarnos a la comunicación. Es una forma de decirle a la otra persona: no te importa cómo estoy y no me importa cómo estás. No lo hagamos, seamos más abiertos, más sinceros. Todos los días, regálate cinco minutos. No se trata de salir a fumar un cigarrillo o beberse un trago, es cinco minutos en donde te desconectes de todo, donde puedas explorar tu interior en paz. Te vas a encontrar con cosas fascinantes”.

Nuestra vida laboral es una constante lucha por alcanzar metas cada vez más grandes, y, por eso, vamos encontrando obstáculos en el camino. “Lo importante -dice la entrevistada- es tener las herramientas para que en esos momentos podamos superar esas cargas emocionales que nos van a llegar”. Incluso, también, cuando alcanzamos lo que queremos, podemos no sentirnos llenos. Como decía el gran Bernard Shaw, “hay dos grandes tragedias en la vida: no alcanzar nuestros sueños y, la otra, alcanzarlos”. “Es que muchas veces -nos deja saber Rosy D’Amico- confundimos los medios con las metas. Queremos dinero, pero no porque queramos hacer algo con él, sólo por tener dinero; un buen puesto, pero no porque queramos crear, producir, aportar, sino por encontrar un sustento; una buena casa, pero no para construir un hogar, sino para sobrevivir. Hay que saber cómo vivir los sueños cuando se alcanzan, lograr un complemento entre lo que se tiene y lo que se quiere ser. Juntar nuestro éxito empresarial con nuestra salud emocional es la clave de la felicidad. No dejar que nuestros sueños se conviertan en pesadillas y, por el contrario, transformarlos en etapas para lograr metas más ambiciosas.”

Empresas como Google, Apple y Procter and Gamble, han hecho inversiones inmensas en crear un ambiente de trabajo ameno y entretenido. D’Amico tiene una visión muy compartida sobre esto. “Debemos llevar nuestra sensación de festejo al trabajo”. Pero es claro que, si no se está feliz, ninguna actividad va a resultarnos agradable. Es por eso qué, como dice ella misma, “necesitamos en América Latina una mayor inversión por parte de las empresas en este tipo de entrenamiento para sus empleados”. Una tajante conclusión que comparte Bernardo Castaño Correa, ingeniero industrial con MBA en Negocios Internacionales y estudios en Alta Gerencia PDD, para quién “los tomadores de decisiones, una vez entienden la relevancia de esta inversión sobre sus empresas, buscarán las herramientas para poder impactar positivamente el rendimiento, la satisfacción, motivación, el clima laboral y la productividad en sus organizaciones”.

Ahí es donde entra la metodología “Refresh”, de la que D’Amico es experta. “La idea es generar dinámicas grupales, para que las personas puedan librar estrés y problemas, aprendiendo a integrar herramientas y procesos internos que los lleven a expandir su potencial en los objetivos de la empresa. Haciendo un alto en el día y a través de técnicas antiestrés, de enfoque, de liberación, se puede redirigir la energía y mejorar todo el entorno laboral”.

Hoy, también, Rosy D’Amico ha enfocado su carrera en los últimos meses en los Estados Unidos, donde se ha concentrado en dar herramientas de empoderamiento a los grupos latinos, para que puedan tener una posición más proactiva frente a la nueva situación política que se avecina, teniendo un especial énfasis en las mujeres.

Fuente: Revista Forbes

¿Cómo surge la atracción hacia otra persona?

Un estudio demuestra que no sólo el físico importa, dado que al cerebro le gustan las personas a las que puede «desnudar» emocionalmente.
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El grado de atracción entre personas aumenta al comprender los comportamientos emocionales. 

Una nueva investigación, publicada en PNAS, demuestra que el cerebro activa estrategias de recompensa positivas cuando empatiza con los sentimientos de su interlocutor y confía en su capacidad para descifrarlos.

Para los autores, el grado de atracción entre individuos aumenta al comprender de manera correcta los comportamientos emocionales del otro.

El equipo de investigadores, liderados por Silke Anders –profesor del departamento de Neurociencia Afectiva y Social de la Universidad de Lübeck (Alemania)–, evaluó si el cerebro humano tiene mecanismos para acercarse a las personas a las que puede “desnudar” de manera emocional con más facilidad, según el sitio abc.es

“Este estudio aclara los procesos neurobiológicos que podrían desempeñar un papel importante en la formación y el éxito de las relaciones sociales humanas”, explica Anders a Sinc. Para ello, los científicos observaron el comportamiento y la actividad cerebral de 92 personas.

