Buscar este blog

Burnout

Burnout: Síndrome del agotamiento

¿No tienes fuerzas?, ¿no puedes sentir nada ni alegrarte en la vida? Lastimosamente, es un problema común de nuestros tiempos. Sin embargo, por fortuna, se puede combatir.
El sitio Тезис.Гуманитарные дискуссии publicó la conferencia de un reconocido psicoterapeuta austriaco, Alfried Langle, en donde explican de qué se trata el síndrome, de quién es la culpa y cómo lidiar con él. Con autorización de la fuente, Genial.gurute la ofrece a ti.
El síndrome del trabajador quemado, también llamado síndrome del desgaste laboral, es un síntoma de nuestros tiempos. Es una condición de agotamiento que nos conduce a una parálisis de nuestras fuerzas y sentimientos, y la cual va de la mano con la pérdida de la alegría por vivir. Actualmente los casos de este síndrome son cada vez más frecuentes. No simplemente es típico para las profesiones relacionadas al trabajo social, a las cuales se les atribuía este síndrome antes, sino también para otras carreras e inclusive la vida personal. A la propagación del síndrome de agotamiento contribuye nuestra era: los tiempos de avances tecnológicos, de consumo excesivo, de nuevo materialismo, de entretenimiento y de disfrutar de la vida. Son los tiempos en los que nos explotamos a nosotros mismos y dejamos que nos exploten.
El agotamiento leve
Creo que todos han sentido alguna vez los síntomas del agotamiento. Descubrimos las señales de agotamiento después de haber pasado por una tensión fuerte o al haber finalizado alguna tarea en general. Por ejemplo, te estabas preparando para tus exámenes, trabajando en algún proyecto difícil, escribiendo tu tesis o cuidando a tus dos hijos pequeños. A veces tienes que emplear más fuerzas para solucionar algún asunto crítico.
Otro ejemplo de esto son los doctores que durante una epidemia de influenza tienen mucho más trabajo. Y es entonces cuando surgen tales síntomas como irritabilidad, falta de deseo, trastornos del sueño (cuando no puedes conciliar el sueño o pasa todo lo contrario, duermes mucho tiempo), disminución de la motivación, incomodidad, síntomas depresivos. Es una variación bastante sencilla del agotamiento, te quemas a nivel de reacciones, se manifiestan las reacciones fisiológicas y psicológicas como respuesta a un estrés fuerte.
Cuando la situación que te generó agotamiento termina, los síntomas desaparecen por su cuenta. En este caso te pueden ayudar los días de descanso, los fines de semana, vacaciones, dormir, hacer ejercicio. Si no compensas la energía mediante el descanso, el organismo entra a un modo de ahorro de batería, tal como si fuera una computadora personal.
En realidad tanto el cuerpo como la psique están constituidos para aguantar mucho estrés y tensión, porque a veces tenemos que trabajar muy duro para alcanzar algunos objetivos grandes. Por ejemplo, si tienes que rescatar a tu familia de algún apuro.
El problema es otro: si el reto no se acaba, es decir, si la gente realmente no puede descansar, si constantemente las personas sienten que están obligadas a cumplir con algunas expectativas elevadas, si están preocupadas por algo, tienen miedo o están esperando que pase algo... todo esto lleva a una sobrecarga del sistema nervioso, tal persona se pone tensa a nivel muscular también y empieza a sentir dolores físicos. Algunas personas mientras están dormidas comienzan a crujir los dientes. Este podría ser un síntoma de agotamiento excesivo.

El agotamiento crónico
Si la tensión se vuelve crónica, el síndrome se manifiesta a nivel de desorden.
En 1974 el psiquiatra Freudenberger de Nueva York publicó por primera vez un artículo sobre los voluntarios que trabajaron en actividades sociales por parte de su iglesia local. En ese texto describió su situación. Esas personas tenían síntomas parecidos a la depresión. En su perfil se detectaba siempre lo mismo. Al principio esas personas estaban completamente fascinadas por sus actividades. Después esa fascinación empezó a disminuir. Y al final se desvaneció por completo convirtiéndose en un puñado de cenizas.

