Acaban
de empezar las vacaciones de verano, esos largos meses en que los
padres y los maestros se preocupan por todas las cosas que los niños
olvidarán antes de volver a la escuela. Las fracciones que no podrán
multiplicar o las capitales estatales que no identificarán. Esto se
conoce como “pérdida de aprendizaje”.
Se
supone que el olvido es la antítesis del aprendizaje y, ya sea que se
trate de un niño o un adulto, a la mayoría de nosotros nos avergüenza no
poder recordar un nombre o un hecho. No obstante, resulta que olvidar
nos puede ayudar a adquirir más experiencia, y si aprendemos nuevamente
algo que no podíamos recordar, suele pasar que lo entendemos mucho
mejor.
La
idea de que el olvido es una virtud educativa data de hace un siglo, o
tal vez más. En una serie de estudios, el psicólogo alemán Hermann
Ebbinghaus descubrió que cuando reaprendemos información, es más
probable que la recordemos en el futuro.
La
investigación explica por qué olvidar logra estimular la memoria.
Nuestros recuerdos no se van volando como las golondrinas. Lo que
sucede, más bien, es que nuestro cerebro vuelve algunos recuerdos más o
menos accesibles. Algunos datos, como el nombre de un amigo cercano, nos
vienen a la mente con facilidad. Otros detalles, como el color de tu
habitación de la infancia, están almacenados en las profundidades del
cerebro y son mucho más difíciles, si no es que imposibles, de
recuperar.
En
este sentido, un recuerdo olvidado es muy parecido a un archivo antiguo
en la computadora. Si bien el documento todavía existe, no está tan a
la mano y, hoy en día, muchos investigadores de la memoria ni siquiera
usan el término “olvidar”. El término implica que la remembranza es
imposible. En vez de esto, olvidar es más bien un “fallo de
recuperación”.
Más
allá del ocasional resbalón de la memoria, la estrategia cerebral de
olvidar nos sirve bastante y nuestros fallos de recuperación nos ayudan a
eliminar información que, en realidad, no necesitamos. Imagina cómo
sería vivir con una biblioteca interminable de datos que pudiéramos
recordar fácilmente; sería abrumador: fechas, nombres, números
telefónicos —todos esos datos estarían siempre ahí, de acceso
inmediato—.
“No
queremos recordarlo todo”, dijo Robert A. Bjork, un investigador de la
Universidad de California, en Los Ángeles. “Uno quiere recordar dónde
estacionó el auto hoy, no ayer ni hace una semana”.
En
este modelo de olvido, cuando extraemos un detalle del almacenamiento a
largo plazo del cerebro, se vuelve más fácil de recordar en el futuro.
“Para recordar algo importante, hay que seguir experimentándolo”, dijo
Bjork.
Así
que si quieres recordar dónde dejaste el auto estacionado hoy, practica
recordar esa ubicación específica. Si quieres enumerar con facilidad
los nombres de las capitales estatales, asegúrate de recordar con
regularidad esa información.
Nuestro cerebro está construido para fomentar que olvidemos y recordemos cosas, según un artículo que se publicó
recientemente en la revista Neuron. En el artículo, los investigadores
argumentan que muchas de las células cerebrales asociadas con la memoria
promueven activamente la pérdida de memoria. “El crecimiento de nuevas
neuronas parece fomentar el olvido”, afirmó el investigador Blake
Richards. “Si añadimos nuevas neuronas, el cerebro logra sobrescribir
memorias y borrarlas”.
Los
beneficios de olvidar van más allá de los hechos o incluso de las
células cerebrales, y cuando reaprendemos algo que hemos olvidado, a
menudo adquirimos formas más profundas de entendimiento. Pensemos en la
famosa descripción literaria de Marcel Proust cuando muerde una
magdalena, en ese momento, no es solo “una remembranza” sino una manera
efectiva de adquirir experiencia.
Hasta
cierto punto, el valor de olvidar es evidente y cuando la gente se
vuelve a involucrar en un área de experiencia, tiene más perspectiva.
Tiene mayor capacidad de identificar las conexiones.
Del
mismo modo, las memorias débiles pueden mejorar la comprensión. Los
investigadores Neechi Mosha y Edwin Robertson demostraron que una
remembranza débil puede facilitar la resolución de problemas. “Si la
memoria es muy rígida, uno puede perderse el bosque conceptual”, comentó
Robertson.
Los
estudios demuestran que olvidar puede promover un mejor razonamiento.
En un estudio que se publicó en 2011, un grupo de psicólogos le dieron a
los sujetos una prueba de resolución de problemas que se conoce como la
“prueba de asociaciones remotas”, la cual requiere que un sujeto lea
tres palabras (como “pulsera”, “despertador” y “digital”) y luego
encuentre una palabra que tenga relación con los tres conceptos
(“reloj”).
Los
investigadores añadieron un giro inusitado a la prueba y les dieron a
los participantes una capacitación “engañosa”, al darles pistas erróneas
antes de hacer la prueba. Los resultados demostraron que la gente tenía
que sacar la asociación errónea de su mente para resolver el problema.
La “cognición creativa”, escribieron los autores, “podría basarse no
solo en la capacidad de recordar, sino también en la capacidad de
olvidar”.
Benjamin
Storm, psicólogo de la Universidad de California, Santa Cruz, dirigió
el estudio de 2011, y ahora se toma muy en serio la idea del olvido. Si
Storm escribe un artículo, comienza lo más pronto posible para tener
tiempo de releer lo que escribió. De manera similar, lee los artículos
importantes dos veces, haciendo una larga pausa entre ambas lecturas
para poder sacar el mejor partido del texto.
No
recordar tiene varias desventajas. Olvidar puede tener consecuencias
incómodas. Después de que a Justin Bieber se le olvidó la letra de su
popular canción “Despacito” en mayo, la reacción fue violenta, y TMZ
incluso sacó una nota titulada “Justin Bieber, No Hablo Espanol”.
Además,
no se puede dejar pasar mucho tiempo para recordar algo o luego se
volverá muy difícil recuperar ese detalle de la memoria. Esto explica
por qué, después de todo, los padres y los maestros tienen razón en
preocuparse por la pérdida de aprendizaje durante el verano. Si un
estudiante no ha recordado un hecho matemático durante meses, será
difícil que lo recuerde al iniciar el nuevo año escolar.
A
pesar de ello, olvidar puede ser un impulso crítico para el
aprendizaje. La experiencia es lo que llena nuestros vacíos de memoria.
Una pérdida de memoria puede ser una ganancia de aprendizaje. En su
canción “Sorry”, Bieber cantaba que quería one more shot at second chances (un intento más de segundas oportunidades). Por lo menos en lo que respecta a aprender y olvidar, está en lo correcto.
Autor: Ulrich Boser
Fuente: The New York Times
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