‘Extracción de la piedra de la locura’, El Bosco.
El arte como purga del alma o catarsis es una idea desarrollada por Aristóteles y adoptada un par de milenios más tarde por Freud. Según el psicoanálisis, todos necesitamos una cierta dosis de catarsis (quién esté libre de neurosis que tire la primera piedra), pero más aún los afectados por trastornos mentales. Esta asociación no implica que todos los locos sean grandes artistas, pero sí que en las obras ciertos locos despunten rasgos de genialidad inauditos: si la originalidad es el ingrediente esencial de la creatividad, sólo una mente diferente puede aportar una visión singular sobre el mundo.
A continuación, una breve exposición sobre las huellas de la locura en el arte:
Van Gogh: Psicosis cicloide
La pintura tuvo para Van Gogh el efecto catártico que anticipaba Freud: El “loco del pelo rojo”, como gráficamente le definía el título de la película protagonizada por Kirk Douglas, está “obstinado en que su violencia se vuelva luz, materia pictórica”, dice Claudia Schvartz en el prólogo de ‘Últimas cartas desde la locura’, recopilación de la correspondencia que mantuvo con su hermano Theo.
‘Le Café de nuit’, “un lugar donde uno se puede volver loco y cometer un crimen”. Van Gogh.
Van Gogh sufría una “psicosis cicloide”, según el diagnóstico realizado a partir de esas cartas que realizó el psiquiatra Werner Konrad en 1996. La psicosis cicloide es una patología que alterna capítulos de la esquizofrenia y las psicosis afectivas que causa en el enfermo “episodios alternantes entre la angustia y la felicidad”.
Pero Van Gogh no sólo pensaba diferente, sino que también veía diferente, lo que explicaría el asombroso despliegue de color de sus cuadros. Una teoría sostiene que el pintor holandés sufría una xantopsia, una alteración en la percepción de los colores en la cual todos los objetos visibles tienen un tono amarillento.
Aloïse Corbaz: Psicosis
Aloïse Corbaz (1886-1964) fue una artista suiza que se enamoró perdidamente del káiser Guillermo II y al no ver su amor correspondido entró en una espiral de locura, que incluyó episodios de “agitación, delirios de grandeza y manía persecutoria”, que obligaron a ingresarla en un hospital mental en 1918.
Fue allí donde inició su incansable producción artística, primero con la poesía y más tarde con la pintura: enormes cuadros de cariz erótico que mostraban mujeres voluptuosas seduciendo a varoniles militares prusianos, elocuente representación idealizada de su amor frustrado. En sus cuadros los protagonistas nunca tienen ojos sino unas órbitas vacías y azules.
Stephen Wiltshire: Autismo
Una retentiva portentosa y una insólita capacidad para el detalle son dos de los dones del dibujante autista Stephen Wiltshire, que en 2009 pintó un enorme cuadro de 6 metros en el que representaba Nueva York desde el aire tras un breve paseo, de apenas 20 minutos, sobre la ciudad.
Wiltshire es un caso paradigmático de “síndrome del sabio”, que afecta a personas que sufren desórdenes mentales pero atesoran unas sorprendentes habilidades específicas. Se calcula que uno de cada diez autistas tienen cualidad de “sabios”.
Edward Munch: Desorden bipolar
Ninguna pintura ha logrado atrapar la angustia del individuo ante un mundo abrumador como ‘El grito’, de Edward Munch (1863-1944). El pintor noruego fue mucho más que su famoso cuadro. En su obra, dice Simón Marchán, tiene sitio “el amor y el odio, el deseo y la angustia, las pasiones y las emociones, son elevados a arquetipos de la vida anímica del hombre moderno o, incluso, de la propia condición humana”.
La azarosa vida de Munch, siempre rodeada de enfermedad, muerte y locura, quedó marcada en su profusa obra. En sus propias palabras, “la enfermedad, la locura y la muerte fueron los ángeles que rodearon mi cuna y me siguieron durante toda mi vida”. Varias fuentes modernas describen la enfermedad de Munch como un caso probable de desorden bipolar.
Louis Wain: Esquizofrenia
Louis Wain fue un pintor inglés de la época victoriana que logró una notable fama por sus dibujos de gatos antropomórficos. Wain empezó a dibujar felinos para entretener a su esposa, enferma de un cáncer que acabaría con su vida años después. Los gatos de Wein caminan, hablan, fuman y se ríen, y ocuparon tarjetas e ilustraciones de libros muchos años antes de que los mininos se convirtieran en mascotas caseras.
Pero los gatos de Wain empezaron a sufrir una mutación en torno a la 1910. Sus personajes dejaron de ser gatos que jugaban al golf para convertirse en criaturas inquietantes, de mirada salvaje y colores arrebatados. Por aquella época el comportamiento del artista empezó a cambiar, volviéndose errático y violento. En 1924 ingresó en una institución mental, enfermo de esquizofrenia. Según se especuló más tarde, la enfermedad pudo desencadenarse por la toxoplasmosis, una infección parasitaria contagiada por los gatos que tanto adoraba.
Willem de Kooning: Alzheimer
El pintor holandés Willem de Kooning (1904-1997) fue uno de los representantes más notables del llamado expresionismo abstracto tras la segunda Guerra Mundial. Su meticulosa técnica daba luz a cuadros pacientemente elaborados, que llegaban a las galerías con cuentagotas. Sin embargo, a los 60 años contrajo la enfermedad de Alzheimer y su obra sufrió una mutación, según señala el profesor de psiquiatría de la UPV José Guimón:
“Tras su tratamiento empezó a crear enormes cuadros en tan grandes cantidades (más de doscientos en un año), que inundó el mercado del arte durante los tres últimos años de vida, mientras que antes de la enfermedad, paradójicamente, le costaba meses enteros pintar uno solo. Quizá la calidad de esta pintura última no iguala a la anterior, pero la desestructuración del Alzheimer permitió una hiperproductividad.”
Las últimas obras del pintor se hicieron casi gráficas, aunque se apreciaba el intento de De Kooning por aludir a los cuadros de su primera época, antes de la enfermedad.
Autor: Iñaqui Berazaluce
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