En los experimentos de resonancia magnética los voluntarios tuvieron que adivinar qué sentimiento expresaban unas mujeres que les mostraban en una serie de videos. Los participantes tenían que elegir entre miedo o tristeza, emociones que pueden confundirse. Después, debían calificar la seguridad que tenían de haber acertado su predicción.

"Este experimento mostró que sólo cuando las señales emocionales se envían de manera eficiente, se dispara el sistema de recompensa –incluyendo el estriado ventral derecho y la corteza orbitofrontal del cerebro–, al aumentar la confianza y la atracción por el remitente”, apunta el experto.

Por último, los participantes reprodujeron el sentimiento de miedo o pena siguiendo pautas parecidas a las que recibieron las mujeres de los primeros videos, pero sin ser grabados. De este modo, el equipo pudo comparar los patrones de actividad neuronal que se produjeron en los voluntarios cuando observaron miedo o tristeza en otra persona, y los que ocurrían durante su propia experiencia emocional.

Los resultados demuestran que la forma de transmitir los sentimientos y de percibirlos varía en cada persona. En el caso de las relaciones sentimentales, los individuos son capaces de identificar mutuamente sus emociones. "La pareja experimenta mayores recompensas de forma individual", comenta Sanders.

Fuente: Prensa Libre / LifeStyle

¿Qué te hace más feliz los objetos o las experiencias?

Cuando te partes el espinazo trabajando cada día y te queda algo de dinero después de cubrir los gastos habituales del mes, tienes que asegurarte de emplearlo bien. Gasta tus ahorros en lo que, según la ciencia, te hará feliz.
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La paradoja de las posesiones

Un estudio de 20 años de duración llevado a cabo por el doctor Thomas Gilovich, profesor de Psicología de la Universidad de Cornell, llegó a una conclusión muy clara: no hay que gastar el dinero en objetos. El problema que tienen los objetos es que la felicidad que proporcionan dura muy poco debido a estas tres razones:
Nos acostumbramos a nuestras posesiones: lo que una vez nos pareció novedoso y emocionante pronto se convierte en algo normal y corriente.
Subimos el listón: la adquisición de cosas nuevas lleva a tener expectativas nuevas. En cuanto nos acostumbremos a un objeto nuevo, querremos uno mejor.
No dejamos de compararnos: las posesiones, por naturaleza, provocan comparaciones. Nos compramos un coche nuevo y nos fascina hasta que un amigo nuestro se compra uno mejor; y, por cierto, siempre va a haber alguien que tenga un objeto mejor que el tuyo.
"La adaptación es uno de los enemigos de la felicidad", afirma Gilovich. "Compramos cosas para sentirnos felices, y lo conseguimos. Pero solo durante un tiempo. Las nuevas adquisiciones nos resultan emocionantes al principio, pero después nos adaptamos a ellas".
La paradoja de las posesiones está en que asumimos que la felicidad que obtenemos al comprar un objeto durará tanto tiempo como el objeto en sí mismo. Parece lógico pensar que gastar dinero en algo que podamos ver, oír o tocar de manera permanente es la mejor inversión que podemos hacer. Pero no es cierto.

