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¿Será tu media naranja?

Un estudio de psicología experimental revela que los sentimientos automáticos son más acertados que los conscientes

"Los recién casados conocen de forma implícita si su matrimonio será grato”, dice el responsable del estudio.
"Los recién casados conocen de forma implícita si su matrimonio será grato”, dice el responsable del estudio.  REUTERS

Los sentimientos automáticos, viscerales y más bien inconscientes que tenemos hacia nuestras nuevas parejas tienden a ser acertados, según se puede comprobar en la vida real cuatro años después. De hecho, son siempre más acertados que esos otros sentimientos, los que albergamos con plena consciencia y admitimos abiertamente a la mínima ocasión. Son los resultados de una investigación de psicología experimental que tres universidades estadounidenses han estado haciendo con 135 parejas durante los últimos cuatro años, y lo bastante sólido como para presentarlo en la revista Science.
El responsable de la investigación, el psicólogo James McNulty de la Universidad Estatal de Florida, tal vez sea el primer científico que ha titulado un artículo técnico con un twit: “Aunque lo desconozcan, los recién casados conocen de forma implícita si su matrimonio será grato”. Directo, al punto y claro como el cristal.
Una tradición de la psicología social ha sostenido durante décadas que los procesos automáticos de la mente producen efectos sociales, pero la teoría carecía hasta ahora de soporte empírico y había empezado a ser cuestionada. El experimento de McNulty y sus colegas aporta exactamente esa clase de evidencia que se echaba de menos.
Los psicólogos han estudiado a 135 parejas heterosexuales desde que estaban recién casadas hasta cuatro años después, haciéndoles un examen cada seis meses durante ese periodo. Cada vez les han preguntado —por supuesto, a cada miembro de la pareja por separado— sus sentimientos explícitos sobre el cónyuge. Pero también han medido, con los trucos enrevesados típicos de la psicología experimental, sus sensaciones viscerales sobre su pareja, la clase de sentimiento que no se revela filtrada ni metabolizada por la razón, sino que surge virgen y brutal de las capas más oscuras de nuestro cerebro profundo o reptiliano.
Por ejemplo, los investigadores muestran al sujeto una foto de su cónyuge durante solo 300 milisegundos (menos de un tercio de segundo) seguida rápidamente por una palabra como “imponente” o “genial”, o bien por una como “horrible” o “espantoso”. El sujeto tiene que decir (pulsando una tecla) si la imagen va bien con la palabra o no. Los psicólogos experimentales tienen bien documentado que, en esas condiciones, el tiempo de reacción delata las sensaciones viscerales, o sentimientos automáticos, del voluntario.
Si el sujeto realmente siente que su cónyuge es “imponente”, pulsa la tecla a la velocidad del rayo. No así en caso contrario, por más que jure y perjure. Son técnicas clásicas de los psicólogos para hurgar en nuestras entrañas más recónditas, en aquellas sensaciones que no queremos confesarnos ni a nosotros mismos.
El resultado ha pasado todos los filtros estadísticos y está más claro que el agua: si uno quiere saber qué va a ser de su vida de pareja dentro de unos años, lo mejor que puede hacer es atender a sus vísceras. Los sentimientos plenamente conscientes, o explícitos, fallan más que una escopeta de feria. Pueden ser un autoengaño o un engaño literal —solo para los demás—, pero en cualquier caso no dan ni una. Solo las tripas dicen la verdad, o predicen el futuro. Triste resultado para nuestros lóbulos frontales.
“No estoy seguro de que nuestros lóbulos frontales sean ajenos a nuestras actitudes automáticas”, dice McNulty a EL PAÍS, “pero lo que sí puedo decir es que, a veces, nuestros sentimientos viscerales (gut-level feelings) pueden ser más certeros que nuestros pensamientos más deliberativos”.
Sobre el rompedor título de su paper, McNulty comenta sin falsa modestia, o sin modestia de ninguna clase: “Los títulos inteligentes se están volviendo la norma en mi disciplina, la psicología social”. Ya lo saben.
Fuente: El Pais.com
Autor: Javier Sampedro

Que se siente ser vieja?

