No es solo un problema personal. La implicación y la
satisfacción profesional dependen también de la motivación y de las relaciones
con la empresa, los jefes y los compañeros. Y afecta directamente a los
resultados de las compañías
SOBRE
EL TRABAJO ha existido desde siempre una extrema controversia que va desde
aquellos que lo ven como una maldición hasta los que lo perciben como el medio
ideal para la realización del ser humano. Los avances de la ciencia y de la
investigación sobre la actividad laboral permiten hoy saber que puede ser ambas
cosas, dependiendo de múltiples variables que afectan a individuos,
organizaciones y países. Para algunos, efectivamente, es una fuente de sufrimiento,
angustia, depresión, estrés. Para otros lo es
de dicha, bienestar y felicidad. Lo cierto es que es una de las variables más
importantes en nuestra satisfacción general.
Esas
horas que pasamos en la fábrica o en la oficina definen en buena medida nuestro
estado general de felicidad porque afectan al resto. Nos llevamos a casa los
sentimientos que nos genera y, de paso, contagiamos con ellos a quienes nos
rodean. Es difícil toparse con alguien que diga que se encuentra muy feliz con
su vida, excepto en lo que concierne a su profesión, en donde se siente
miserable.
Una
métrica que sirve para captar el nivel de dicha en este aspecto es la del
compromiso laboral. Las personas que se sienten altamente implicadas con su
función son las que están muy identificadas con lo que hacen, las que buscan
siempre formas de realizarlo mejor, las que emprenden sus tareas diarias con
entusiasmo. Esas personas enferman menos, se deprimen menos, y cuando se les
pregunta sobre su estado general de felicidad, indican valores más altos que
aquellos que no están involucrados con su profesión.
Pero
¿de qué depende el grado de compromiso y por tanto la felicidad con el empleo?
La empresa Gallup, después de años de estudio y análisis, ha concluido que
existen 12 variables que lo determinan de manera preponderante. Entre ellas
destaca que usted sienta que está utilizando sus capacidades, aquello que sabe
y puede hacer mejor. También que tenga oportunidades para aprender y crecer;
que usted le importe a alguien como persona en su empresa y que tenga quien lo
motive continuamente. Que sus opiniones sean tomadas en cuenta; que se sienta
identificado con el propósito u objetivo de la organización en la cual trabaja;
que tenga al menos un gran amigo entre sus compañeros; que perciba que estos se
hayan comprometido con la calidad de sus labores. Si todas o la mayoría de esas
condiciones se cumplen, muy posiblemente usted es una persona que está feliz
con su empleo. Tal vez para sorpresa de muchos, el salario no es una variable
determinante del compromiso laboral y por tanto del bienestar o la felicidad con
el trabajo. Se encuentran altos y bajos niveles de implicación en cualquier
lugar de la escala salarial.
Tal
y como claramente se desprende del listado de variables, la satisfacción con el trabajo no
depende solamente del empleado.
Las organizaciones, los gerentes y los colegas tienen también un peso
importantísimo. Si, por ejemplo, su empresa o jefe inmediato no le asigna las
tareas más acordes con sus conocimientos y aptitudes, le estará privando de una
fuente importante de felicidad profesional. Lo mismo ocurre si desprecia sus
opiniones o jamás muestra ningún interés en su desarrollo laboral.
Desde
una perspectiva más amplia, el tema de la felicidad en el trabajo ha ido
cobrando una creciente importancia no solo porque afecta al bienestar de los
trabajadores, sino porque también genera efectos muy importantes en el
desempeño de las empresas. Los profesionales más comprometidos son más
productivos, se ausentan menos, originan menos rotación de personal y menor
número de accidentes laborales. En sus lugares de trabajo se producen también
menos pérdidas de materiales y suministros. Algunos estudios han llegado a
establecer una relación positiva entre clima laboral y precio de las acciones
de las compañías. De manera que cuando un empleado se encuentra altamente
implicado, gana todo el mundo. El sujeto, porque es más feliz; su empresa,
porque el trabajador es más productivo, y el país y la sociedad entera porque,
como consecuencia, sus niveles de bienestar subjetivo y riqueza material son
mayores.
Fuente: El Pais semanal
Autor: DIego Mir - Gerver Torres
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