En esta carta, Einstein, como la combinación más fortuita de los
hombres, se dirige a su hijo desde la racionalidad y la espiritualidad
alentándolo a disfrutar sus actividades para acceder al verdadero aprendizaje.
En adición a las mejores cartas escritas de padres a hijos, en esta ocasión transcribimos la que el Albert Einstein, brillante físico, presidiario de la paz,
resignificador de la ciencia y la espiritualidad, le escribió a su hijo.
Esta carta fue escrita en 1915. Einstein vivía en
Berlín mientras su esposa Mileva y sus dos hijos, Hans Albert Einstein y Eduard
“Tete” Einstein vivían en Viena. Einstein, al escribir esta carta,
acababa de completar la obra maestra que lo catapultaría a la fama internacional
y a la gloria histórica: la teoría de la relatividad.
En su carta, sencilla y lúcida, Einstein le recuerda a
su hijo que ahí donde está el placer creativo es donde está la verdadera
sabiduría. Que los ritmos de absorción creativa son el verdadero motor del aprendizaje.
Mi querido Albert,
Ayer recibí tu querida carta y fui muy feliz con ella.
Ya estaba pensando que no me volverías a escribir. Cuando estaba en Zurich me
dijiste que era raro para ti cuando yo voy a Zurich. Por lo tanto creo que es
mejor si nos reunimos en otro lugar, donde nadie pueda interferir con nuestra
comodidad. De cualquier manera insistiré en que cada año pasemos un mes juntos
para que veas que tienes un padre que te aprecia y te quiere. Tú también puedes
aprender muchas cosas buenas y bellas de mí, algo que otra persona difícilmente
puede ofrecerte. Lo que he logrado mediante tanto trabajo arduo no sólo estará
ahí para extraños sino especialmente para mis propios niños. Estos días he
completado uno de los trabajos más bellos de mi vida; cuando seas grande te
contaré al respecto.
Me complace mucho que encuentres placer en el piano.
Esto y la carpintería, en mi opinión, son los mejores ocupaciones para tu edad,
mejores incluso que la escuela. Porque esas son cosas que encajan muy bien con
una persona joven como tú. Principalmente toca las cosas que te agraden en el
piano, aun si el maestro no te las asigna. Esa es la manera de aprender más,
que cuando estés haciendo algo con tanto gusto no te des cuenta de que el
tiempo pasa. A veces estoy tan envuelto en mi trabajo que olvido la comida de
mediodía.
Está con Tete besado por tu
Papa.
Saludos a
Mama.