Todos ellos manifestaron los mismos síntomas: el agotamiento emocional y la fatiga constante. Solo con pensar que al día siguiente tenían que ir a trabajar, aparecía una sensación de fatiga. Tenían varias dolencias a nivel físico, se enfermaban muy seguido. Este fue uno de los conjuntos de síntomas.
Al respecto de sus sentimientos, ya no eran fuertes. Sucedió algo que el psiquiatra llamó "deshumanización". Cambió su actitud hacia las personas a quienes ellos estaban ayudando: primero fue un trato amoroso y atento, y luego se convirtió en un trato cínico, de repudio y negativo. También empeoraron las relaciones con sus compañeros, de repente se manifestaba un fuerte sentimiento de culpa y el deseo de alejarse de todo. Ellos trabajaban menos y lo hacían todo mecánicamente como si fueran robots. Es decir, esas personas, a diferencia de cómo eran antes, ya no se sentían capaces de entablar una relación y ni siquiera trataban de hacerlo.
Este comportamiento tiene cierta lógica. Si ya no tengo fuerza en mis sentimientos, ya no tengo fuerzas para amar y escuchar, y los demás se convierten en una carga para mí. Siento que ya no puedo corresponderles o estar al mismo nivel, y que sus expectativas son exageradas para mí. Entonces entran en vigor las reacciones defensivas automáticas. Desde el punto de vista de la psique, es muy sensato.
Como tercer grupo de síntomas, el autor denomina la reducción de la productividad. Las personas no estaban satisfechas con su trabajo y sus logros. Ellos se creían impotentes, no sentían que consiguieran algún éxito. Todo para ellos era demasiado. Y sentían que no estaban recibiendo el reconocimiento que merecían.
Al haber realizado esta investigación, Freudenberger descubrió que los síntomas del síndrome del trabajador quemado no se correlacionan con la cantidad de horas laborales. Sí, entre más horas trabaja alguien, más se afecta su estado emocional. El agotamiento emocional crece proporcionalmente de acuerdo a las horas laborales, pero los otros dos grupos de síntomas, la productividad y deshumanización, casi no afectan. La persona sigue siendo productiva por algún tiempo. Esto indica que el agotamiento tiene su propia dinámica. Es más que un simple agotamiento. Lo veremos con más detalle más adelante.

Las etapas del agotamiento
Freudenberger creó una escala de 12 niveles que a primera vista se ve muy inofensiva:
1.     Al principio las personas con agotamiento tienen un deseo obsesivo de afirmación (“soy capaz de hacer algo“), probablemente hasta en forma de competencia con otras personas.
2.     Después comienza la actitud negligente con sus propias necesidades. La persona se ve menos involucrada y motivada para hacer ejercicio o cualquier otra actividad que le guste, tiene menos tiempo para otras personas, para sí misma, habla con menos frecuencia con otras personas.
3.     En el siguiente nivel el individuo no tiene tiempo para resolver conflictos, por lo tanto los ignora, y más adelante inclusive no los percibe. No se da cuenta en el trabajo, en su casa o con sus amigos que hay algunos problemas. Simplemente se retira. Vemos algo parecido en una flor que se marchita más y más cada día.
4.     Más adelante pierde los sentimientos con respecto a sí misma. Las personas ya no sienten. Se vuelven máquinas y ya no pueden parar.
5.     Después de un tiempo empiezan a sentir un vacío interior, y si esto dura un tiempo prolongado, se vuelven depresivas.
En la última (duodécima etapa), la persona está completamente rota. Se enferma -tanto físicamente como mentalmente-, pasa por una frustración y a veces tiene pensamientos suicidas.
En una ocasión vino a mí un paciente con agotamiento emocional. Llegó, se sentó en una silla, suspiró y me dijo: ”Me alegro de estar aquí“. Lucía muy agotado. Resultó que ni siquiera pudo llamarme por su cuenta para hacer la cita, su esposa fue la que marcó mi número telefónico. Le pregunté entonces qué tan urgente era su asunto. Me dijo que muy urgente. Y entonces le di la fecha más cercana que era para la primera hora del lunes. El día de la cita me confesó: “Todo el fin de semana no me podía garantizar que no saltaría por la ventana. Así de insoportable era mi condición”.
Era un hombre de negocios muy exitoso. Sus empleados no sospechaban nada de su condición, pudo disimular su frustración. Durante mucho tiempo se lo ocultó a su esposa también. En la etapa 11 ella se dio cuenta. Él siguió negando el problema un tiempo, y cuando ya no pudo seguir viviendo así, bajó la presión desde el exterior, se sintió listo para hacer algo. Esto es lo que puede provocar el agotamiento. Claro, es un ejemplo algo extremo.
Del entusiasmo al asco
Para designar con las palabras más sencillas cómo se manifiesta el desgaste emocional, se puede recurrir a la descripción del psicólogo alemán Matthias Burisch. Él describió cuatro etapas:
1.     Primera etapa es completamente inofensiva: de hecho todavía no es un desgaste emocional. Debes estar muy atento. Es la persona que se siente invadida por un idealismo y entusiasmo exagerado por realizar algunas ideas, pero empieza a exigir demasiado de sí mismo. Las demandas son muy altas durante algunas semanas o meses.
2.     Segunda etapa es agotamiento físico, emocional y debilidad física.
3.     Tercera etapa, por lo general, se manifiestan las primeras reacciones defensivas. Y ¿qué es lo que hace una persona si las exigencias son exageradas? Se retira de las relaciones, se presenta la deshumanización. Esta reacción es un mecanismo defensivo para que el agotamiento no se agrave. Intuitivamente, la persona siente que necesita un descanso, y mantiene las relaciones sociales en menor medida. Las relaciones, que uno debe mantener a fuerza, se ven agobiadas por rechazo y repulsión. Básicamente es una reacción correcta. Sin embargo, el área en la que esta reacción comienza a actuar, no es adecuada para esto. Más bien, la persona debe estar más relajada con respecto a las demandas que le hacen. Pero esto exactamente es lo que no puede lograr, aislarse de las demandas y reclamaciones.
4.     La cuarta etapa refuerza lo que pasa en la etapa anterior, es la fase final del agotamiento. Burisch le llama "el síndrome de la repulsión". Este término significa que la persona no siente ninguna alegría por nada. Todo le provoca repudio y rechazo. Por ejemplo, me comí un pescado en mal estado, esto me hizo trasbocar y al día siguiente, al percibir el aroma de cualquier pescado, me dio asco. Es una reacción defensiva después de una intoxicación.

