1. Un valor debe ser elegido en forma libre:
Un valor es una guía, una norma, un principio por el cual vive una persona. Los valores que una persona elige libremente son los que interiorizará y que permitirá que guíen su vida. La libre elección excluye la coerción. Los valores introyectados en la niñez no son los valores finales. Circunstancias físicas o mentales, así como las normas sociales pueden imponerle a una persona un valor con el cual no se había comprometido. De esta manera, este no puede identificarse como propio.
Todos hemos experimentado alguna forma de hipocresía en nuestra formación y al intentar influenciar los valores de los demás - pretender creer en algo para dar una buena impresión o intentar inculcar un valor en otro; un valor que nosotros no adoptamos. En nuestros hogares, en nuestro trabajo, y en nuestras relaciones sociales, todos nosotros hemos experimentado sin dudas estas situaciones; muchas veces, nuestras responsabilidades como padres, niños, maestros, estudiantes, empleadores, empleados, etc., requieren que actuemos o nos expresemos diferente de la forma que lo haríamos si pudiésemos elegir.
Por esta razón, debemos recordarnos y recordar a los demás, que los verdaderos valores son aquellos que son elegidos libremente.
Todos hemos experimentado alguna forma de hipocresía en nuestra formación y al intentar influenciar los valores de los demás - pretender creer en algo para dar una buena impresión o intentar inculcar un valor en otro; un valor que nosotros no adoptamos. En nuestros hogares, en nuestro trabajo, y en nuestras relaciones sociales, todos nosotros hemos experimentado sin dudas estas situaciones; muchas veces, nuestras responsabilidades como padres, niños, maestros, estudiantes, empleadores, empleados, etc., requieren que actuemos o nos expresemos diferente de la forma que lo haríamos si pudiésemos elegir.
Por esta razón, debemos recordarnos y recordar a los demás, que los verdaderos valores son aquellos que son elegidos libremente.
2. Un valor debe ser elegido de entre varias alternativas:
Este criterio se desprende del anterior. En el caso de no haber alternativas, tampoco hay libertado de elección.
En muchas situaciones, pudiera parecer en un principio que hay varias alternativas, cuando de hecho, una evaluación más profunda muestra que no hay ninguna alternativa. Por ejemplo, un ladrón demandando nuestro dinero o nuestra vida; o un padre demandando a su hijo que coma su espinaca o que vaya directo a la cama; no constituyen alternativas reales.
Cuando las personas, instituciones, o las propias limitaciones psíquicas o físicas imponen las alternativas, generalmente eliminan la posibilidad de que la persona elija libremente entre las alternativas. Por ejemplo, una persona no puede valorar el hecho de respirar, ya que no hay ninguna elección involucrada; una persona debe respirar para poder vivir. De todas formas, alguien puede valorar el aire de la montaña, el aire del mar, o alguna técnica especial de respiración, como el Yoga.
En el trabajo, a una persona se le puede ofrecer una elección entre cierta cantidad de tareas no deseadas (de acuerdo a la valoración de esa persona), y esta persona puede elegir una de ellas porque necesitan el sustento para su familia, pero esto no quiere decir que él valore a esa tarea más que al resto. En niveles más importantes: un hombre puede permanecer casado, no porque valore a su esposa, sino porque valora la institución del matrimonio; una mujer puede elegir una carrera en particular, no porque valore ese tipo de trabajo , sino porque valora el status y las recompensas financieras que le brinda el mismo.
Las personas en posiciones de autoridad generalmente creen que ofrecen alternativas u opciones genuinas, cuando no lo están haciendo realmente. Por ejemplo, una maestra puede dar la posibilidad de estudiar la Guerra Civil escribiendo un informe, realizando una lectura, o participando en una discusión; un gerente puede jactarse de dar a elegir a sus empleados entre diversas tareas. Pero si el maestro o el gerente no dan la posibilidad a sus estudiantes o subordinados que participen en la elección de las alternativas, están imponiendo valores y limitando la libre elección. En otras palabras, pueden existir alternativas que no fueron presentados y que los alumnos o empleados prefieren a las que si fueron presentadas.
En muchas situaciones, pudiera parecer en un principio que hay varias alternativas, cuando de hecho, una evaluación más profunda muestra que no hay ninguna alternativa. Por ejemplo, un ladrón demandando nuestro dinero o nuestra vida; o un padre demandando a su hijo que coma su espinaca o que vaya directo a la cama; no constituyen alternativas reales.