El otro día, una persona joven me preguntó: -¿Qué sentía al ser vieja?-
Me sorprendió mucho la pregunta, ya que no me consideraba vieja. 
Cuando vio mi reacción, inmediatamente se apenó, pero le expliqué que era una pregunta interesante. 

Y después de reflexionar, concluí que hacerse viejo es un regalo.

A veces me sorprendo de la persona que vive en mi espejo. Pero no me preocupo por esas cosa mucho tiempo. Yo no cambiaría todo lo que tengo por unas canas menos y un estomago plano. No me regaño por no hacer la cama, o por comer algunas "cositas" de más. Estoy en mi derecho de ser un poco desordenada, ser extravagante y pasar horas contemplando mis flores.

He visto algunos queridos amigos irse de este mundo, antes de haber disfrutado la libertad que viene con hacerse viejo.

-¿A quién le interesa si elijo leer o jugar en la computadora hasta las 4 de la mañana y después dormir hasta quien sabe qué hora?- 
Bailaré conmigo al ritmo de los 50's y 60's. Y si después deseo llorar por algún amor perdido...¡Lo haré! 

Caminaré por la playa con un traje de baño que se estira sobre el cuerpo regordete y haré un clavado en las olas dejándome ir, a pesar de las miradas de compasión de las que usan bikini. Ellas también se harán viejas, si tienen suerte...

Es verdad que a través de los años mi corazón ha sufrido por la pérdida de un ser querido, por el dolor de un niño, o por ver morir una mascota. Pero es el sufrimiento lo que nos da fuerza y nos hace crecer. Un corazón que no se ha roto, es estéril y nunca sabrá de la felicidad de ser imperfecto. Me siento orgullosa por haber vivido lo suficiente como para que mis cabellos se vuelvan grises y por conservar la sonrisa de mi juventud, antes de que aparezcan los surcos profundos en mi cara.

Ahora bien, para responder la pregunta con sinceridad, puedo decir: -¡Me gusta ser vieja, porque la vejez me hace más sabia, más libre!-. 
Se que no voy a vivir para siempre, pero mientras esté aquí, voy a vivir según mis propias leyes, las de mi corazón. No pienso lamentarme por lo que no fue, ni preocuparme por lo que será. El tiempo que quede, simplemente amaré la vida como lo hice hasta hoy, el resto se lo dejo a lo que me quede de vida.

