¿Cuántas veces has estado tan emocionado por conseguir algo, que has ahorrado durante mucho tiempo hasta comprarlo…y cuando lo tienes te sorprende la rapidez con que la alegría de poseerlo desaparece? Pues resulta que este hecho está bien dentro de nuestra naturaleza, según demuestra un estudio de la Universidad de Missouri sobre el materialismo, las expectativas y las emociones evocadas por la compra de productos.
Para explicarlo, la psicóloga Marsha Richins y su equipo llevaron a cabo tres estudios separados donde midieron el nivel de materialismo de los consumidores y su estado emocional, antes y después de hacer una compra.
En cada estudio, los materialistas imperantes se anticipaban a las futuras compras con emociones fuertes y positivas, mucho más que otros consumidores. Esas emociones iban desde la alegría o el entusiasmo, al optimismo o la paz interior, independientemente de si estaban pensando en comprar un coche o un tostador de pan, la próxima semana o el próximo año.
Se trata simplemente de la idea de que su vida sería mejor una vez que fueran dueños de ese objeto, (una idea que por cierto los anunciantes hace eones que vienen explotando aprovechando ese sentimiento innato al ser humano). Pero después de que la compra se realizara, y los materialistas se adaptaran a su vida en posesión de dicho objeto codiciado,sus sentimientos de felicidad se disiparon.
Las conclusiones de este efecto son muy claras, según explica la doctora Richins en el análisis que hace en The Atlantic: “El estado de anticipar y desear un producto puede ser intrínsecamente más placentero que la propiedad del producto en sí”. Y aunque la felicidad por la adquisición parece tener alguna base real, esta felicidad es efímera.
Según la teoría básica de la doctora Richins es verdad que los materialistas obtienen un pequeño impulso de felicidad momentánea cuando adquieren algo nuevo. Pero también recibirán un impulso de felicidad con sólo pensar en conseguir algo nuevo, lo que ocurre varias veces durante el largo proceso de ahorrar dinero o en espera de la entrega de una compra que se ha hecho, por ejemplo, on-line.
Por lo tanto, estas pequeñas pildoritas de felicidad suman al final más felicidad que la explosión de gran placer (pero de corta duración) que acompaña a la adquisición del objeto en sí.
Así que, básicamente, el estudio concluye que somos más felices pensando en ser dueños de las cosas que cuando somos los dueños de las cosas; algo que no hace sino confirmar lo que otros estudios ya habían anticipado: que el materialismo no nos hace más felices, sino que crea personas más depresivas y ansiosas.
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