Cuando las personas, instituciones, o las propias limitaciones psíquicas o físicas imponen las alternativas, generalmente eliminan la posibilidad de que la persona elija libremente entre las alternativas. Por ejemplo, una persona no puede valorar el hecho de respirar, ya que no hay ninguna elección involucrada; una persona debe respirar para poder vivir. De todas formas, alguien puede valorar el aire de la montaña, el aire del mar, o alguna técnica especial de respiración, como el Yoga.
En el trabajo, a una persona se le puede ofrecer una elección entre cierta cantidad de tareas no deseadas (de acuerdo a la valoración de esa persona), y esta persona puede elegir una de ellas porque necesitan el sustento para su familia, pero esto no quiere decir que él valore a esa tarea más que al resto. En niveles más importantes: un hombre puede permanecer casado, no porque valore a su esposa, sino porque valora la institución del matrimonio; una mujer puede elegir una carrera en particular, no porque valore ese tipo de trabajo , sino porque valora el status y las recompensas financieras que le brinda el mismo.
Las personas en posiciones de autoridad generalmente creen que ofrecen alternativas u opciones genuinas, cuando no lo están haciendo realmente. Por ejemplo, una maestra puede dar la posibilidad de estudiar la Guerra Civil escribiendo un informe, realizando una lectura, o participando en una discusión; un gerente puede jactarse de dar a elegir a sus empleados entre diversas tareas. Pero si el maestro o el gerente no dan la posibilidad a sus estudiantes o subordinados que participen en la elección de las alternativas, están imponiendo valores y limitando la libre elección. En otras palabras, pueden existir alternativas que no fueron presentados y que los alumnos o empleados prefieren a las que si fueron presentadas.
3. Un valor debe ser elegido después de haber considerado las consecuencias:
En detalle, un valor debe ser elegido libremente después de estudiar las consecuencias de cada una de las alternativas. Esto quiere decir que las consecuencias deben ser conocidas. Si una persona no percibe las consecuencias de una determinada alternativa, no sabe lo que pasará; por lo que de esta manera no ha realizado una libre elección de esa consecuencia. Por ejemplo, una persona puede elegir una carrera antes que otra porque piensa que le dará mayor libertad para llevar a la acción su valor por la creatividad; pero puede no darse cuenta que la mayor responsabilidad que conlleva la carrera seleccionada disminuirá su creatividad debido a la tensión y al aburrimiento. Generalmente sucede que al elegir un valor la persona no puede percibir las consecuencias de otra valor, que puede ser, tal vez, más importante para él. Por ejemplo, un hombre puede valorar, en primer lugar, su familia y, en segundo lugar, el tener un trabajo interesante. Sin una consideración profunda de las consecuencias de estos valores, podría elegir un trabajo que requiere demasiados viajes. A pesar que los viajes hacen que el trabajo sea interesante, al mismo tiempo lo distancia de su familia. En esta situación, la persona, inadvertidamente, a priorizado el trabajo interesante ante su deseo de permanecer con su familia. Si la persona hubiese conocido esta consecuencia, probablemente hubiera reconsiderado su elección.
Únicamente después de que las alternativas hayan sido presentadas y comprendidas por completo una persona es capaz de hacer una elección libre e inteligente. Muchas veces, por supuesto, las consecuencias de una elección no pueden ser conocidas con anticipación. Este hecho no significa necesariamente que no se hecho una elección libre, sin embargo, una vez que la consecuencia se presenta, la persona debe revaluar su elección de acuerdo a la nueva información.
4. Un valor debe ser practicado:
Un valor es practicado, llevado a la acción: así influencia la conducta de la persona. Es de esta manera que una persona refleja sus valores. Tendemos a orientarnos a la literatura que sustenta nuestros valores; nos asociamos a clubs o grupos informales cuyos miembros compartan nuestros valores y cuyas metas corresponden a nuestros valores.
La importancia de un valor en particular puede ser juzgado en término de cuanto tiempo le dedicamos. Por ejemplo, si una persona profesa un alto valor por el interés político, pero nunca lee un diario o revista, y nunca vota o jamás concurre a reuniones políticas, se puede decir que el interés político no es su verdadero valor.
Una persona invertirá mayor energía en sus valores. Una mujer que valora cocinar, pero que al mismo tiempo tiene un trabajo de tiempo completo podría quedarse despierta hasta tarde o levantarse más temprano para hornear pan o para preparar una comida elaborada para su familia o amigos.