Las causas del agotamiento
Hablando de las causas, se destacan tres campos. El primero es el campo individual psicológico, cuando alguien desea entregarse al estrés. El segundo campo es social psicológico o simplemente social: es la presión desde el exterior, diferentes tendencias de moda y normas sociales, las exigencias en el trabajo, el espíritu del tiempo. Por ejemplo, se cree que cada año debes hacer un viaje y si no lo puedes hacer, estás fuera de tiempo, te diferencias demasiado de las personas que lo hacen y de su estilo de vida. Esta presión puede ocurrir en forma disimulada pero puede causar desgaste emocional.
Las exigencias más dramáticas son, por ejemplo, la prolongación del tiempo laboral. Hoy en día la gente trabaja horas extra en ocasiones y no recibe el pago por estas horas, pero si se niega a hacerlo lo despiden. El exceso del trabajo es una condición que caracteriza la época capitalista en la que vivimos.
Por lo tanto, hemos identificado dos grupos de causas. Con el primer tipo podemos trabajar en el aspecto psicológico, recurriendo a consultas y terapias. Si se trata del segundo tipo, hay que cambiar algo a nivel ideológico y laboral.
Pero también existe una tercera causa relacionada con la organización del sistema. Si el sistema le da poca libertad a un individuo, poca responsabilidad, si en el ámbito laboral se da el mobbing (bullying), las personas se ven expuestas a un estrés enorme. Y entonces es cuando se necesita una reestructuración del medio. Es necesario desarrollar y reorganizar de otra manera.
No se puede comprar el sentido común
Nos limitamos con estudiar el grupo de las causas psicológicas. Mediante un análisis existencial hemos determinado que la causa del desgaste emocional es el vacío existencial. El agotamiento emocional se puede entender como una forma de vacío existencial. Viktor Frankl describe el vacío existencial como el sufrimiento por sentir el vacío y no encontrar el sentido.
La investigación llevada a cabo en Austria, durante la cual fueron examinados 271 doctores, mostró los siguientes resultados. Se descubrió que aquellos médicos que llevaban la vida llena de sentido y no padecían del vacío emocional, casi nunca sufrían de desgaste emocional, inclusive a pesar de trabajar muchas horas al día. Aquellos doctores que mostraban el nivel del vacío emocional alto en su trabajo, demostraban los niveles altos del agotamiento emocional, inclusive si trabajaban menos horas al día.
De aquí podemos sacar la conclusión: no se puede comprar el sentido común.No me aporta nada el dinero que gano, si en el trabajo sufro un gran vacío y no le encuentro algún sentido. No hay recompensa en ello.
El síndrome del desgaste laboral siempre nos confronta con las siguientes preguntas: ¿en realidad le encuentro sentido a lo que estoy haciendo? ¿Sentimos algún valor personal en nuestro quehacer? De esto depende el sentido de lo que estamos hablando. Si perseguimos lo que pensamos que tiene sentido: una carrera, reconocimiento social o el amor de los que te rodean, entonces estamos equivocados porque tales sentidos son falsos, nos cuestan muchas fuerzas y causan estrés. Y como resultado tenemos un déficit de sentirnos realizados, de hecho experimentamos la devastación, incluso cuando nos relajamos.
En otro extremo, al contrario, nos sentimos realizados inclusive cuando nos cansamos. Pues el deber cumplido, a pesar del cansancio, no provoca el desgaste emocional.
En resumidas cuentas podemos decir lo siguiente: el desgaste emocional es un estado final que llega como consecuencia de una reacción en cadena que no te permite sentir pleno y satisfecho con lo que estás haciendo. En otras palabras, si le encuentro el sentido a lo que estoy haciendo, si siento que lo que estoy haciendo es interesante e importante, me alegro y quiero hacerlo, no hay lugar para el agotamiento emocional. Pero esos sentimientos no hay que confundirlos con el entusiasmo. El entusiasmo no siempre está conectado con la plenitud, es una faceta más humilde y oculta.
A qué me entrego
Otro aspecto del tema del agotamiento emocional es la motivación. ¿Por qué estoy haciendo algo? y ¿qué tanto me llama la atención lo que estoy haciendo? Si no le puedo entregar mi corazón a mi quehacer, si no me interesa y lo hago por otros motivos, significa que de alguna manera miento.
Es como si estuviera escuchando hablar a alguien, pero pensando en otras cosas. O sea que no estoy presente en esto. Pero si no estoy presente en mi trabajo, en mi vida, no puedo obtener recompensas por eso. No se trata del dinero. Sí, por supuesto, puedo ganar dinero con mis acciones, pero a nivel personal no recibo ningún premio. Si no le pongo mi alma a una tarea y utilizo mi trabajo como un medio para alcanzar mis objetivos, quiere decir que abuso de la situación.
Por ejemplo, puedo empezar un proyecto porque me promete mucho dinero. Y casi no puedo resistirlo u oponerme a esto. De esa manera puedo caer en la tentación que luego me llevará al agotamiento emocional. Si esto sucede solo una vez, posiblemente no esté tan mal. Pero si esto ocurre a lo largo de muchos años, entonces simplemente estoy de paso en mi propia vida. ¿A qué me entrego?
Por cierto, aquí es cuando voy a condicionar el síndrome del agotamiento laboral. Porque lo más probable es que no voy a poder detenerme, y necesitaré un muro para chocar y parar algún impulso desde adentro para que ya no pueda moverme en la misma dirección y así reconsiderar mis acciones.


