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Frases - Pobres (Jose Mujica)

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''Yo le devolví a la Política la humildad, y la honestidad. 

Porque sería hipócrita hablar de que hay pobreza , mientras yo soy millonario, por eso me ves acá, en esta cocina, con ese alargue ahí colgando en la puerta.

Usted puede pensar ''miren a Mujica, es un viejo sucio que no lavó ni los tuppers de su casa'', y si, tenés razón, no lavé los tuppers, porque puedo tener los tuppers sucios , pero la consciencia limpia. Y eso es lo que vale. 

A la gente hay que enseñarle que ser pobre , no significa ser inferior, y que la verdadera riqueza está en nuestras mentes, en nuestro espíritu. 

Si logramos erradicar esa ambición tan materialista de la Sociedad, tendremos mejores personas y por ende, mejores políticos. 

No digo que esté mal tener un auto, o tener una linda casa, si las cosas se hacen con esfuerzo y se merecen, está bien, pero lo que digo es que no sos mejor que nadie por tener dinero. Y ese concepto hay que aprenderlo para mejorar. 

Se evitaría la delincuencia, tanto de la clase baja, como la de la clase alta que tantas veces se abusa del pobre. 

Ahh y eso sí, un jugador de Futbol, no puede cobrar mas que un Doctor. Y un Político, no puede cobrar mas que un Profesor. Así lo veo yo, Pepe Mujica. En esta cocina, con esta jarra de agua en la mano.''

Pepe Mujica para Diario Noticias, Montevideo.


Conformidad con el grupo - Experimento Solomon Asch

Seguro que te has preguntado alguna vez por qué la mayoría de gente tiene esta tendencia tan marcada a seguir ciegamente los dictados de la mayoría.
Muchos psicólogos han tratado de averiguar no solo las causas de tal comportamiento gregario, sino hasta qué punto el individuo es capaz de renunciar a su propio criterio en favor del de las masas.
Uno de los experimentos psicológicos más significativos al respecto es el EXPERIMENTO SOLOMON ASCH.
Conformidad con las Normas del Grupo: El experimento de Solomon Asch
¿Te ves a ti mismo como un conformista o como un inconformista?
La mayoría de gente a la que se hace esta misma pregunta, responden que se consideran a sí mismos unos inconformistas y que serían capaces de hacer frente a todo un grupo de personas cuando saben que tienen razón.
Sin embargo, ¿hasta qué punto pueden los inconformistas resistir la presión de la gente que les rodea?
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Solomon Asch
En la década de 1950, el psicólogo polaco Solomon Asch, realizó un estudio sobre la conformidad. Los participantes en el experimento se inscribieron para participar en un experimento de psicología en el que se les pedía que completaran un test de visión.
Pero se trataba de un engaño.
El verdadero experimento intentaba responder a la pregunta: ¿La gente puede resistir la presión de la mayoría para que acepte como verdadero algo que es falso?
Sentados en una sala con otros participantes, a los sujetos del experimento se les mostró una tarjeta con un segmento de línea de una determinada longitud y se les pidió que eligieran, de entre un conjunto de 3 segmentos pintados en otra tarjeta, cual de ellos tenía la misma longitud que la mostrada anteriormente.
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El psicólogo posteriormente pidió a cada participante, de forma individual, que seleccionara qué segmento de línea era el correcto. En algunas ocasiones toda la gente del grupo eligía la línea correcta, pero de vez en cuando, los demás participantes ofrecían, unánimemente, una respuesta incorrecta. Lo que el sujeto del experimento desconocía, era que toda la gente que formaba el resto del grupo y que él creía que eran sujetos del experimento como él, en realidad colaboraban con el psicólogo y sus respuestas habían sido planificadas de antemano con el fin de determinar si la respuesta del participante en el experimento podía ser condicionada por la opinión de la mayoría a pesar de ser claramente errónea.