Debido a que las personas actúan de acuerdo a sus valores, los valores brindan dirección a sus vidas. Si una persona no actúa de acuerdo a un valor proclamado, entonces de lo que está hablando puede ser un simple deseo, un sentimiento, o una idea; pero no es un valor. Muchas de las actividades y experiencias que son parte del proceso de clarificación de los valores están diseñados para ayudar a las personas a descubrir sobre que cosas actúan, en contraste a lo que simplemente desean, sientan o piensan. Es común para las personas que recibieron una buena educación creer que poseen muchos valores que realmente no poseen.
Hay una gran diferencia entre “pensar acerca de un valor” y “reaccionar a un valor”. Pensar acerca de un valor puede ser un buen indicador que el valor específico se está formando y alistándose para ser llevado a la acción, especialmente si se ha invertido gran cantidad de tiempo en la planificación. Pero una persona que piensa en un valor únicamente si otra persona lo menciona o si lo lee en un libro o lo escucha en la televisión, etc., está simplemente reaccionando a un valor. En este caso, la persona está de acuerdo con algo que ya ha sido dicho o escrito. La reacción sin acción puede ser un primer pequeño paso hacia el comienzo de la formación de un valor, pero sin dudas es uno de los indicadores de valor más débiles.
5. Un valor se convierte en un patrón de vida:
Los valores se llevan a la práctica repetidamente y se convierten en un patrón de vida. Cuanto más fuerte es un valor, influencia en mayor medida nuestra vida. Por ejemplo, una persona que valora fuertemente el servicio a los demás puede elegir ser un trabajador social. Puede invertir gran cantidad de tiempo, energía, y dinero; hasta puede mudarse a un área remota donde sus servicios sean requeridos. Su vida entera gira en torno a la necesidad de ayudar al prójimo. A pesar de que este ejemplo resulte un tanto extremo, es de ayuda para comprender hasta que punto un valor al que una persona se adhiere fuertemente puede influir en su vida. También ayuda a explicar la motivación escondida tras muchas acciones extremas. En este contexto, podemos hacer referencia al trabajo de la ética protestante, la cual mantiene que el trabajo es aquello que trae la salvación, la unión con Dios. Las personas que poseen este valor, se levantan temprano para ir a trabajar. Los descansos durante la jornada laboral son reducidos y estrictamente funcionales (en contraste con otras sociedades donde las comidas son prolongadas y dan la oportunidad de relacionarse con otros). El trabajo es valorado por sobre la familia; muchas personas se llevan el trabajo a su casa y continúan trabajando durante el tiempo que es designado para estar con la familia. Esta “tarea” puede ser trabajo real o puede ser tiempo dedicado a preocuparse por el trabajo o por si uno está avanzando a la velocidad que debería. El trabajo es valorado por sobre la recreación, por lo que el trabajo adicional se realiza en el tiempo de descanso; generalmente se argumente que es un “tipo de trabajo distinto”, por lo que es recreación “real”. Muchas personas en nuestra sociedad tiene dos trabajos, y en muchos matrimonios, ambos esposos trabajan. Pocas personas se sorprenden al descubrir que trabajan entre ochenta y noventa horas semanales, si se toma en cuenta el tiempo real de trabajo, el trabajo llevado a sus casas, el tiempo de recuperación, y el tiempo en el que se preocupan o piensan en el trabajo.
Un valor que se convierte un patrón de vida se manifiesta en todos los aspectos de la vida: en la vestimenta, en la selección de amigos, en el lugar donde uno vive, en el tiempo libre, en lo que uno lee, en la selección de una pareja, y en la forma en la que uno se relaciona con los demás.
Debido a que el proceso que realizan los valores es dinámico, frecuentemente una persona pensará que continúa teniendo un valor que, en realidad, ya no mantiene. La persona asume que una vez que ha adoptado un valor este permanecerá, y puede resultar de gran sorpresa al darse cuenta de que ya no es un valor que posee. Por ejemplo, si una persona tiene el valor de la lectura, pero al preguntarle cuando fue la última vez que leyó un libro contesta: “hace tres años”, la lectura obviamente no es más un valor en la vida de esta persona. En conclusión, un valor tiende a penetrar e influenciar todos los aspectos de nuestra vida.
6. Un valor es celebrado (apreciado):
Un valor es algo que la persona siente como positivo; lo valoriza, lo respeta, y lo celebra. A medida que la persona se dirige a un desarrollo completo de su estructura de valores, deriva en el incremento de loa satisfacción, realización y disfruta el hecho de estar eligiendo su propio destino.