El ejemplo con el dinero, probablemente, es el más superficial. La motivación podría ser más profunda. Por ejemplo, puedo querer obtener reconocimientos. Necesito que me alaben. Y sin satisfacer estas necesidades narcisistas me vuelvo ansioso. Por afuera no es notable, solo las personas que están cerca de mí lo pueden percibir. Pero lo más seguro es que no voy a comentar eso con ellos. Ni yo mismo me doy cuenta de que tengo estas necesidades.
O, por ejemplo, necesito la seguridad. Sufrí la pobreza cuando era niño, tuve que ponerme la ropa hasta que se desgastaba por completo. Por eso se burlaban de mí y me daba vergüenza. Probablemente mi familia pasó por hambre. Y no me hubiera gustado volver a vivirlo nunca más. Conocí a unas personas que se hicieron ricas, muchas de las cuales terminaron con el síndrome del agotamiento emocional. Porque el motivo primario que tenían era prevenir a toda costa el estado de la miseria, para nunca más volver a ser pobres.
En términos humanos es comprensible. Pero puede llevar a exigencias excesivas que no terminarán nunca. Para que la gente esté dispuesta a seguir esta aparentemente falsa motivación durante un tiempo prolongado, detrás de su comportamiento debe haber una falta de algo, una escasez percibida a nivel mental o alguna desgracia. Tal deficiencia lleva al individuo a la autoexplotación.

