El Diccionario Oxford define al espíritu como la parte
inmaterial, intelectual o moral del hombre. Esta definición la toma la
Organización Mundial de la Salud.y señala que la espiritualidad nos conduce
hacia preguntas sobre el sentido y el propósito de la vida y no está
necesariamente limitada a ningún tipo de creencias o prácticas en particular.
El ámbito de la espiritualidad vincula lo profundamente personal con lo
universal y es esencialmente unificador.
Por su ausencia de límites es difícil de definir, pero
su impacto puede ser medido.
Una definición de espiritualidad amplia, que puede
facilitar el encuentro de bases comunes entre las diversas culturas, incluye
necesidades humanas que posiblemente son universales: 1. La necesidad de
encontrar sentido, propósito y realización en la vida; 2. La necesidad de esperanza o de voluntad de
vivir; 3 la necesidad de creer, tener fe en uno mismo, en los otros o en Dios.
Para fines prácticos, dado que el concepto de religión se subyuga al concepto
de espiritualidad, de ahora en adelante nos referiremos a este factor como
“espiritualidad/ religiosidad”.
Parece ser una
necesidad conocer sobre este tema
Por lo tanto, parece
ser una necesidad conocer sobre este tema, los beneficios que le entregan al
individuo para así incorporarlo dentro de nuestra práctica en salud mental y,
en colaboración con los grupos religiosos locales, responder a las necesidades
de la comunidad en son del bienestar integral del individuo, particularmente su
salud mental.
Quizá hayas escuchado
o leído acerca de Daniel Goleman quien con su libro “Inteligencia
Emocional” tuvo el indudable mérito de divulgar y popularizar lo que Howard
Gardner había comenzado a esbozar con su teorización acerca de las inteligencias
intrapersonales e interpersonales, refiriéndose a las siguientes habilidades:
· conciencia de sí mismo
y de las propias emociones y su expresión
· autorreglación,
control de los impulsos, de la ansiedad, diferimiento de las gratificaciones,
regulación de nuestros estados de ánimo
· motivación y
perseverancia a pesar de las frustraciones (optimismo)
· empatía (ponerse en el
lugar del otro) y confianza en los demás
· las artes sociales
Visto de otra manera,
las habilidades prácticas que se desprenden de la Inteligencia Emocional pueden
ser clasificadas en las dos áreas enunciadas por Gardner:
1) Inteligencia
intrapersonal (internas, de autoconocimiento)
a) Autoconciencia
(capacidad de saber qué está pasando en nuestro cuerpo y qué
estamos sintiendo)
b) Control emocional
(regular la manifestación de una emoción y/o modificar un estado
anímico y su
exteriorización).
c) Capacidad de
motivarse y motivar a los demás.
2) Inteligencia
interpersonal (externas, de relación)
a) Empatía (entender
qué están sintiendo otras personas, ver cuestiones y situaciones
desde su
perspectiva, “ponerse en sus zapatos”)
b) Habilidades
sociales (destrezas que rodean la popularidad, el liderazgo y la eficacia
interpersonal, y que pueden ser usadas para persuadir y dirigir, negociar y
resolver
disputas, para la cooperación y el trabajo en equipo)
“Inteligencia
espiritual ¿no será mucho?”
Ahora bien, la
inquietud científica del Dr. Gardner lo llevó a referirse en su teoría de las
inteligencias múltiples, a un tipo de inteligencia a la que denominó:
“inteligencia existencial o transcendente”. Según este investigador es “la
capacidad para situarse a sí mismo con respecto al cosmos, así como la
capacidad de situarse a sí mismo con respecto a los rasgos existenciales de la
condición humana como el significado de la vida, el significado de la muerte y
el destino final del mundo físico y psicológico en profundas experiencias como
el amor a otra persona o la inmersión en un trabajo de arte.”
De hecho, en 1999
presentó dos nuevas inteligencias: naturalista y existencial, aclarando que una
tercera, la inteligencia espiritual evidenciada por una inquietud por las
cuestiones espirituales o religiosas, es una variedad de la inteligencia
existencial.