Anónimo

Young and Beautiful

La extraña sensación de sentir que no perteneces a este Planeta

Muchas personas en todo el mundo tienen la misma sensación, no sienten pertenecer a ningun lugar en este mundo, que no tienen ninguna vinculación con este planeta.
Algunas teorias de ciertos investigadores inteentan explicar esto sugiriendo que estas personas podrían ser espíritus que se manifiestan como seres humanos, que han venido de otros planetas o dimensiones superiores. Sin embargo, esta enigmática sensación incluye confusión sobre las normas de comportamiento y sentirse“diferente” a los demás, o encontrarse atrapado dentro de una ilusión.
Quienes padecen esto pueden tener la necesidad de escapar de esta realidad, pero “algo” los mantiene amarrados en la Tierra. Algunos sienten que desde que nacen tienen estas misteriosas sensaciones, discriminados por una sociedad políticamente correcta.
Desde un punto de vista psicológico, todos tendemos a tener o querer tener un sentido de pertenencia. Definido esto como la noción que puede vincularse al proceso fisiológico de recepción y reconocimiento de estímulos que se realiza mediante los sentidos; a la razón o el entendimiento; a la significación cabal; o a la finalidad de algo. 
A nivel social, la pertenencia es la circunstancia de formar parte de un grupo, una comunidad u otro tipo de conjunto. En resumen el sentido de pertenencia es la satisfacción de una persona al sentirse parte integrante de un grupo. La persona de este modo, se siente identificado con el resto de los integrantes, a quienes entiende como pares.
Esto supone que el ser humano desarrolle una actitud consciente respecto a otras personas, en quienes se ve reflejado por identificarse con sus valores y costumbres. El problema es cuando esto no sucede.
Este sentido, por otra parte, confiere una conducta activa al individuo que está dispuesto a defender su grupo y a manifestar su adhesión, apoyo o inclusión a la comunidad de manera pública.
Un ejemplo de sentido de pertenencia puede encontrarse en la relación entre una persona y su país. El lugar de nacimiento, sumado a la crianza y la educación en un determinado territorio, puede generar un sentido de pertenencia que lleve a un individuo a identificarse con sus compatriotas y a desear el bien a su nación, incluso cuando esto signifique que otra se vea perjudicada. Sin lugar a dudas, el ámbito en el que más comúnmente se aprecia este lazo aparentemente irrompible es el deporte, especialmente el fútbol.
Sin embargo, el sentido de pertenencia a un país, o incluso a una familia, puede desaparecer y ser reemplazado por otro vínculo. Las personas que se van de su tierra natal en busca de un futuro mejor lo hacen porque no han recibido las suficientes herramientas u oportunidades para ver sus planes florecer en su lugar de origen. En casos como éste, si existe un sentimiento de nacionalismo antes de emprender el viaje, no suele mantenerse vivo durante mucho tiempo.
Esto no significa que necesariamente deba existir un sentido de pertenencia a una nación y que si se desvanece el original, entonces éste deba ser reemplazado por otro; muchas veces el lazo más estrecho se establece con uno mismo, con los seres que nos acompañan de verdad, que nos apoyan y se atreven a decirnos lo que realmente piensan de nuestras ideas y actitudes, con aquéllos que permanecen a nuestro lado en las peores épocas.
Ante la idea de no pertenecer a una tierra definida por fronteras, sino a la Tierra como punto común a todos los seres vivos con los que compartimos el mismo oxígeno, la misma agua y el mismo Sol, podemos volvernos más fuertes, conocernos más a nosotros mismos y respetarnos más, como consecuencia de abandonar la idolatría.
El ejemplo más cercano que tenemos de sentido de pertenencia puro es el que sienten los animales que se agrupan en manadas, como ser los lobos o los leones. Si bien su forma de comunicarse es diferente a la nuestra, no es difícil apreciar la importancia que dan a sus compañeros, a sus roles y a los ajenos, al bienestar general y a mantener la unión para ser más fuertes.
No sabemos qué piensan o si consideran que su especie sea superior a las demás (como hacemos los seres humanos), pero al menos no los vemos perder el tiempo: saben defenderse y autoabastecerse, transitan infinidad de kilómetros y superan el frío y el calor intensos. No hay préstamos ni becas denegadas. No hay gobernantes corruptos. Solamente hay compañía verdadera, un sentido de pertenencia a quienes están y estarán siempre de verdad, en carne y hueso, con una sola cara.
Todos tenemos y anhelamos el tener y permanecer en algo que podamos llamar hogar. Pueden ser personas, un grupo, puede ser un lugar en específico, una ciudad o un país. Por lo general, lo queremos cuando no estamos en un lugar estable ni que podamos llamar propio, o si nos encontramos muy lejos de nuestros seres queridos. Lo podemos sentir más latente cuando nos cambiamos de hogar, y aunque estamos construyendo uno nuevo, puede que tome tiempo encontrar ese bienestar.
Una sensación de comodidad, de seguridad y que no estás solo. Cuando eso desaparece, hay una soledad muy grande en esta situación, de querer sentirse en casa y no lo logras, por más que incluso muchas veces tengas a tus seres queridos cerca. Cada persona lo sentirá como suyo de distinta manera, por eso es tan difícil de explicar y de tener una respuesta única cuando este sentimiento nos aqueja.
A mí también me ha pasado. Que a pesar de estar con aquellos con quienes creciste, no puedes lograr hacer ese “click” que pensabas que ocurriría, esa conexión que esperabas o que tenias, y solo quieres volver a donde estabas antes. O te vas sola a una nueva ciudad, y tienes a tu familia cerca, tienes a seres queridos y todo lo que haces es formar la nueva vida que te estaba esperando, pero aún hay un vacío que te preguntas si algún día terminará.