El valor de la vida
Esta deficiencia puede no sólo ser una necesidad subjetivamente percibida, sino también un objetivo que quieres lograr, lo cual al final de cuentas te llevará al agotamiento emocional.
¿Cómo percibo mi vida? De acuerdo a esto puedo diseñar mis objetivos. Los objetivos pueden ser inculcados por parte de tus padres, o igual, puedes descubrirlos por tu cuenta. Por ejemplo: quiero lograr algo material. O quiero tener tres hijos. Quiero ser psicólogo, médico o político. De esta manera la persona se propone metas que quiere lograr.
Es completamente normal. ¿Quién de nosotros no tendrá algún objetivo en la vida? Pero si los objetivos llenan toda tu vida, si empiezan a representar demasiado valor para ti, te llevan a tener una conducta rígida. Entonces aplicas todas tus fuerzas en lograr estos objetivos. Y todo lo que haces se convierte en medios para lograr lo propuesto. Y eso en sí, no tiene un valor propio sino que representa un valor útil.
"¡Qué bueno que voy a aprender a tocar el violín!", esto es un ejemplo del valor propio. Pero si quiero ser solista, entonces tocando alguna obra voy a estarme comparando con los demás todo el tiempo. Sé que necesito practicar más, tocar más y más para lograr el objetivo. De tal manera empieza a prevalecer la orientación al objetivo sobre la orientación al valor. De esta manera aparece la insuficiencia de actitud interior. Estoy haciendo algo pero en lo que hago no hay un sentimiento interior. Entonces es cuando mi vida pierde valor. Yo mismo destruyo el contenido interno para alcanzar objetivos.
Cuando la persona desprecia de esta manera el valor interno de las cosas prestándoles poca atención, surge la subestimación del valor de su propia vida. Es decir, resulta que yo uso mi tiempo en la meta que me he propuesto. Esto conduce a la pérdida de relaciones y disconformidad propia. El desatender los valores internos y el valor de tu propia vida te provoca estrés.
Todo lo que hemos hablado hasta ahora se puede resumir de la siguiente manera. El estrés que te lleva al agotamiento se relaciona con hacer algo sin tu consentimiento interior, sin sentir el verdadero valor de lo que estás haciendo y sin valorarte a ti mismo. De esta manera llegamos a un estado previo a la depresión.
Esto sucede aun cuando hacemos demasiadas cosas o simplemente lo hacemos por hacer algo. Por ejemplo, estoy preparando la comida con tal de que esté lista pronto. Y entonces me alegro cuando ya puedo servir. Pero si me alegro por algo que se ha terminado, esto me indica que en ningún momento vi el valor en lo que acabo de hacer. Y si no tiene valor, no puedo decir que me gusta hacerlo, lo que es importante para mí.
Si esto sucede con frecuencia, entonces en realidad nos alegramos porque la vida se va y no estamos participando. Por lo tanto nos gusta la muerte, la destrucción. Si simplemente realizo acciones, eso no es vida, tenemos que sentir la vida en todo lo que hacemos. Para no dejarla ir sin formar parte de ella.
El agotamiento es un recibo psicológico que nos entregan por estar alejados de la vida. Es una vida que realmente no es propia.
Aquella persona que la mayor parte del tiempo hace algo de mala gana, no le regala nada a su alma, no siente alegría, tarde o temprano se va a topar con el síndrome del agotamiento. Entonces estará en peligro. Pues solamente estará protegido del agotamiento si se siente internamente de acuerdo con lo que está haciendo.
La prevención del agotamiento
¿Qué hacer con el síndrome de agotamiento y cómo prevenirlo? Muchos aspectos se solucionan solos si el individuo entiende qué fue lo que le provocó tal condición. Si lo entiende puede empezar a solucionar el problema hablando consigo mismo o con sus amigos sobre esto. ¿Debería seguir viviendo de tal manera?