Casi el 75% de los participantes en los experimentos de conformidad estuvieron de acuerdo con el resto del grupo, por lo menos una vez. Después de combinar los ensayos, los resultados indicaron que los participantes se ajustaban a la respuesta incorrecta ofrecida por la mayoría, aproximadamente una de cada 3 veces.
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A la conclusión de los experimentos, se le pidió a los participantes por qué se habían mostrado de acuerdo con el criterio erróneo del resto del grupo. En la mayoría de los casos, los estudiantes afirmaron que, si bien sabían que el resto del grupo se equivocaba, no querían correr el riesgo de enfrentarse a críticas personales.
Algunos de los participantes eran tan débiles de mente, que llegaron a afirmar que creían que los otros miembros del grupo estaban en lo cierto y que eran ellos los que se equivocaban en sus respuestas, a pesar de la evidencia que tenían ante los ojos.
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Estos resultados sugieren que la conformidad puede ser influenciada tanto por la necesidad de encajar en una comunidad, como por la creencia de que las demás personas son más inteligentes o están mejor informadas.
Dado el nivel de conformidad visto en los experimentos de Solomon Asch, la conformidad puede resultar aún más fuerte en situaciones de la vida real, donde los estímulos son más ambiguos o difíciles de juzgar que la simple elección de unas líneas pintadas en una tarjeta.
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Sin embargo, hay una lección adicional realmente esperanzadora en todo esto.
En el experimento, Asch también descubrió que si uno de los miembros del grupo que colaboraban con el psicólogo daba la respuesta correcta contradiciendo a la mayoría del grupo, el grado de conformidad del sujeto descendía dramáticamente.
En tal situación, solo entre un 5% y un 10% de los participantes se mostraban conformes con las decisiones erróneas de la mayoría.
Es decir, una sola persona diciendo la verdad dentro de un grupo de mentirosos puede ayudar a convencer a otros sobre cuál es el camino correcto.
Esto muestra claramente la importancia que tienen, por ejemplo, los medios alternativos o los investigadores de todo tipo y disciplina que se enfrentan a la verdad oficial y mayoritaria y que tratan de informar de su punto de vista a tantas personas como pueden.
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Como vemos, también existen resortes psicológicos para la esperanza…

La compleja tarea de comprender la mente del otro

En una reunión de amigos, en una ronda de negocios o en un encuentro amoroso, seguramente cada una de las personas involucradas se preguntará, en algún momento, qué estará pensando el otro.
Y se interroga eso porque está convencido de que el otro está pensando algo y que es independiente de lo que piensa él.
Para los seres humanos, así como para muchas otras especies animales, la supervivencia depende en gran medida de un funcionamiento social efectivo.
Las habilidades sociales facilitan nuestro sustento y protección y aquellos individuos que son sociablemente más adaptados tienden a ser más sanos y a sobrevivir más. La llamada “cognición social” estudia al individuo dentro de un contexto social y cultural, centrándose en cómo la gente percibe, atiende, recuerda y piensa sobre otros.
En el concepto de “cognición social” se incluyen diversos procesos tales como la teoría de la mente, la empatía, el reconocimiento de expresiones faciales, el desarrollo de emociones, el juicio moral y la toma de decisiones.
Las neurociencias denominan “teoría de la mente” a la capacidad de inferir los estados mentales de otras personas –incluyendo sus intenciones y sentimientos– y es una habilidad universal que subyace a nuestra capacidad de interactuar en sociedad. La teoría de la mente es un componente central de la empatía y, dado que es una habilidad que favorece la adaptación, se supone que ha evolucionado a partir de la selección natural.
Una interacción apropiada con otro ser humano necesita de un reconocimiento inicial de que quien está enfrente es otra persona, distinta de uno mismo y con un estado psicológico interno diferente, que acciona con base en sus propias metas y que dichas metas y creencias pueden diferir de nuestras propias perspectivas acerca del mundo. A partir de allí, debemos intuir las motivaciones internas, los sentimientos y las creencias que subyacen a su conducta considerando, además, que los estados mentales de cada individuo se enmarcan en características más estables de la personalidad. Una vez comprendido esto, debemos ser capaces de comparar la perspectiva propia con la ajena.
Finalmente, uno debe tener en cuenta cómo es que nuestra conducta influye sobre la de la otra persona, tanto para actuar de una manera socialmente apropiada como para intentar influir en el estado mental del otro.
Distintos autores consideran que la teoría de la mente puede subdividirse en dimensiones cognitivas y afectivas. La dimensión cognitiva se refiere al conocimiento que tenemos acerca de los pensamientos de los demás, incluyendo la capacidad de comprender que las creencias de otros pueden diferir de las propias. La dimensión afectiva incluye la capacidad de comprender lo que el otro está sintiendo o cómo se sentiría frente a determinada situación.
Se ha sugerido que aquellas personas con rasgos antisociales presentan intacta la dimensión cognitiva de la teoría de la mente mientras que fallan en la afectiva. Pacientes con esquizofrenia presentan mayores dificultades en el componente afectivo de la teoría de la mente, mientras que sujetos con Síndrome de Asperger parecen tener mayores dificultades en la dimensión cognitiva. Diversos estudios han señalado el área frontal, la amígdala y las áreas temporales como claves en el procesamiento de la teoría de la mente.
Justamente esto mismo es lo que reflexiona el célebre investigador Auguste Dupin, cuando dice que muchos detectives que se creen inteligentes fracasan en sus intentos porque se atienen a su propia inteligencia y no tienen en cuenta la inteligencia del otro.
Gran parte de la obra de E. A. Poe puede releerse en clave neurocientífica y hallar así a otro de los precursores.
El experimento de "falsa creencia" como prueba de la adquisición de la Teoría de la Mente. Consecuencias sociales.