Todo se ve familiar, pero no se siente así. Cuando ya te has quedado con esa sensación, no importa dónde vayas: es probable que te sigas sintiendo igual, ya lo tienes dentro de ti, ya lo has internado y es un pensamiento que no quieres soltar. Anhelas un momento que ya no existe, y probablemente nunca volverá, es como anhelar un fantasma, o una ilusión. Es solo un bello recuerdo, pero no debes dejar que se estropee.
Teorias de procedencias de otros mundos                                                        
Algunos aseguran que los espíritus que encarnan en la Tierra procedente de otras civilizaciones planetarias avanzadas son más desarrollados espiritualmente. Siendo almas más viejas, más equilibradas y en sintonía, encuentran la locura de esta ilusión terrenal un tanto estresante y desconcertante. Se sienten como si la Tierra no fuera su verdadero hogar. Que su mundo natal podría ser altamente civilizado, con una población que opera en unidad y armonía, con conductas sociales y un equilibrio socioeconómico.
Una explicación espiritual, supone que estas personas inconscientemente conocen la importancia de altas energías de vibración como el amor y la luz, y que son parte de una sola creación infinita, pero por desgracia también están sujetos al olvido cuando nacen.
Este olvido “voluntario” seria necesario de otra manera no se podría vivir en esta realidad. Aquellos que sienten como si la Tierra no fuese su verdadero hogar, puede que tengan un gran interés en la tecnología y en el tema paranormal, son amables y con ganas de ayudar a los demás, y sin olvidarnos de que son muy despiertos espiritualmente, unos rasgos procedentes de su raza extraterrestre.
Son ilusiones que utiliza nuestro cerebro para justificar lo que nos pasa, para hacernos sentir un poco especial y no tan segregado o auto segregados por las diferencias. Se tiende a encontrar similitudes con algo ilusorio.
Es normal que te sientas identificado con lo que dice el párrafo mas arriba cuando explica que estas personas tienen un gran interés en la tecnología y en lo paranormal.  Con el nivel de información en el que vivimos y de globalización, las generaciones están viviendo grandes cambios cada vez mas rapidos, y puede ocurrir que esto conlleve una falta de adaptación por el ritmo que llevan. Los jóvenes y adolescentes mas sensibles son mas susceptibles a sufrir esta sensación de no pertenencia por su falta de madurez, y de herramientas para hacer frente a todos estos cambios, por su inseguridad.. y lógicamente ellos están interesados en las nuevas tecnologías hoy en dia.
Este sentimiento es peligroso en algunas personalidades y en adolescentes principalmente, son vulnerables a las drogas, psicopatas y manipuladores.
¿Cómo se sienten?
Desde su infancia, estas personas sienten la sensacion de ser incomprendidas y les resulta difícil localizar a otras con quienes identificarse. Cuando consiguen encontrar personas afines a sus ideas y sentimientosque sienten pueden progresar espiritualmente juntos y conseguir avanzar en la vida.
Sin embargo, incluso así hay un trasfondo de insatisfacción, ya que esta ilusión terrenal continúa alterando sus sentimientos. La confusión puede surgir debido a que su subconsciente o espíritu recuerda “su vida anterior”, sin embargo, tiene que convivir con la desigualdad, las crisis financieras, los problemas sociales, las guerras, y una comunidad mundial que carece de unidad.
Esto no evita que sientan la necesidad de ayudar a los demás, ya que vinieron a nuestro planeta con este objetivo. A veces, el aislamiento puede evitar que sus objetivos se cumplan, necesitando amor, guía y apoyo de otras personas para que vuelvan a la vía positiva.
¿Cómo es posible?
En la comunidad espiritual se cree que la Tierra está cambiando la vibración planetaria de la tercera a la cuarta dimensión. Muchas almas están encarnando aquí de otras esferas planetarias y de dimensiones superiores, que son mucho más avanzadas que la nuestra.
Estas personas están aquí para la transición y es una gran oportunidad para el aprendizaje y la experiencia. El objetivo general es completar otra vida de descubrimientos en beneficio de la conciencia universal y la creación. A su vez, estas almas avanzadas elevan la vibración del planeta para que se pueda realizar con éxito la transición de la tercera a la cuarta dimensión.
Aunque la frecuencia de la energía de la Tierra está aumentando, la mayoría de espíritus que encarnan aquí tienen una vibración más baja, representada por la codicia, el hambre de poder y la manipulación. Algunos espíritus están encarnando aquí desde otros planetas como el nuestro. Estos espíritus se han desarrollado lo suficiente como para hacer la transición.
¿Qué hacer si tienes esta sensación?
Ten calma. Es difícil, pero tampoco es bueno que te sientas por siempre como que no perteneces a ningún lugar. Haz de tu corazón y tu amor tu hogar. Amigos, caras familiares, cosas que te gustan, comienza a saber que van a cambiar toda la vida, y debes adaptarte y amarlos como hogares temporales. Mientras menos te aferres, menos te dolerá. Y no por eso serás una mala persona.
La verdad es que no hay un manual para este tipo de personas, la sociedad a veces intenta desplazarlos o ignorarlos por su falta de integración y actitud. Pero aquellos que sufren esta sensación recomiendan utilizar la intuición y tener buenos sentimientos para elevar la vibración mediante la radiación de luz y amor. Esto se consigue haciendo felices a los demás, como ayudando a amigos en problemas, participando en obras de caridad, o simplemente siendo amable con las personas.


