“Sin amigos nadie escogería
vivir, aunque tuviese todos los bienes restantes”.
Aristóteles
Los incidentes más triviales de ostracismo pueden hacer añicos nuestro
amor propio. Pero es posible mitigar el malestar psíquico y aprender de
él.
Una tarde, a
mediados de los años ochenta, me encontraba en el parque sentado con mi perra
en una manta cuando un disco voladorme golpeó la espalda. Me di la vuelta y vi
a dos chavales no muy lejos de mí esperando que se lo devolviera. Me levanté y
se lo lancé, pero, para mi sorpresa, los dos extraños me lo volvieron a tirar
invitándome a participar. Formamos un triángulo en la hierba y empezamos un
juego espontáneo a tres bandas. Sin embargo, unos minutos después, sin razón
aparente, dejaron de lanzarme el disco. Al principio me pareció un poco raro,
pero cuando quedó claro que no me iban a incluir más en el juego, me sentí un
poco estúpido, incómodo y dolido. Me sentí excluido.
Regresé
cabizbajo junto a mi perra. En ese momento una idea me iluminó el día. Como
profesor de psicología, en aquel entonces en la Universidad Drake, siempre
había querido estudiar el ostracismo, aunque nunca supe cómo abarcar el tema.
En el episodio del parque no hubo conversación ni conocimiento previo ni
expectativas de una futura interrelación; aun así, fue impactante a nivel
emocional. Me di cuenta de que podía recrear aquella experiencia en un juego
virtual de pelota o de lanzamiento de disco volador, en el que ciertos
jugadores fueran excluidos; de este modo podía llevarme el experimento al
laboratorio.
Incluso
episodios breves de exclusión por parte de extraños o personas que nos
desagradan activan los centros cerebrales del dolor, incitan a la tristeza y al
enfado, aumentan el estrés y reducen la autoestima y la sensación de control.
Todas las
personas sentimos el dolor del ostracismo más o menos por igual, no importa lo
fuertes o sensibles que seamos. Sin embargo, los rasgos de la personalidad
influyen en el modo de sobrellevarlo.
Detectar
pronto esta situación de aislamiento aumenta la probabilidad de reaccionar y
seguir en el grupo y de superar la mala experiencia.
- La exclusión social provoca el mismo dolor que una herida física
Para el cerebro, la necesidad de
relaciones sociales es tan básica y fundamental como la del alimento
Una investigación desarrollada en la Universidad
de Los Ángeles ha descubierto que el cerebro humano reacciona de la misma forma
cuando se produce una herida física que cuando una persona sufre un episodio de
exclusión social. Para los artífices de esta investigación, esta reacción
significa que para el cerebro la necesidad de relaciones sociales es tan básica
y fundamental como la del alimento. La exclusión accidental, sin embargo, no
provoca reacción particular en el cerebro.
La exclusión social provoca en el cerebro la misma reacción química que desencadena una herida física, lo que significa que la necesidad de relaciones sociales es tan básica y fundamental como la del alimento, según ha comprobado un equipo de sicólogos de la Universidad de Los Ángeles en California y de la Universidad Macquarie, de Sydney (Australia).
Comúnmente se piensa que el daño causado por una exclusión social es sólo mental, pero la investigación realizada por este equipo de psicólogos ha demostrado que tanto un daño físico como la marginación social activan las mismas regiones cerebrales.
Tal como explican los autores de esta investigación en la revista Science, a través del uso de la imagen por resonancia magnética funcional (IRM) han seguido la actividad cerebral de trece voluntarios durante un sencillo experimento.
El experimento consistía en la participación en un juego de ordenador a través del cual se provocaba deliberadamente la marginación de algunos participantes. Los investigadores comprobaron que los excluidos del juego registraban una intensa actividad del córtex singular anterior (CCA), región del cerebro que se activa al detectar un dolor físico.
El experimento constató también en los excluidos la implicación del córtex prefrontal ventral, cuya función consiste en regular la angustia que desencadena el dolor y en reducir la actividad del CCA, lo que desvela que, cuando ocurre un episodio de exclusión social, el cerebro actúa de la misma forma que cuando se produce una lesión física.
- Misma intensidad
Tal como explica también al respecto un comunicado de la Universidad de Los Ángeles, el dolor físico y el psicológico tienen la misma intensidad a efectos del cerebro, por lo que la expresión “le partió el corazón”, atribuida a personas con desavenencias con otras personas, tiene un sentido literal además del metafórico.
Aunque racionalmente consideremos que los episodios de marginación social, que son muy frecuentes en todas las etapas de la vida, ya sea en el trabajo, en la familia o en el colegio, no tienen mayor importancia, la realidad es que provocan una reacción similar a la del dolor físico y que dejan una huella equivalente en la memoria del sujeto.
Para los autores de esta investigación, seguramente esta reacción cerebral ante la marginación es consecuencia de la importancia adquirida por las relaciones sociales durante la evolución de los mamíferos, que en algunas etapas de la vida llegan a ser indispensables para la supervivencia.
