Buscar este blog

La naturaleza de la amistad

Los lazos positivos y duraderos son clave para el bienestar general de los seres humanos. Estas relaciones sociales (por ejemplo, entre cónyuges, familiares y amigos) juegan un papel esencial en la sociedad humana ya que afectan a las funciones psicológicas, fisiológicas y de comportamiento. En particular, el apego estable parece tener un profundo impacto en el bienestar cognitivo, social, emocional y físico. Los vínculos sociales que proporcionan un sentido de pertenencia nos protegen contra los sentimientos de soledad, depresión e, incluso, la ansiedad.
La amistad es un rasgo distintivo que impregna el paisaje social humano. Una canción del compositor uruguayo Jaime Roos grafica de modo sobresaliente este valor. Nos dice que todos, alguna vez, pasamos por la puerta de un bar donde unos "tipos" alrededor de una mesa discuten, se abrazan, recuerdan, sonríen. "Es simple junarlos", concluye la estrofa, "son viejos amigos."
Está demostrado que otras especies también desarrollan este tipo de vínculo, lo que sugiere que la amistad no es solo una "invención" humana sino que constituye un rasgo evolutivo. Estudios recientes evidencian que se involucran un conjunto compartido de circuitos y vías neurales en la formación y el mantenimiento de amistades en los seres humanos y en otros animales y, por otro lado, sugieren que la amistad trae aparejado un impacto beneficioso para la salud y ventajas reproductivas en mamíferos, lo que puede traducirse en beneficios adaptativos. Algunos investigadores sostienen que entender la amistad en nosotros y en otros animales lleva a conocer más plenamente lo que significa ser humanos.
Las regiones neurales asociadas con el procesamiento de una amenaza fueron significativamente menos activas cuando los sujetos tenían la mano tomada a una persona cercana afectivamente
En un estudio, investigadores analizaron cómo la presencia de seres queridos puede alterar la respuesta del cerebro a situaciones amenazantes. Encontraron que las regiones neurales asociadas con el procesamiento de una amenaza fueron significativamente menos activas cuando los sujetos tenían la mano tomada a una persona cercana afectivamente. Esta investigación indica que cuando nuestros seres queridos están cerca, somos menos propensos a activar estructuras cerebrales que regulan nuestra respuesta hormonal al estrés. Esto puede plantearse de manera más sencilla. Imaginemos a dos personas distintas que caminan por la vida y le hacen frente a los tipos habituales de pequeños factores de estrés, como por ejemplo ser despreciado por un compañero de trabajo, o a uno grande, como puede significar el despido laboral. Uno de los dos tiene pocos amigos, y la percepción es que debe hacer frente a estos factores de estrés por sí solo. El otro sabe que sus amigos "le cubren la espalda". En cada amenaza, la persona sin amigos puede experimentar reacciones de estrés elevados en comparación a la persona con amigos.
En otro estudio se investigó cómo nuestros cerebros responden cuando un amigo es amenazado por un extraño. Los cerebros de los participantes respondieron a las amenazas hacia ellos y a las amenazas a un amigo cercano de una manera muy similar. Estos datos sugieren algo revolucionario acerca de la amistad que evidencia una "confusión" entre uno mismo y un amigo en la forma en que el cerebro procesa la amenaza a ambos. Nuestra identidad incluye a las personas cercanas afectivamente.
John Cacioppo, de la Universidad de Chicago, realizó una investigación en la que estudiaron la proporción de las interacciones con amigos en diferentes situaciones: cara a cara, en las redes sociales, en sitios de juegos o de citas. Cuanto mayor era el porcentaje de las interacciones "cara a cara", esas personas manifestaban rasgos de menor soledad. Desde hace unos años, mucha gente utiliza las redes sociales para continuar en contacto con quienes ve cara a cara en forma seguida; pero algunos lo utilizan como un sustituto. Una analogía posible a esto es como cuando uno come papas fritas. Si se tiene hambre, es mejor que nada; pero no sustituye a una nutrición suficiente.
Sobrevivimos y prosperamos al unirnos para brindar protección y asistencia mutua
Desde el comienzo de nuestra historia evolutiva como especie, sobrevivimos y prosperamos al unirnos para brindar protección y asistencia mutua. El carácter de solidaridad es inmanente a los seres humanos y se trata de una verdadera suma de genética, biología, ambiente y cultura.
Cuando una persona se siente sola tiende a centrarse en su propio bienestar y en el instinto de conservación. Investigaciones sugieren que esto no es una decisión consciente. Más bien los estudios dan cuenta de que, cuando una persona se siente sola, su cerebro está sintonizado para detectar automáticamente mayor información social negativa que positiva. Por lo tanto, la persona aislada puede llegar a ser más hostil y defensiva al hablar con los otros y tener menos habilidades sociales. Se ha demostrado que los seres humanos que están socialmente aislados no solo poseen tasas más altas de depresión, sino que también se enferman más a menudo y viven menos tiempo.
Muchas de las funciones del cerebro están involucradas en permitirnos tener interacciones humanas sanas. Una de esas funciones es la empatía. La empatía nos permite entender y responder a las experiencias emocionales de los demás. Estamos predeterminados a empatizar ya que, como dijimos, asociamos estrechamente a las personas cercanas con nosotros mismos. Cuando desarrollamos amistades, y contamos con gente en la que podemos confiar, nuestros recursos se expanden. Con "familiaridad", otras personas se convierten en parte de nosotros mismos. Es por eso que pasar tiempo con los amigos causa una mayor actividad en los circuitos del cerebro que nos hacen sentir bien. 
En síntesis, pasar tiempo con los amigos causa una mayor actividad en los circuitos del cerebro que nos hacen sentir bien (los circuitos de recompensa). Aunque el entendimiento pleno de la contribución de las interacciones sociales humanas al cerebro es complejo y aún no se conoce completamente, se sabe que tener relaciones interpersonales valiosas, de larga duración y una vida social activa protege nuestro cerebro. Así lo entienden también esos amigos de la canción cuando los sorprende el amanecer ahí reunidos y por no abonar la despedida dicen: "Aguanten, che, son solo. las luces del estadio."