Pero hay que recordar que no todos los casos son los mismos, y cada persona con este sentimiento puede tener objetivos muy diferentes. También estan aquellos con la inusual capacidad de conseguir todo lo que se propongan, y así también ayudan a terceras personas. Aunque el verdadero poder reside en la unidad, y cuando existe la unión,  su poder es ilimitado. Y cuando esto ocurre, se encuentra con un mundo totalmente nuevo, diferente, pero no exento de problemas.
 


Fuentes: Definicion.de, Upsocl, misterioalaorden.com

Por qué nos enamoramos de lo imposible


Quizás se deba a que leemos o vemos muchas historias de amor o que realmente nos gusta sufrir. Sin embargo, no existen demasiadas explicaciones lógicas para comprender por qué nos enamoramos de lo imposible.
Aquello que no se puede tener, ya sea el novio de una amiga, una estrella del cine o alguien que no nos corresponde, suele ser lo que más nos llama la atención y nos atrae. Por supuesto, muchas veces el corazón tiene razones que la razón no entiende, como dice el refrán popular. Pero si los imposibles son algo corriente en tu vida quizás este artículo pueda ayudarte.

Buscando respuestas a nuestra búsqueda de un imposible

¿Te ha pasado más de una vez de “echar el ojo” a alguien que no podías tener por diferentes motivos? ¿Sueles mirar más a una persona casada o comprometida? ¿Te encantan las situaciones prohibidas?
Por supuesto que cada cual tiene derecho a hacer lo que quiere en su vida pero el problema reside en cuánto se sufre por nuestras decisiones, hábitos o elecciones. En el caso de enamorarnos de un imposible las razones podrían ser:

Valorar lo que no se puede tener

Sucede en varios ámbitos. Siempre queremos lo que falta, lo que es imposible de conseguir o aquello que es exclusivo. Esto se aplica cuando hacemos la compra, cuando buscamos un trabajo… ¡o cuando nos gusta alguien! Por ejemplo, en el caso de enamorarte de un hombre casado, quizás pienses que si está “ocupado” es porque realmente vale la pena. Así, si te has fijado en él y tienes la seguridad de que hay más personas que lo valoran positivamente, tu atracción aumentará.
La atracción a los desafíos
Ya que solemos tener una vida muy monótona y rutinaria buscamos la manera de cambiar el día a día. Por ello elegimos irnos de vacaciones a un destino exótico, comer en un restaurante que ofrece platillos internacionales o buscar a una persona difícil de conquistar.

No podemos con la rutina y una forma de intentar romperla es romper con las normas por algún lado. Dejar de se el que siempre hace lo correcto, para poder darle motivos a alguien para que pueda censurarte de verdad y no, quizás, por los errores que cometes sin querer.