Fuente: www.facundomanes.com
Autor: Dr. Facundo Manes

La inusual amistad entre un perro y un delfín les reúne cada día para jugar

En la costa noroeste de Irlanda se repite cada día una historia sorprendente: una amistad muy poco habitual.
El espectáculo tiene lugar frente al puerto de Middletown, un pequeño pueblo de Irlanda.
El perro, un labrador canela llamado Ben, ha entablado amistad con un delfín al que han apodado “Doogie”. Todos los días el labrador sale corriendo, desciende las escaleras y va a nadar con su inseparable amigo.
Todos los días, el Ferry local tiene que partir, y ese es el momento del fin del juego diario para ambos puesto que tienen que hacerles paso, un juego ambos retoman al día siguiente.
El delfín es una hembra vista por primera vez en 2006, cuando el cadaver de otro delfín apareció en la orilla, y el que probablemente fuera su pareja. Los lugareños atribuyen a ello las visitas de Doogie.
Una historia tan bonita como inusual.
Original: Franklin Sinclair
Fuente: La voz del muro

La belleza y el atractivo personal no residen sólo en prototipos físicos estandarizados

Salud, naturalidad, higiene, serenidad, humor inteligente, autoestima. La belleza personal no sólo reside en el aspecto físico...

La vestimenta, el corte de cabello, el ejercicio regular y la buena alimentación, así como los productos cosméticos y en última instancia la cirugía y los tratamientos estéticos son grandes aliados de la belleza humana, pero hay otro amigo de la buena imagen -más económico, sencillo y accesible- que nunca debemos descuidar: nuestro atractivo original.

"Si aprendemos a querernos más, descubriremos la belleza natural que hay en nuestros rasgos personales, si la mimamos y realzamos sin obsesiones, todos la verán también", señala la psicóloga clínica Patricia Villalba, en una investigación publicada en la revista especializada en Psicología Práctica.

"El atractivo personal no reside sólo en un prototipo físico estandarizado. Ni siquiera las modelos que aparecen glamorosas y sofisticadas en los anuncios son así. Luces, retoques, programas de computadora que borran manchas y arrugas, y otros artilugios técnicos hacen que el resultado sea una obra de arte en muchos casos lejana de la realidad", añade Villalba.

Según la experta, "no debemos olvidar que nacimos con una herencia genética que determinará, en una importante medida, la forma de nuestro cuerpo, nuestras peculiaridades: color de ojos y piel, estructura del cabello, altura, constitución ósea, longitud y amplitud de los músculos".

"Está claro que cualquier constitución física es hermosa, si la llevas con orgullo en vez de disfrazarla, si la cuidas en lugar de luchar contra ella. En suma, si le sacas el partido propio del amor que te prodigas a ti mismo", explica Villalba.

"Jamás deberíamos empeñarnos en la cruzada imposible de querer ser quien no somos: una persona que metaboliza rápidamente las grasas y nutrientes difícilmente conseguirá un cuerpo de redondeces sensuales, quien tiene el metabolismo lento engordará fácilmente comiendo lo mismo e incluso llevando una vida más activa que la primera", aconseja la psicóloga.  

SALUD Y NATURALIDAD PARA SER IRRESISTIBLE

Una de las claves del atractivo natural, según Villalba, es la salud "que suaviza los rasgos y los gestos, da brillo a los ojos, abre la franca sonrisa, y hace fluir la energía por todo el organismo. Por el contrario, los trastornos físicos y mentales encogen el cuerpo, hunden el pecho, dan rigidez a los rasgos y "matan"? la sonrisa".

Otro ingrediente del sex- appeal innato es la naturalidad, ya que según la psicóloga "la mayoría de las personas nos sentimos atraídas por la gente con apariencia de normalidad, frescura y sin demasiados artificios, mientras que a los "bellezones" los mira todo el mundo pero no muchos se les acercan".

Para Villalba, el tercer pilar de nuestro atractivo es la higiene, ya que "sin limpieza no hay atractivo que valga. Nada  más hermoso que el pelo, los dientes, las uñas todos brillantes y cuidados, la piel fragante e hidratada, la ropa aseada".