El poder de las experiencias

Gilovich y otros investigadores han descubierto que las experiencias -por breves que sean- proporcionan una felicidad más duradera que los objetos. Este es el porqué:
Las experiencias acaban formando parte de nuestra identidad. No somos nuestras posesiones, pero sí somos el conjunto de todo lo que hemos visto, de las cosas que hemos hecho o de los lugares donde hemos estado. Comprarte un smartwatch no va a cambiar quién eres, pero cogerte unas vacaciones para recorrer el Sendero de los Apalaches de principio a fin probablemente sí.
"Nuestras experiencias son una parte más importante de nosotros mismos que los bienes materiales", explica Gilovich. "Puede que tengas mucho aprecio a tus cosas, puede que incluso pienses que tu identidad está relacionada con ellas, pero, no obstante, son cosas independientes de ti. Por el contrario, las experiencias sí que forman parte de ti. Somos la suma total de nuestras experiencias".
Las comparaciones importan poco. No comparamos las experiencias de la misma forma que las cosas. Cuando se le pregunta a la gente si prefiere tener un sueldo alto, pero más bajo que el de sus compañeros, o un sueldo bajo, pero más alto que el de sus compañeros, muchos no saben qué contestar. Pero cuando se les hace la misma pregunta aplicada a la duración de las vacaciones, la mayoría de la gente elige tener unas vacaciones más largas, incluso aunque sean más cortas que las de sus compañeros. Es difícil cuantificar el valor relativo de cualquiera de las dos experiencias, y eso las hace mucho más placenteras.
La expectación es importante. Gilovich también llegó a la conclusión de que la expectación por una experiencia provoca entusiasmo y placer, mientras que la expectación por adquirir un bien material provoca impaciencia. Las experiencias se disfrutan desde el primer momento en el que se empiezan a organizar, y se seguirán disfrutando gracias a los recuerdos que conservemos de ellas.
Las experiencias son breves (y eso es bueno). ¿Alguna vez has comprado algo que al final no era tan estupendo como pensabas que sería? Una vez que lo has comprado, ahí lo tendrás, delante de tus narices, recordándote lo que te decepcionó. E incluso si compras algo que cumple tus expectativas es posible que te asalten remordimientos del tipo: "Sí, está bien, pero no vale lo que ha costado". Con las experiencias no pasa esto. Precisamente el hecho de que duren poco tiempo es lo que hace que las valoremos tanto, y que las valoremos aún más con el paso del tiempo.

En resumen:

La felicidad temporal que se consigue al comprar cosas solo proporciona momentos fugaces de placer. En otras palabras, ese tipo de felicidad se evapora rápidamente y nos deja con ganas de más. Puede que las cosas duren más que las experiencias, pero los recuerdos que quedan son lo más importante.

¿A ti qué te hace más feliz? 

Fuente: The Huffington Post
Traducido del inglés por Lara Eleno Romero.

Productividad y procastinacion

Escribir este artículo ha sido una vez más una lucha contra un impulso casi irresistible: el de la procrastinación. El de aplazar algo pendiente y derivar nuestra atención a algo que probablemente nos aleja de la mayoría de tareas productivas.
Vivimos en la cultura de la distracción, y si hay un elemento que haya contribuido a ello ese es el teléfono móvil, que ha potenciado el papel de internet en este ámbito. Si ya teníamos una impresionante capacidad para perder invertir el tiempo en menesteres poco productivos, las constantes llamadas de atención de estos dispositivos nos han acabado de condenar. Hay muchas más fuentes, claro, pero también hay remedios, y la ciencia quiere que los pongamos en práctica de una vez.

Ser productivo cada vez es más difícil

Hay quien diferencia el trabajo en un "trabajo profundo" y en un "trabajo superficial". Cal Newport es de hecho el autor de "Deep Work", un libro en el que trata de establecer "reglas para el éxito enfocado en un mundo distraído".
Para este autor ese trabajo profundo es "la capacidad de centrarse sin distracciones en una tarea cognitivamente exigente". Ese tipo de trabajo requiere una voluntad férrea contra las distracciones, pero la recompensa es patente según el autor: nos permite mejorar nuestras capacidades de forma notable, tanto en calidad como en cantidad.
El trabajo superficial es por contra aquel que cualquiera puede realizar con un mínimo entrenamiento. Tareas como comprobar el correo, planificar la semana o consultar y compartir cosas en redes sociales son tareas que no ayudan a mejorar nuestra productividad.
El problema está agravándose en los últimos años, y esta cultura de la distracción de la que hablaban hace años expertos como Joe Kraus tiene un efecto claro en la sociedad. En Estados Unidos el rendimiento por hora ha descendido de forma dramática desde el 3% que se conseguía entre 1945 y 1970 a un 0,5% desde 2010.
En España esa realidad se suma a esa tradición de calentar el asiento -no solo somos nosotros, ojo- sin que esto sirva de mucho: es el país con la tercera jornada laboral más amplia de la UE, pero somos también el de peor rendimiento por hora trabajada según un estudio del año pasado. Otros estudios de la Unión Europea parecen diferir en esa conclusión, y de hecho las diferencias entre países de la Unión Europea no son especialmente acusadas.