La falta de confianza o autoestima

Puede ser el amor, pero también vale para otros objetivos. Hay muchas personas que solo saben fijarse objetivos casi imposibles. Haciendo esto se aseguran una explicación en el caso de fracasar en la que de alguna manera no se consideran inmersos.
Por supuesto, esta es una explicación en la que ellos no tienen nada que ver. El hecho de no haber logrado el objetivo marcado (piensan que “por supuesto”) solamente es producto de la dificultad del propio objetivo. Sin embargo, nunca dicen que el objetivo lo eligieron ellos, apostando de antemano a que iban a fracasar.

El miedo al compromiso

Otra de las “excusas” para no tener una relación seria y conformarse con estar un rato con alguien que luego ha de volver a casa o bien con mirar a nuestro colega del trabajo suspirando por su sonrisa.Como inconscientemente no quieres comprometerte entonces eligen a alguien que saben que no les corresponderá.

El romanticismo empedernido

A muchas mujeres les encanta pensar que son las princesas o protagonistas de las historias que cuentan novelas y películas. Por supuesto, porque los finales de los cuentos siempre son hermosos… “y comemos perdices para siempre”. Imaginarse que el otro es el príncipe de nuestra novela llevará a idealizarlo hasta tal punto que existe un temor horrible a que ese amor pueda tocar la realidad.
¿Podemos aprender a no enamorarnos de un imposible?
¡Por supuesto que sí! Tienes que poner lo mejor de ti y confiar en que puedes lograrlo. Antes que nada piensa cuáles son las razones o excusas que te llevan a elegir personas equivocadas. Luego ponte en acción con estos consejos:

Presta más atención a aquellos que se preocupan por ti

No quiere decir que tengas la obligación de enamorarte de tu mejor amig@ o de alguien que te ayuda en el trabajo. Pero muchas veces estás tan enfocado en un amor no correspondido que no te das la oportunidad de abrir el espectro y mirar a tu alrededor.

Recuerda que la vida no es una película

Si estás esperando que venga el caballero en su caballo blanco a rescatarte de la bruja malvada y que para ello deba pelear con un dragón en la cima de un castillo, será mejor que despiertes. No solo porque los dragones no existen o porque no vives en la Edad Media, sino porque la manera de idealizar una relación puede estar evitando que conozcas al amor de tu vida.

Deja de lado los pensamientos negativos

Pensar que salir con alguien casado es “lo mejor a lo que puedo aspirar” te está rebajando demasiado y no lo mereces. Creer que enamorarse de un imposible es la mejor manera para evitar el compromiso quizás tenga que ver con una relación anterior que te hizo sufrir mucho. Estar seguro de que eres desafortunado en el amor no te está ayudando a conocer a tu “media naranja”.

Confía en tus habilidades y personalidad

Quizás el amor es no correspondido porque aún el otro no conoce todo lo bueno que tienes para ofrecer. ¡No escondas tu forma de ser! Recuerda que primero debes amarte a ti mismo para poder recibir el amor por parte de los demás.
Sea de una forma o de otra, algunas personas se empeñan en convertir el amor en un elemento de tortura o en una utopía, como la perfección. Al proyectar sus sentimientos sobre una persona que no pueden alcanzar, se sabotean desde el principio y encarcelan con muchos grilletes a la posibilidad de sentir un amor que puedan tocar, reír o besar.
*Nota de edición: este artículo está dirigido a las mujeres, pero es bueno olvidar que este no es un fenómeno exclusivamente femenino. Sino que la misma cantidad de hombres, o incluso más, también se empeñan en terminar con su amor antes de que empiece y, por lo tanto, pensamos que también pueden aplicar estas recomendaciones.
Fuente: La mente es maravillosa