Yo mismo me sentía igual hace unos dos años. Iba a escribir un libro en verano. Con todos mis papeles fui a mi casa de campo. Vine, me establecí, fui a dar una vuelta, hablé con mis vecinos. Al día siguiente hice lo mismo: llamé a mis amigos y nos encontramos. Al tercer día igual. La verdad se me cruzó por la mente que ya debería de empezar a escribir, pero no sentía muchas ganas de hacerlo. Intenté recordarme que era mi deber, que la editorial estaba esperando. Y eso, a su vez, ya era una presión.
Entonces me acordé del síndrome de agotamiento. Y me dije: probablemente necesito más tiempo, seguramente el deseo regresará. Y me permití observar. Porque cada año sentía ganas. Pero aquel año nunca llegó la inspiración, y para finales del verano ni siquiera había abierto la carpeta con mis apuntes. No escribí ni una frase. En lugar de eso descansé e hice cosas maravillosas.
Después empecé a dudar cómo debería tomarlo, ¿algo bueno o algo malo? Llegué a la conclusión de que no cumplí con mi deber y fue un fracaso. Entonces me dije que estuvo mejor haber hecho lo que hice. Porque estaba un poco agotado, pues antes de que empezara aquel verano había hecho muchas cosas y todo el año académico estuvo muy saturado.
Ahora bien, por supuesto, tuve una batalla interior. Pensaba, contemplaba y reflexionaba qué era lo que más me importaba en la vida. Y como resultado, dudé de que el libro fuera tan importante en mi vida. Es más importante vivir, estar aquí, tener relaciones que valgan la pena, sentir alegría y no estar aplazándolo todo. Pues no sabemos cuánto tiempo tenemos en realidad.
Por lo general, el tratamiento del síndrome de agotamiento empieza con una descarga emocional. Date más tiempo para cumplir con tus tareas, empieza a delegar las responsabilidades, a compartirlas, proponte metas realistas. Hay muchas cosas para discutir en este punto. Aquí realmente nos encontramos con las estructuras muy profundas de la existencia. Se trata de nuestra actitud hacia la vida, necesitamos que nuestros objetivos sean auténticos y acordes con nosotros mismos.
Si el síndrome del agotamiento tiene una forma más marcada en ti, puedes ir con un doctor, incapacitarte por un rato, descansar físicamente. O simplemente date un tiempo e intenta no presionarte con tus obligaciones.
Sin embargo, el problema es que las personas que padecen del síndrome del agotamiento no se lo pueden permitir. Si la persona se incapacita, sigue exigiéndose demasiado de sí mismo, y de tal manera no puede alejarse de la presión. Las personas sufren de remordimientos de consciencia habitualmente. Además adicionando cualquier enfermedad, siempre se empeorará el estado de agotamiento.
Por un corto plazo podrían ayudar los medicamentos, sin embargo no son la solución del problema. La salud física es la base. Pero también debes trabajar en tus necesidades, deficiencias internas, objetivos y expectativas de vida. Debes pensar de qué manera puedes reducir la presión por parte de la sociedad, cómo puedes protegerte. En algunas ocasiones es saludable y hay que pensar en cambiar de trabajo.
En el caso más grave que he visto en mi práctica, la persona necesitó de 4 a 5 meses sin trabajar del todo. Y después de regresar al trabajo, encontró un estilo nuevo de realizar sus tareas, de otra manera dentro de unos meses la persona se habría agotado nuevamente. Por supuesto, si trabaja duro a lo largo de 30 años, es muy complicado para ella reajustarse, sin embargo siempre es necesario.

Se puede prevenir el síndrome del agotamiento haciéndote estas simples preguntas:
1.     ¿Para qué lo estoy haciendo? ¿Para qué estudio en la universidad? ¿Para qué escribo el libro? ¿Cuál es el sentido de eso? ¿Me representa un valor?
2.     ¿Me gusta lo que estoy haciendo? ¿Amo hacerlo? ¿Siento que es bueno? ¿Tan bueno que lo hago con ganas? ¿Me alegra lo que estoy haciendo? Probablemente no siempre va a ser así, sin embargo la alegría y la satisfacción tienen que prevalecer.

Al final de cuentas te puedes hacer otra pregunta, más personal: ¿Quiero vivir para eso? ¿Si estoy muriendo y miro hacia atrás, pensaré que por eso valió la pena vivir?
Fuente: Genial Guru

No hay comentarios:

Publicar un comentario