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Principios de neurociencia: herramientas para optimizar el aprendizaje

Empíricamente se sabe que ninguna innovación en los métodos de enseñanza tendrá éxito si no se entiende la forma en que aprenden los estudiantes y el propio docente. No obstante, a pesar de los avances en currículo educativo se desconoce fehacientemente cómo aprenden los alumnos.

Resultado de imagen para Principios de neurocienciaComo humanos, las emociones son reacciones inconscientes que la naturaleza ha ideado para garantizar la supervivencia, y que -por nuestro propio beneficio-, hemos de aprender a controlar (no reprimir). La neurociencia ha demostrado que las emociones mantienen la curiosidad, nos sirven para comunicarnos y son imprescindibles en los procesos de razonamiento y toma de decisiones, es decir, los procesos emocionales y los cognitivos son inseparables. Las emociones positivas facilitan la memoria y el aprendizaje, a la inversa, en el estrés crónico la amígdala (una de las regiones cerebrales clave del sistema límbico o “cerebro emocional”) dificulta el paso de información del hipocampo a la corteza prefrontal, sede de las funciones ejecutivas.

La educación es un fenómeno complejo, con múltiples aristas, abordado en su investigación por diversas ciencias, y en cada una de ellas desde diferentes perspectivas epistemológicas y metodológicas: es una transdisciplina inacabada que siempre se enriquece con más y más aportes, e implica un proceso mental holístico y complejo. Para su estudio, las ciencias de la educación han tomado enfoques según sea su referente: tecnología, grado de conocimientos y/o desarrollo de las numerosas variables incidentes. En este sentido -aunque muy recientes-, son prometedores los aportes de la neuropsicología o estudio del sistema nervioso desde un enfoque multidisciplinar, que intenta explicar la base funcional, la estructura psíquica y la sistematización sociocognitiva en todos sus aspectos -normales y patológicos-, abarcando los periodos evolutivos. Las evidencias neurobiológicas sugieren que el aprendizaje, la atención, la memoria, etc., están profundamente influidos por el proceso de la emoción, que comúnmente se conoce como el pensamiento emocionalExiste una relación muy estrecha entre los principios de neurociencia y educación(neuroeducación), por lo tanto, si entendemos la educación como un proceso de aprendizaje para la vida, la educación emocional resulta imprescindible porque contribuye al bienestar personal y social.

La característica común de estos estudios neuroeducativos es la increíble variedad de disciplinas y conocimientos, de personalidades y motivaciones que se entrelazan y fecundan en una tarea educativa que pocos pudieron imaginar hace una década. Quizá lo decisivo fue que los educadores y los investigadores no continúan siendo islas entre sí, vale decir, han comenzado a conocerse, a trabajar juntos, a colaborar y a enriquecerse en una sinergia mutua. Las alianzas más variadas se construyen allende las fronteras tradicionales y se van extendiendo a culturas diferentes de manera sistemática, porque la educación es a la vez proceso y producto de la cultura.

A guisa de preámbulo, es dable señalar que el cerebro, especialmente en las primeras etapas de la vida, es de gran plasticidad y posee una capacidad absolutamente extraordinaria para conocer y experimentar. Es como un libro en blanco, abierto y dispuesto a recibir toda clase de estímulos en virtud de los cuales se van construyendo las redes neuronales. No obstante, esta potencial capacidad ilimitada que posee nuestro cerebro se va “ajustando” con los conocimientos adquiridos en el contexto geográfico, sociocultural, emocional, etc. en que la persona se encuentra inserta y se desenvuelve.

La empatía es fundamental para educar desde la comprensión. Los docentes hemos de generar climas emocionales positivos que faciliten el aprendizaje y la seguridad de los alumnos. Para ello hemos de mostrarles respeto, escucharles e interesarnos (no sólo por los aspectos académicos).

De ahí la importancia de crear las condiciones para brindar contextos lo más variados posibles para que esta capacidad de conocer y aprender crezca y se optimice sinérgicamente en conocimientos significativos, y en este sentido, los afectos y las emociones cumplen una función de capital importancia en cualquier proceso de aprendizaje, porque nos permiten conectarnos con el mundo real. Es decir, los procesos relacionados con las emociones son necesarios para que las habilidades y conocimientos adquiridos en el colegio se transfieran a la toma de decisiones del mundo real, dado que son esos conocimientos y esas habilidades, unidas a las emociones, quienes guían nuestro juicio y nuestro actuar, positiva o negativamente.

Cada niño es un universo en sí, y entre las distintas formas de aprendizaje se incentiva la adquisición de conocimientos de manera lúdica y entretenidaIndiscutiblemente que tras cada pregunta que formulan los niños existe un esfuerzo e interés por comprender la realidad que los rodea en su entorno. Consecuentemente muchas veces la respuesta no es unívoca porque depende del punto de vista con que se mire el fenómeno. De ahí la importancia que el niño adquiera conocimientos a través de su propia experimentación, previa motivación en sintonía a sus emociones, que trae como consecuencia (de ser positiva) que éste se entretenga aprendiendo. Es decir, la clave es precisamente el juego y la experimentación de aquello que más atracción produce en el niño, ya que lo conectan con sus emociones y, a fin de cuentas, con el mundo real en que se desenvuelve. Sin embargo, no todos los juegos o experimentaciones son cauce adecuado de aprendizaje. En cualquier labor educativa, padres y educadores deben tener objetivos claros acerca de qué es lo que interesa que el niño aprenda y con qué propósito concreto.