Claro que al llegar a
este punto quizá te estés preguntando: “inteligencia espiritual ¿no será
mucho?”.
Ya, luego de la
segunda guerra mundial, en el Dr. Victor Frankl, sobreviviente de los campos de
concentración, aparece la idea de un inconsciente espiritual. Es en este
inconsciente en donde tendrán cabida una moralidad y una creencia o
religiosidad inconscientes. Así es que funda la logoterapia – considerada una
“psicoterapia espiritual de” – tratando de introducir la práctica en el cuidado
espiritual, como parte distinta e independiente de la propia esfera
psicológica, constituyendo un complemento necesario a la psicoterapia
tradicional.
Y el Profesor Abraham
Maslow en su famosa Pirámide o jerarquía de las necesidades humanas,
teoría psicológica desarrollada en su
libro Una teoría sobre la motivación humana (en inglés, A
Theory of Human Motivation) de 1943,
que posteriormente amplió, aportó el término “autorrealización” en la cúspide.
La autorrealización,
para este autor, es un estado espiritual en el que el individuo emana
creatividad, es feliz, tolerante, tiene un propósito y una misión de ayudar a
los demás a alcanzar ese estado de sabiduría y beatitud. Es a través de su
satisfacción que se encuentra una justificación o un sentido válido a la vida
mediante el desarrollo potencial de una actividad. Fue un precursor de lo que
ahora denominamos inteligencia espiritual.
La espiritualidad
implica desarrollar una sensibilidad intrapersonal e interpersonal
En los comienzos de
este siglo, es bueno saber que hay varios autores que estudian este tipo de
inteligencia. Entre ellos se encuentra la psicóloga Frances Vaughan, presidenta
de la Transpersonal Psychology and the Association for a Humanistic
Psychology.
Para ella, la
inteligencia espiritual está relacionada con la inteligencia emocional porque
la espiritualidad implica desarrollar una sensibilidad intrapersonal e
interpersonal. “Prestar atención a los pensamientos y sentimientos subjetivos y
cultivar la empatía es parte del aumento de la
conciencia de la vida espiritual interior.” Explica también que utilizamos
nuestra inteligencia espiritual cuando exploramos el significado de preguntas
como “¿Quién soy yo?”, “¿Por qué estoy aquí?” o “¿Que es lo que realmente
importa?”
Los Dres. Danah Zohar
e Ian Marshall vinculan el concepto de “espiritualidad” con el de
“inteligencia”. Una de las formas en que definen a la Inteligencia Espiritual
es como aquella “…inteligencia con la que afrontamos y resolvemos problemas de
significados y valores, la inteligencia con que podemos poner nuestros actos y
nuestras vidas en un contexto más amplio, más rico y significativo, la
inteligencia con que podemos determinar que un curso de acción o un camino
vital es más valioso que otro. La Inteligencia Espiritual es la base necesaria
para el eficaz funcionamiento tanto del Cociente Intelectual como de la
Inteligencia Emocional. Es nuestra inteligencia primordial”.
También sería la
capacidad de dar una respuesta a la pregunta: “¿Quién soy?”, de encontrar un
sentido profundo a la vida y permanecer alineado con los principios
trascendentales.
El ser humano es un
sujeto simbólico, una criatura de significado. Por ello es parte de la
condición humana el hacerse preguntas del tipo: “¿qué hacemos aquí?” “¿para qué
estamos?” “¿qué podemos esperar?”; lo que no significa que tengamos una
respuesta para todo ello o que sólo haya una.
Sería la
capacidad de dar una respuesta a la pregunta: “¿Quién soy?”, de encontrar un
sentido profundo a la vida
Como vemos en estas
definiciones, la inteligencia espiritual es la que nos permite entender el
mundo, a los demás y a nosotros mismos desde una perspectiva más profunda y más
llena de sentido; nos ayuda a trascender el sufrimiento. Por este motivo,
muchos autores la consideran el tipo de inteligencia más elevada de todos.
Pero veamos de qué se
trata, más detenidamente, con un ejemplo:
Vicente Del Bosque, el
técnico que sacó a España campeón del mundo en fútbol, acababa de ser elegido
el mejor entrenador del mundo y en el diario “El País” de España, le
preguntaron qué le preocupaba en la vida.