La ciencia de la distracción

Nuestro cerebro se enfrenta constantemente a situaciones en las que debemos ser productivos, pero ahí es donde se produce la batalla entre el sistema límbico(en el cual se incluye esa zona inconsciente dedicada al placer), y el córtex prefrontal (nuestro particular planificador personal).
Normalmente gana el sistema límbico, y eso produce que acabemos dejando para mañana lo que podemos hacer hoy. EL sistema límbico juega con ventaja, porque está siempre en automático: es también responsable de reflejos involuntarios como el de alejar nuestra mano de una llama o el de cerrar los ojos cuando un objeto se acerca a nosotros de forma amenazante.
El córtex prefrontal es debilucho, pero es lo que nos diferencia de los animales. A diferencia de ellos, nosotros no nos movemos (solo) por estímulos, destaca Timothy A. Pychyl, profesor de psicología en la Carleton University de Ottawa.
Aunque nos permite reunir información y tomar decisiones, esta función no se activa de forma automática como el sistema límbico: tenemos que darle al interruptor de encendido, y si no estamos ejecutando esa tarea productiva, el sistema límbico gana la partida y nos hace hacer lo que nos hace sentir bien. Ergo, procrastinamos.

Los estudios tratan de combatir la procrastinación

No hay una solución definitiva a la procrastinación, pero algunos expertos en el tema indican que debemos combatir las emociones que provocan esa predisposición a las distracciones. Entre los métodos más populares está el de no querer asumir grandes objetivos de golpe: el secreto está en dividir ese objetivo en pequeñas subtareas más asequibles. Ir pasito a pasito, como suele decirse, y completar logros menos importantes pero que van sumando al objetivo final
En un estudio realizado por la Universidad de Estocolmo y publicado el el Journal of Consulting and Clinical Psychology se sometió a 150 "procrastinadores profesionales" a acometer distintas tareas productivas con distintos métodos. Uno fue efectivamente ese, mientras que en otro grupo se utilizó un sistema de recompensas, en el que cada participante se concedería a sí mismo un pequeño premio tras terminar la subtarea. Una taza de café o un pequeño descanso, por ejemplo. Un tercer grupo fue sometido a mensajes que culpaban a los procrastinadores por perder el tiempo, y lo hacían cada vez de forma más intensa. La idea era tratar de hacerles reaccionar.
¿Qué método ganó? Ninguno en particular: en todos ellos los procrastinadores mejoraron su comportamiento productivo, aunque sí pareció quedar claro que tener a alguien encima guiando al procrastinador ("el jefe" de toda la vida, para entendernos) era especialmente recomendable.

Cuatro consejos prácticos para dejar de procrastinar

Otros expertos creen que la clave está en revisar nuestro estado de ánimo en cada momento para tratar de cambiarlo, o, como dicen ellos, "repararlo".
La idea se basa en el hecho de que las emociones negativas no ayudan a ser productivo, así que hay que producir sensaciones positivas para animarnos. Las técnicas son variadas, pero hay algunas destacadas:
1. Viajar en el tiempo: proyéctate en el futuro e imagina lo bien que te sentirás cuando hayas dejado de procrastinar y completes esa tarea. Lo inverso también funciona: puedes anticipar lo mal que te sentirás dentro de una hora (deberías) por seguir mirando Facebook sin terminar ese informe que te habían pedido.
2. Ponte a ello ya: una de las cosas más difíciles de hacer al enfrentarse a una nueva tarea productiva es empezar a trabajar en ella. Puede que tengas miedo al fracaso, pero aquí también funciona lo de convencerse a uno mismo que no hace falta llegar al objetivo final, y que simplemente podemos ir haciendo una pequeña parte de la tarea para empezar. Algo es algo, y eso da fuerzas para empezarla.
3. Deja de castigarte: no te flageles psicológicamente por procrastinar y perder el tiempo. Eso no suele ayudar mucho porque te sume aún más en la distracción, así que lo recomendable aquí es sustituir esos pensamientos negativos por otros positivos que te ayuden a afrontar las próximas tareas con más y mejor ánimo.
4. Primero, lo fácil: similar al punto dos, pero en lugar de tratar de ir a la tarea más difícil -eso da aún más pereza- empieza por lo fácil, lo que puedas resolver más rápido. Eso te dará fuerzas y cierta inercia para luego tratar de resolver los problemas más difíciles.
A mí me han servido todos esos consejos, desde luego. De repente tengo el artículo listo (¡fantástico!). Ahora mi pequeño premio: un ratito explorando Twitter en modo cotilla. En realidad eso es también parte de mi trabajo (el de descubrir nuevos contenidos), así que quizás me esté convirtiendo en un trabajador infatigable. Va a ser que no.

Autor: Javier Pastor
Fuente: Webforum y Magnet

Como se fabrican las emociones



Soy conocido por ser difícil de leer, hasta el punto de que mis amigos se quejan de que nunca se puede predecir lo que estoy pensando mirando a mi cara. Pero, dice la neurocientífica Lisa Feldman Barrett, es posible que puedan permanecer confundidos, incluso si mi rostro fuera más expresivo.