Según esta teoría, la reacción cerebral ante la exclusión social debe interpretarse como un aviso de la naturaleza para que el sujeto proceda a la integración antes de que sea demasiado tarde para su vida, ya que el cerebro ha concedido la misma importancia y gravedad a una lesión física que a una exclusión social.
Curiosamente, además, el estudio determinó que para que la reacción cerebral frente a la exclusión social se produzca, es necesario que el sujeto sea consciente de que está siendo marginado. Esto pudo comprobarse porque en una de las fases del juego de ordenador, algunos participantes quedaban excluidos como si se tratara de un error técnico, sin que por ese motivo el cerebro reaccionara de forma particular. Sólo activaba los mecanismos del dolor cuando el sujeto percibía que los demás le estaban dejando al margen.
- Por que duele que te dejen de lado o te excluyan?
La teoría de la superposición del dolor
[Pain Overlap Theory]
Hipótesis #1: El dolor físico y social
comparten una fenomenología y base neural en común.
Hipótesis #2: El dolor físico y social
dependen de los mismos mecanismos computacionales.
Hipótesis #3: La inducción o regulación de
un tipo de dolor similarmente influye al otro.
Hipótesis #4: Las diferencias de rasgo
relacionadas a un tipo de dolor se relacionan de igual manera con el Otro tipo.
"...Hay algo en estar cerca de hombres y
mujeres, y de mirarlos,y en su contacto y en su olor, que es grato al alma. . ." Walt Whitman, “I Sing the Body
Electric,” 1855
Comenzamos con una cita de
Aristóteles, quien sugirió que ningún individuo querría vivir sin relaciones
sociales. Ahora terminamos con una cita de Walt Whitman,
escrito cerca de 2.000 años después, indicando una idea similar — parte de lo
que hace que la vida valga la pena vivir es estar cerca de los demás. En
efecto, si se solicita identificar las mejores y peores experiencias de la
vida, la mayoría de nosotros tomaría esas experiencias que implican la
realización y ruptura de los lazos sociales.
Para la mayoría, ninguna ocasión podría
ser más feliz que un matrimonio o el nacimiento de un niño, y ninguna podría
ser más dolorosa que la pérdida de nuestros seres queridos. Cada vez más, la
evidencia apunta a la importancia de las relaciones sociales no sólo para
nuestra felicidad y bienestar, sino para nuestra supervivencia también.
A través de los estudios,
estamos empezando a apreciar que la necesidad de la conexión social es tan
esencial para la supervivencia, al menos en las especies de mamíferos, que
estar excluidos o desconectadso del grupo social es procesado por el cerebro de
una manera similar a la el dolor físico. Al igual que el dolor físico ha
evolucionado para alertarnos de que algo anda mal con nuestro cuerpo, el dolor
social es una señal similar potente que nos avisa cuando algo anda mal en
nuestras relaciones sociales con los demás, una amenaza igualmente importante
para la supervivencia de nuestra especie .
Revisando la teoría
de la superposición del dolor, avanzamos con la idea de que el dolor físico y
social dependen de las partes del mismo sistema subyacente para su
funcionamiento. También hemos proporcionado evidencia de varias hipótesis que
se pueden derivar de esta teoría. Hemos demostrado que el CCAD actúa como uno
de los sustratos neurales de la superposición de dolor físico-social y que está
implicado tanto en la detección de peligro físico y social y en la experiencia
alarmante que les sigue. Hemos demostrado que la potenciación o regulación de
una de estas formas de dolor influye en la otra forma de dolor de una manera
congruente. Por último, hemos proporcionado algunas pruebas que sugieren que el
neuroticismo se asocia con una mayor sensibilidad a los indicadores de ambos
tipos de dolor.
Estas no son las únicas consecuencias que
se pueden derivar de esta teoría. Otras hipótesis que aún no se han explorado
incluyen si el dolor físico y social tiene consecuencias similares en el
comportamiento, producen resultados similares de salud, o comparten otras
estructuras neurales comunes o neurotransmisores no revisados aquí. Continuar
explorando y estudiando las similitudes subyacentes entre el dolor físico y
social puede proporcionarnos nuevas formas de tratar el dolor físico y las
nuevas técnicas para el manejo del dolor social.
Quizás lo más importante, la comprensión
de ésta superposición puede proporcionarnos respuestas a dos de las preguntas
más fundamentales: Por qué duele perder a nuestros seres queridos y por qué
estar cerca de los demás es grato para el alma?.
Autores: Vanessa
Marsh, Williams,
Kipling D., Naomi I. Eisenberger, Matthew D. Lieberman
Fuentes: http://www.investigacionyciencia.es/mente-y-cerebro/numeros/2014/1/el-dolor-de-la-exclusin-11739,
No hay comentarios:
Publicar un comentario