La teoría del niño sobreregalado

En una nueva entrega de las autoras de Deseoconsumido.com, hacen un recuento minucioso de la cantidad de objetos que reciben y acumulan los niños de la casa; la abundancia de regalos que no reporta ningún beneficio
La consola de videojuegos en su última versión. Eso pide mi hijo, de forma sistemática, desde hace dos años. Faltan aún casi diez meses para que cumpla siete, pero cada vez que encuentra la ocasión saca el tema y pregunta: "¿Cuándo me la van a regalar, para el Día del Niño, para Navidad, para mi próximo cumpleaños"? Algunos de sus compañeritos de clase -me jura- ya la tienen. Y en esa odiosa comparación (como todas) él reconoce una deuda.
Un poco por convicción y otro por cuestiones económicas, la consola de videojuegos seguirá pendiente en su lista de deseos. Pero en su lugar, tal vez como una forma de compensar las horas en que los padres estamos fuera de casa trabajando, por provocarle una sonrisa en medio de un berrinche o porque, sencillamente, creemos que una de las maneras de gratificar a los seres queridos es a través de un obsequio, mi hijo -como una buena porción de sus pares que viven en centros urbanos y de familias de clase media- recibe en promedio casi un centenar de nuevos objetos por año, lo que podríamos denominar como la teoría del niño sobreregalado.
Cumpleaños, Navidad, Día del Niño, Reyes Magos. En esas cuatro fechas, podríamos suponer, cada padre le regala un objeto, cada par de abuelos, otro, dos tíos promedio y dos invitados más, que pueden ser esos amigos que viven de cerca la crianza de nuestros hijos, da una cuenta sencilla: 7 x 4= 28 regalos. Hasta acá, lo básico. Ahora se agregan los regalos de sus amiguitos por el cumpleaños, 15 más. Sumamos 28 + 15= 43. Padres estándar y culposos por no compartir el tiempo suficiente con sus retoños, o porque queremos que jueguen a otra cosa que no sea la tablet o la computadora, entonces les compramos un regalito por mes, y así la cuenta será de 43 + 12= 55.
Los abuelos son otro capítulo. En la medida en que pueden hacerlo también son una fuente de regalos. Llegan a casa con una "pavadita", una vez al mes, por ejemplo, es decir 55 + 12= 67. Pero los abuelos, generalmente, vienen de a pares, por lo que le sumamos un regalito más del otro par de abuelos: 67 + 12= 79.
Todo esto, claro, sin sumar los regalos extra que puede recibir un niño con padres y/o abuelos separados, lo cual duplica no sólo la cantidad de familiares sino también la culpa, en muchos casos. Podríamos adicionar a la teoría los muñequitos de la repetida Cajita Feliz o afines, que pueden sumar unos 15 juguetes más por año, de suponer que somos padres responsables con la alimentación saludable de los chicos.
Una pareja tipo tiene, en promedio, dos hijos. Por lo que en las casas de una familia porteña tipo entran 160 regalos anuales. Pero la acumulación de cosas comienza, casi de rigor, antes del nacimiento del primer hijo. De suponer que hasta los 5 años de la criatura no hicimos una "limpieza" de todos sus juguetes, los niños habrán sumado (la cuenta sería 160 x 5) unos 800 objetos a la casa.
Muchos y devaluados
Los expertos coinciden en que recibir muchos regalos al mismo tiempo tiende a devaluarlos. Que la fascinación por la novedad dura poco. Que la multiplicidad de juguetes nuevos disminuye notablemente la atención que le puede dar a cada uno. Además, el proceso que conduce al aburrimiento en función de esa pérdida de novedad opera en todos ellos en forma casi simultánea. Según la doctora Mercedes Bellomo, del servicio de Pediatría del Hospital Italiano y una de las coordinadoras de los talleres de crianza para padres del hospital, la sociedad moderna ha dejado al consumo instalarse cada vez más como un valor.
"Los chicos se encuentran bombardeados por ofertas publicitarias en todas partes, con imágenes coloridas y situaciones ideales donde los niños parecen felices. Y sería mucho pedir que eso no los encandile, que deseen todo y lo quieran ya. Pero como adultos, somos los encargados de poner límites a nuestros hijos que los sostengan en su crecimiento, que los fortalezcan y les den seguridad. El hecho de poder desear un juguete y que su pedido no se dé con inmediatez los ayudará en su desarrollo".
Hace un tiempo, con Evangelina Himitian reflexionábamos sobre el comentario de una mamá que se negaba frente a una vidriera a comprarle un juguete más a su hijo. El argumento, antes de analizar la teoría del niño sobreregalado, podría haber sonado exagerado: "Si compramos un juguete más vamos a tener que mudarnos. Basta".
Pienso, entonces, que la consola de videojuegos puede seguir esperando.
Los consejos de los especialistas
Regalar un juguete por vez reporta más beneficios. El chico concentra su interés y atención en ese único objeto, lo que lo hace especial y genera mayor impacto. Además, propicia que explore sus diversos usos y nuevas formas de juego
Cuanto menos específico el juguete, mejor. "Quiero la muñeca de Elsa patinadora". Error. Mejor regalar una muñeca, a secas. Que sea complejo o con el último accesorio de moda hace que los chicos tengan menos posibilidades de poner en práctica la imaginación
Recuperar el hábito de guardado. Si los chicos recibieron muchos regalos, revalorizar la práctica de guardado permite que redescubran esos juguetes en otro momento.
* La autora es periodista de LA NACION y escribe sus experiencias junto a Evangelina Himitian en el blog Deseo Consumidoen TwitterFacebookInstagramFotos: Soledad Aznarez, en Instagram.