Barrett, neurocientífica de la Universidad de Northeastern, es el autora de How Emotions Are Made. Ella argumenta que muchas de las creencias claves que tenemos acerca de las emociones están equivocadas. No es cierto que todos sentimos las mismas cosas, que cualquiera puede "leer" los rostros de otras personas, y no es cierto que las emociones son cosas que nos pasan.

El Verge habló con Barrett acerca de su nueva visión de la emoción, lo que esto significa el comienzo de la emoción-predicción, y si podemos sentir una emoción no tenemos la palabra para ello.

Esta entrevista ha sido ligeramente editada para mayor claridad.
Usted argumenta que las emociones son construidas por nuestros cerebros. ¿Cómo difiere eso de lo que sabíamos antes?

La visión clásica asume que las emociones le suceden. Algo sucede, las neuronas se disparan, y usted hace estas expresiones estereotipadas que no puede controlar. Dice que la gente hace una mueca cuando está enojada y hace pecas cuando está triste, que todo el mundo no sólo hace las mismas expresiones, sino que nace con la capacidad de reconocerlas automáticamente.

En mi opinión, una cara no habla por sí misma cuando se trata de emoción, nunca. No estoy diciendo eso cuando su cerebro construye una sensación fuerte que no hay señales físicas a la fuerza de su sensación. La gente sonríe cuando está feliz o frunce el ceño cuando está triste. Lo que estoy diciendo es que no hay una sola expresión obligatoria. Y las emociones no son algo objetivo, son aprendidas y algo que nuestros cerebros construyen.

Escribes sobre estudios en los que muestras a alguien un rostro y pides que identifiquen las emociones, y la gente se equivoca constantemente, como confundir el miedo con la ansiedad. Pero el miedo y la ansiedad parecen bastante similares a mí. ¿La gente también confunde emociones que están muy lejos, como la felicidad y la culpa?

Es interesante que digas que la culpa y la felicidad están muy separadas. A menudo muestro a la gente una foto de la mitad superior de la cara de mi hija y la gente dice que ella se ve triste o culpable o desinflada, y luego muestro toda la imagen y ella está en realidad en un episodio completo de placer porque está en un museo de chocolate .

Si tuviera que enfrentarse a cualquier otra cosa, siempre perdería. Si usted muestra una cara por sí misma, en comparación con si la empareja con una voz o una postura corporal o un escenario, la cara es muy ambigua en su significado. Hay estudios en los que realmente tomaron las caras enteras de la gente, pero eliminaron los cuerpos. La gente expresaba negatividad o positividad, y la gente confunde todo el tiempo sin el contexto. Cuando usted toma una cara súper positiva y la pega en una situación negativa, la gente experimenta la cara como más negativa. No sólo interpretan la cara como negativa, sino que también cambian la forma en que se ven en la cara cuando se utiliza software de seguimiento ocular.
Las expresiones que nos han dicho son las correctas son sólo estereotipos y la gente expresa de muchas maneras diferentes.
¿Qué pasa con cosas como la cara de la perra de descanso? Ese es un tema que se oye hablar mucho - donde la gente dice que puede "decir" que alguien es una perra, pero las mujeres protestan que su cara es "así".
Hemos hecho la investigación en esto y la cara de la perra que se reclina es una cara neutral. Cuando lo miras estructuralmente, no hay nada negativo en la cara. La gente está utilizando el contexto o su conocimiento sobre esa persona para ver más negatividad en la cara.
Tengo curiosidad por lo que todo esto significa para la computación afectiva, o las empresas que intentan analizar su expresión facial para averiguar cómo se siente. ¿Significa esto que su investigación es inútil?
Como lo están persiguiendo actualmente, la mayoría de las compañías van a fallar. Si la gente utiliza la visión clásica para guiar el desarrollo de su tecnología, si está intentando construir software o tecnología para identificar fruncir el ceño o fruncir el ceño y el bocado y así sucesivamente y asumir que significa ira, buena suerte.
Pero si la computación afectiva y otra tecnología en esta área se ajustaran ligeramente en sus metas, tienen el potencial de revolucionar la ciencia de la emoción. Necesitamos ser capaces de rastrear los movimientos de la gente con precisión, y sería tan útil para medir sus movimientos y tanto del contexto externo e interno como sea posible.