Una vez que una elección ha sido experimentada como feliz y exitosa, puede tomarse como un indicador de un valor. Si una persona no es feliz con las consecuencias de su elección, o si al hacer la elección descubre que no es la adecuada, no se transforma en un verdadero valor. Por ejemplo, una mujer puede tener un trabajo determinado, puede irle bien, e invertir mucho tiempo y energía trabajando. Pero sólo si la única razón por la que mantiene este trabajo es porque es lo mejor que puede hacer para ayudar a su familia económicamente, pero ella no es realmente feliz con lo que está haciendo, entonces el trabajo no representa un valor propio. El valor está sustentando en su familia, no en el trabajo que ella realiza para alcanzar el valor.
Otro ejemplo proviene de las personas que realizan trabajo voluntario para organizaciones comunitarias. A una mujer se le puede pedir que enseñe por la noche para miembros de la comunidad. Puede que ella no guste de enseñar, pero la enseñanza no es el valor para ella. El valor, en esta situación, puede ser la responsabilidad cívica, el servicio a los demás, o incluso el tema que está enseñando, pero sin dudas no es el acto de enseñar.
Las personas quieren aquello que les permita llevar una vida satisfactoria y productiva. Una persona puede realizar ciertas actividades durante un tiempo debido a otro valor, pero si la actividad en sí no es apreciada, no es un valor, y eventualmente la persona buscará remover esa actividad de su vida – usualmente porque interfiere con alguno de sus valores, como el valor de no realizar tareas desagradables.
7. Un valor es afirmado públicamente:
El criterio está directamente relacionado con el criterio precedente. Cuando tenemos buenas noticias, nos gusta compartirlas. Cuando descubrimos que un valor fue elegido libremente, conocemos las consecuencias, y nos hace felices, queremos contarle a los demás acerca de esto. De hecho, si el valor es verdadero, podríamos llegar a realizar una cruzada por él. Si valoramos una ideología política en particular, podríamos hacer una campaña por el político que tiene el mismo valor. Una maestra que valore cierto enfoque en la educación promocionará seminarios y alentará a otras maestras a adoptar el mismo enfoque. Un ejecutivo que valora cierta forma de relacionarse con sus subordinados alentara a sus gerentes a adoptar la misma postura. De hecho, el peligro es que la persona esté tan entusiasmada acerca de su valor que lo imponga al resto de las personas – haciendo que adopten el valor únicamente por “obligación”. En el otro extremo, está la persona que es tan apática acerca de su vida que tiene pocos o ningún valor que expresar públicamente.
Una posible excepción a este criterio, puede ser una situación en la cual los valores personales entren en conflicto con las normas de la sociedad. En este caso, para expresar públicamente su valor, la persona puede estar poniéndose en riesgo. Un buen ejemplo puede ser un comunista que esté viviendo en una comunidad pequeña y políticamente conservadora.
Expresar públicamente los propios valores ayudan al crecimiento personal. Generalmente, los valores nos ayudan a crecer hacia lo que consideramos como una “buena” persona. Si algo nos moviliza a lo que consideramos “malo”, o insalubre, tendemos a esconderlo. Si no estamos creciendo con lo que estamos haciendo, y debido a esto nos negamos a que nuestra posición o actividad sea conocida, entonces lo que estamos haciendo no es un verdadero valor para nosotros.
8. Un valor fortalece el crecimiento personal:
Este criterio final no es una medida muy separada de un verdadero valor, sino un resultado del criterio anterior. En otras palabras, si un valor ha sido afirmado como verdadero al haber transitado los siete pasos anteriores; es simplemente una cuestión natural que el valor ayude a fortalecer el crecimiento personal hacia las metas e ideales que ha elegido para si mismo.
El criterio apreciado enfatiza el componente emocional del proceso que realizan los valores. Nosotros podemos elegir y actuar, pero si no valoramos algo, esto no es un valor. Tendemos a continuar aplicando un valor como patrón de vida y utilizarlo repetidamente cuando lo valoramos y nos damos cuenta que su utilización nos ayuda a crecer como personas. Las personas que se dedican a sus valores, experimentan una sensación de alegría a pesar de los problemas, las dificultades, o los sacrificios que podrían llegar a tener que hacer. Las personas que tienen falta de aprecio en sus vidas no poseen vitalidad, tienden a ser apáticos, no encuentran sentido en la vida, y generalmente padecen de depresión crónica.
Los valores están, por naturaleza, dirigido hacia metas. Como ya ha sido mencionado, tendemos a elegir actividades que se relacionan con los valores seleccionados como metas o como ideales. Nuestras actividades sustentan nuestros valores.Si un valor no permite el crecimiento personal, se debe a que alguno de los pasos anteriores no ha sido completado exitosamente.
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