Fuente: La Nacion
Autora: Soledad Vallejos

Neurociencias: Afirman que re-programar nuestra Mente es posible

¿Por qué siempre emprendemos la misma clase de relaciones, o discutimos por las mismas cosas, o hacemos las cosas de una misma determinada manera...?
Resultado de imagen para programar nuestra mente


Todos nos manejamos con un repertorio de hábitos. Algunos de ellos son necesarios, por ejemplo lavarnos los dientes, desayunar, etc. Sin embargo hay otro tipo de hábitos, que pueden volverse un problema y hasta afectar nuestra salud. Hay hábitos físicos, y hay otros muy importantes que son los hábitos emocionales. Los vemos en los demás, por ejemplo cuando frente a una situación determinada la persona reacciona mecánicamente siempre igual, según lo indica su hábito.
El cerebro, vehículo de nuestra mente, es un órgano con funciones complejas que recibe una gran cantidad de estímulos a los que debe procesar y decidir qué hacer con ellos en cada momento. Una vez que el estímulo se repite lo suficiente, el cerebro procede a grabarlo en sus redes neuronales, de manera que ya no tendremos que pensar ante un estímulo similar, porque la respuesta surge de manera automática.
En principio, esta forma de aprender es muy útil, porque imagina, si cada vez que te tienes que poner los zapatos, tuvieras que aprender cada movimiento para hacerlo… o, si cada vez que pongas en marcha tus piernas para andar, tuvieras que estar pendiente de un pie y luego del otro…, te calzas casi sin pensarlo, y caminas sin siquiera darte cuenta, son acciones que en su momento se grabaron a fuerza de repetición y ahora surgen de manera automática: automatismos.
Ahora bien, con respecto a los aprendizajes automáticos por repetición, que son muy útiles en muchas ocasiones en la vida diaria y nos apoyan en la adaptación al entorno, presentan el inconveniente que en ocasiones hay respuestas “negativas” a estímulos “inofensivos”, y esto se debe a las programaciones hechas en el pasado, tiñen las experiencias en la vida adulta, ya que vemos el mundo a través del filtro de nuestros condicionamientos.


Estos hábitos y formas de funcionar (creencias en el merecimiento, en el deber, en cómo soy y cómo debo ser, en cómo me veo, etc.), hacen que interprete la realidad en función de las experiencias pasadas.


Así surgen las “reglas” para relacionarme con los otros, los apegos, las dependencias emocionales, y la respuesta que espero de los demás tiene que coincidir con las expectativas que grabé inicialmente, y entonces, creo que el mundo debiera ser de una manera determinada, que la gente se debiera comportar del tal otra manera, y que las situaciones deberían ser como yo quiero….etc.
Despertamos en los otros, la respuesta que se corresponde con las creencias arraigadas. Así uno atrae de acuerdo a lo que tiene grabado para “confirmar” ese sistema de creencias.
La clave, afirma tanto las neurociencias como la psicología holística, estará en comenzar por reemplazar nuestras falsas creencias, o la información errónea que ha quedado grabada en nuestro cerebro, tanto acerca de nosotros mismos (imagen propia) como del mundo y de los demás. Esto no solo es una posibilidad para mejorar nuestra calidad de vida… debe transformarse en unanecesidad para que podamos vivir con más plenitud y armonía.
Fuente: Aztlan blog