 Así que sabemos que las emociones no tienen un aspecto universal. ¿Puede explicar más acerca de su argumento de que las emociones se construyen? Mi comprensión es que tu afirmación es así: tienes un sentimiento básico - como "agradable" o "desagradable" - y sensaciones corporales, que a veces son activadas por el medio ambiente. Entonces interpretamos esos sentimientos y sensaciones físicas como ciertas emociones, como la rabia o la culpa. ¿Como funciona esto?
Todos los cerebros evolucionaron con el propósito de regular el cuerpo. Cualquier cerebro tiene que tomar decisiones sobre qué invertir sus recursos en: ¿qué voy a gastar, y qué tipo de recompensa voy a conseguir? Su cerebro siempre está regulando y siempre está prediciendo cuáles son las sensaciones de su cuerpo para tratar de averiguar cuánta energía gastar.
Cuando esas sensaciones son muy intensas, utilizamos típicamente conceptos de la emoción para dar sentido a esas entradas sensoriales. Construimos emociones.
Vamos a retroceder un poco. ¿Qué son los conceptos emocionales?
Es lo que sabes sobre la emoción, no necesariamente lo que puedes describir, sino lo que tu cerebro sabe hacer y los sentimientos que provienen de ese conocimiento. Cuando estás conduciendo, tu cerebro sabe cómo hacer un montón de cosas automáticamente, pero no necesitas articularlo o incluso ser consciente de ello mientras lo estás haciendo para conducir con éxito.
Cuando conoce un concepto emocional, puede sentir esa emoción. En nuestra cultura tenemos "tristeza", en la cultura tahitiana no tienen eso. En su lugar tienen una palabra cuya traducción más cercana sería "el tipo de fatiga que sientes cuando tienes la gripe". No es el equivalente de la tristeza, eso es lo que sienten en situaciones donde nos sentiríamos tristes.
¿Dónde aprendemos esos conceptos?
En la primera etapa, nuestros padres nos enseñan estos conceptos.
Usted no tiene que enseñar a los niños a tener sentimientos. Los bebés pueden sentir angustia, pueden sentir placer y lo hacen, ciertamente pueden despertarse o calmarse. Pero los conceptos emocionales -como la tristeza cuando algo malo sucede- son enseñados a los niños, no siempre explícitamente. Y eso tampoco se detiene en la infancia. Su cerebro tiene la capacidad de combinar la experiencia pasada de formas novedosas para crear nuevas representaciones, experimentar algo nuevo que nunca ha visto, oído o sentido antes.
Estoy fascinado por el vínculo entre el lenguaje y la emoción. ¿Estás diciendo que si no tenemos una palabra para una emoción, no podemos sentirla?
He aquí un ejemplo: Probablemente habías experimentado el schadenfreude sin saber la palabra, pero tu cerebro tendría que trabajar muy duro para construir esos conceptos y hacer esas emociones. Usted tomaría mucho tiempo para describirlo.
Pero si conoce la palabra, si escucha la palabra a menudo, entonces se vuelve mucho más automática, al igual que conducir un coche. Se dispara más fácilmente y se puede sentir más fácilmente. Y, de hecho, eso es lo que la mayoría de los estadounidenses sienten por la sensación de "schadenfreude" porque tienen una palabra que han usado mucho. Se puede conjurar muy rápidamente.
¿La comprensión de que las emociones están construidas nos ayuda a controlarlas?
Nunca va a ser el caso de que es fácil y nunca el caso de que usted puede chasquear los dedos y sólo cambiar su forma de sentirse.
Pero aprender nuevas palabras de emociones es bueno porque puedes aprender a sentir emociones más sutiles, y eso te hace mejor en la regulación de tus emociones. Por ejemplo, puede aprender a distinguir entre angustia e incomodidad. Esto es en parte por qué la meditación de la atención plena es tan útil para las personas que tienen dolor crónico - que le permite separar el malestar físico de la angustia.
Creo que la comprensión de cómo se construyen las emociones amplía el horizonte del control. Te das cuenta de que si tu cerebro está usando tu pasado para construir tu presente, puedes invertir energía en el presente para cultivar nuevas experiencias que luego se convierten en las semillas para tu futuro. Usted puede cultivar o curar experiencias en el ahora y luego se convierten en, si usted los practica, se automatizan bastante que su cerebro los construirá automáticamente en el futuro.

Autora: Angela Chen
Fuente: https://www.theverge.com/