Indiscutiblemente son muy atractivos los recursos tecnológicos con que se cuentan en el aula y en los hogares, y pueden ser enormemente didácticos: son parte de la vida de las nuevas generaciones y han permitido la globalización del mundo en prácticamente todos los campos del saber. Son medios, que lejos de desconocer, debemos asumir como parte de la enseñanza, del aprendizaje y de la vida de nuestros hijos. Es indispensable que los docentes y los padres se involucren y conozcan dichas herramientas, ya que son una importante ayuda para la obtención de información relevante en todo el amplio espectro del conocimiento humano, y para lograr ese equilibrio entre nuevas tecnologías y otras actividades, como la lectura, la reflexión teórica, etc., es importante evitar los excesos, considerando como tales el tiempo que niños y jóvenes “gastan” frente a un computador, televisor, y pantallas en general, que debe ser un lapso razonablemente acotado y definido por los padres, de modo que los hijos no descuiden otros intereses y obligaciones, tanto o más importantes, que el uso de las pantallas.

Complementando: la teoría de las inteligencias múltiples (H. Gardner) plantea que la inteligencia no es algo unitario que agrupa diferentes capacidades específicas con distinto nivel de generalidad, es decir, son un conjunto de inteligencias distintas e independientes. Por eso para Gardner la inteligencia es la “capacidad de resolver problemas o elaborar productos que sean valiosos en una o más culturas” (productos en sentido amplio, vale decir, inventos, teorías, fabricación de bienes de cualquier clase con algún valor agregado, etc.). Por lo mismo, cada persona tiene su forma particular y genuina de adquirir y valorar lo aprendido según su experiencia de vida, para luego ponerla en acción. Para Gardner existen a lo menos ocho inteligencias o habilidades cognoscitivas: musical, cinético-corporal, lógico-matemática, lingüística, espacial, interpersonal, intrapersonal y naturista.

El estado emocional condiciona fuertemente el funcionamiento del cerebro y el estado de ánimo puede modular las funciones cerebrales superiores (lenguaje, toma de decisiones, memoria, percepción, atención…), determinando la adquisición de nuevos conocimientos, es decir, acompaña el aprendizaje de emociones positivas. Este hecho induce a creer que no existen “buenos” ni “malos” estudiantes: el cerebro ha demostrado tener una increíble capacidad de aprender y reaprender, y por eso no debemos pronosticar el éxito o fracaso de ningún estudiante (efecto Pigmalión). Los cambios que sufrirá su personalidad a lo largo de la vida hacen que no podamos establecer que un determinado comportamiento se repetirá durante muchos años sin alteraciones, realidad que derriba el mito de asociar únicamente inteligencia con brillantez académica, ya que se dan casos de individuos de gran nivel intelectual e incapaces de trabar buenas amistades; por el contrario, existe gente mediocre en el colegio que triunfa en el mundo de los negocios o en su vida personal. De ahí la importancia de los contextos y las emociones precitadas como herramientas para desarrollar uno o más tipos de inteligencias. Dichos contextos lo forman, en primer lugar, la familia, luego el colegio y, en general, todo el medio en el cual el individuo se mueve y desenvuelve. El cerebro no funciona ni produce pensamientos por sí mismo, sino en referencia al contexto socio-cultural, educativo y afectivo en que nace y se desenvuelve la persona, consecuentemente, la importancia que los colegios tengan “ambientes de aprendizaje” adecuados.

Los principios de la neurociencia han contribuido a la comprensión del cerebro y su funcionamiento, desde la teoría del dolor/placer (primeros estudios del sistema límbico), a los aportes al campo educativo de conocimientos fundamentales, en especial, las bases neurobiológicas del aprendizaje, de las emociones y otras funciones cerebrales que pueden ser estimuladas por los docentes como herramientas al servicio del aprendizaje de sus alumnos. Este constructo considera que la principal contribución de la neurociencia a la educación es “iluminar la naturaleza misma del aprendizaje”, que sería el puente que une la neurociencia con la educación, mientras que su indesmentible y total interrelación (neuroeducación) nos permite suponer que interviniendo positivamente en las emociones se lograría la sinergia técnico pedagógica esperadaes decir su adecuada utilización al proceso educativo como importante herramienta para la aprehensión, desarrollo y potenciación de conocimientos: de aprendizajes verdaderamente significativos. 

Fuente: http://www.oei.es
Dagoberto Ramírez Alarcón, Profesor de Estado, Licenciado en Educación, Magíster en Administración y Gestión. Molina. Chile.


IBERCIENCIA. Comunidad de Educadores para la Cultura Científica.

¿Cómo aprendemos? ¿Qué permite que el aprendizaje sea significativo? A éstas y otras muchas preguntas responde la neurociencia, actual aporte para el proceso de educar que estudia desde su base el funcionamiento de la mente y de la mecánica de creación de conexiones neuronales (sinergia) al aprender algo nuevo: constructo base de la utilización docente para facilitar y optimizar el aprendizaje.

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