Para atraer a los demás, también es fundamental mantener la serenidad; es decir, esa "paz de espíritu que emana de dentro hacia fuera". Según la psicóloga, "las personas que muestran ese estado de conciliación interior, resultan inevitablemente seductoras, a diferencia de quienes dejan traslucir ansiedades y neurosis".

Por último, Villalba aconseja cultivar el humor inteligente, porque "nadie puede resistirse a una persona ingeniosa, simpática, culta, franca y confiable, que sabe escuchar y decir cosas que interesan. ¡No hay nada más sexy que la inteligencia!".

¿Por qué somos atractivos? Algunas investigaciones recientes confirman que la belleza es un concepto relativo y subjetivo, y muestran que en lo que cada persona considera seductor influyen desde la simetría corporal y la genética, hasta la actitud y las emociones de cada uno, pasando por los estereotipos culturales y los modelos difundidos por los medios de comunicación.

De acuerdo a una serie de trabajos publicados en la revista estadounidense de Psicología Social Aplicada, el atractivo físico es una construcción social determinada culturalmente y que varía según patrones de estética y tendencias que dicta la moda, los cuales a su vez influyen sobre las relaciones sociales, y la valoración de la propia imagen corporal.

Según el principio "todo lo bello es bueno", propuesto por los psicólogos sociales K. DionE. Berscheid y E. Walster, "hemos aprendido a catalogar a la gente según las pautas que han ido trasmitiendo sobre todo los medios de comunicación y el cine, que establecen de antemano las caras que corresponden al bueno y al malo".

MÁS ALLÁ DE LA BELLEZA FÍSICA
Las investigadoras norteamericanas Nancy Etcoff y Susie Orbach han analizado la relación de las mujeres con la belleza, su grado de satisfacción y cómo influye en su bienestar, concluyendo que además del atractivo físico, el concepto de lo bello también abarca la felicidad, la dignidad, la bondad, la sabiduría, el amor, la realización de uno mismo y la autenticidad.

Según estas expertas, las mujeres conciben la belleza como algo más que el cuerpo, incluyendo en el atractivo de una persona, su carácter y grado de pasión.

Para fortalecer nuestra propia imagen, la psicóloga Patricia Villalba aconseja hacer una lista de los aspectos que consideramos parte nuestra, y en la que han de figurar las cosas que nos gustas hacer, la cosas que podemos hacer bien, si somos físicamente activos, si somos creativos, artísticos y cultivados.

"¿Me gusta aprender?, ¿soy solidario?, ¿soy sociable?, ¿me intereso por mi salud?, ¿cultivo los valores en los que creo?", son algunas de las preguntas que la psicóloga recomienda respondernos para reconocer nuestro atractivo personal. 

Con esa lista podemos construir un retrato objetivo de lo que somos por dentro y fuera. "Esa es la imagen que trasmitimos a quienes nos rodean. Somos un todo. No hemos de desequilibrar nuestra personalidad dedicando más tiempo, pensamientos, energía y recursos, a nuestra imagen física que al resto de nuestras cualidades. Hemos de cultivarlas todas", señala Villalba.  

De acuerdo a la escritora Eva Gizowska, experta en bienestar y psicología afincada en Londres y autora del libro Seducción: 100 consejos para atraer, existe una serie de maneras completamente cautivadoras de ser irresistible.

Según esta escritora, "no hace falta ser guapo para resultar atractivo. Más que un cuerpo atractivo, lo que cuenta es tener una mente seductora. La seducción no tiene que ver con la perfección física, sino con la forma de actuar".

De acuerdo con Gizowska, "ser seductor puede implicar multitud de cosas diferentes, como el modo de mirar, tocar o hablar, que muestran una intención subliminal. Pero sobre todo radica en tener sentido del humor, ser una persona cariñosa y cálida, en vez de fría y manipuladora".

Para aprender a utilizar esa arma poderosa llamada atractivo natural, Gizowska aconseja elaborar una lista de al menos veinte aspectos de su cuerpo que valore y aprecie: por ejemplo, "tengo unas piernas largas, un pelo bonito, una piel suave, un cuello esbelto, etc. Entonces céntrese cada día en una de esas partes y mímela. El `día de las piernas´, dele un masaje, hidrátelas y salga a dar un paseo".

"Cuanto más se cuide una persona, mejor aspecto tendrá y mejor se sentirá anímicamente", señala la experta.
AUTOR: EFE
Fuente: Vanidades