Dijo: “Intentar que
mis hijos sean majos. No digo unos estudiantes excelentes, unos profesionales
de éxito, no. Digo: que de ellos se diga que son buena gente, respetuosos,
solidarios. Esa es mi preocupación máxima. No tengo otra”.
Uno de los tres hijos
de Del Bosque, Alvaro, sufre el síndrome de Down y sobre él también le
preguntaron. “De entrada no lo esperas. Así que tras su nacimiento nos hicimos
tres preguntas.
La primera fue: ‘¿Por
qué a nosotros?’
Esa la haces muy
rápido y rápido la respondes con la siguiente pregunta: ¿Y por qué no nos va a
tocar, que tenemos medios y podemos ayudarle a ser feliz? ¿Y la tercera?: Ahora
muchas veces nos preguntamos ¿qué sería de nosotros sin él?
“No entendemos la vida
sin Alvarete.”
En la respuesta del
técnico de la selección española encontramos, al menos, las siguientes
características:
1. Es lo que los psicólogos denominan
“independiente del campo”, es decir, al dar una respuesta tan maravillosamente
poco común, posee una facilidad para estar contra las convenciones.
2. Posee la cualidad de ser inspirado por
visiones y valores, al responder qué le preocupaba en la vida. Curiosamente no
espera que sus hijos desarrollen una gran inteligencia intelectual y emocional
sino, espiritual.
3. Evidencia principios morales y una actitud de
amor hacia sus hijos.
Al respecto, Marc
Hauser, psicobiólogo de la Universidad de Harvard y autor del libro “Moral
minds: The unconscious voice of right and wrong”, explica que “emociones
como la venganza, la compasión o el amor son conductas que han ayudado al ser
humano a sobrevivir en comunidad desde hace muchos miles de años. Incluso la
moral es una herramienta heredada biológicamente para consolidar una sociedad.”
1. Ante el nacimiento de Álvaro, muestra capacidad
de ser flexible (activa y espontáneamente adaptable) y de poseer un alto nivel
de conciencia de sí mismo y de capacidad de afrontar y usar el sufrimiento, de
enfrentar y trascender el dolor.
2. La tendencia a ver las relaciones entre las
cosas, es decir, a ser “holístico”.
3. El vivir este acontecimiento de un modo
espiritual, lo ha llevado a una gran sabiduría interior.
4. De tomar distancia de la realidad, pero
también de sus emociones y, por lo tanto, tener más capacidad, también, de
autodominio sobre ellas.
5. El pasar de preguntarse por el “por qué” al
“para qué”, evidenciando una necesidad de otorgar sentido a lo que le pasa,
experimentando su existencia como problemática y evidenciando la necesidad de
pensar qué hacer. Si te fijás bien, la respuesta que brinda al sentido de su
vida respecto a Álvaro, se concreta en el verbo “dar” y en testimoniar a los
otros que, con su ser y hacer, su vida cobra sentido precisamente en las cosas
que realiza en y para su hijo. En definitiva, Del Bosque presenta una notable habilidad
de construir sentido.
Como podemos ver, no
es poco.
*Artículo de
opinión: una opinión es una
creencia subjetiva, y es el resultado de la emoción o la interpretación de los
hechos. Una opinión puede ser apoyada por un argumento, aunque las personas pueden
dibujar las opiniones opuestas de un mismo conjunto de hechos. Este artículo
representa la opinión del autor y no necesariamente de aquellos que colaboran
en Psyciencia.
Referencias
“Inteligencia
emocional” es un término acuñado en 1990 por dos psicólogos de la Universidad
de Yale (Peter Salovey y John Mayer)
Howard Gardner, La
Inteligencia reformulada: Las inteligencias múltiples en el siglo XXI, Paidós,
Barcelona, 2007.
Viktor Frankl, A
presença ignorada de Deus. São Leopoldo/ Sinodal; Petrópolis/ Vozes, 1992. pág
18.
Autor: Gustavo Romero
Fuente: Psyciencia.com
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