Los lazos positivos y duraderos son claves para el bienestar general de los seres humanos. Estas relaciones sociales juegan un papel esencial en la sociedad humana ya que afectan a las funciones psicológicas, fisiológicas y de comportamiento. En particular, el apego estable parece tener un profundo impacto en el bienestar cognitivo, social, emocional y físico. Los vínculos sociales -como la amistad- proporcionan un sentido de pertenencia que nos protegen contra los sentimientos de soledad, depresión e, incluso, la ansiedad.

Feliz día a todos los amigos.
Autor: Facundo Manes
Fuente: Diario La Nacion

Confianza - Manual Basico

POR QUÉ TRABAJAR LA CONFIANZA
Nadie que confía en sí mismo, envidia la virtud del otro
Marco Tulio Cicerón (siglo I a.C)
mano-tendida
Porque en tiempos de máxima incertidumbre, la confianza representa una suspensión temporal de esa incertidumbre sobre las acciones de las personas. Esto nos ayuda a construir un entorno de desempeño estable desde algo tan sencillo -y tan poco trabajado- como la aportación de seguridad en otros.
Cuando perdemos confianza significa que estamos agotados a nivel emocional o bien no hemos sabido gestionar la relación de necesidad y expectativa de forma saludable y continuada en el tiempo. La generación de confianza, así lo creo, es la base de todo buen proyecto. La confianza, por otro lado, es un resultado. Quiero decir que no estamos inventando nada nuevo, que cuando hablo de generar confianza simplemente estudio patrones presentes en la historia de nuestra especie y en nuestro día a día, y los traslado a entornos de trabajo. Para llegar a la confianza de otros hay que trabajar continua y decididamente aspectos fundacionales en nosotros. Hablo de la comunicación efectiva, de la adopción y cumplimiento de compromisos, del cultivo de un clima de aprendizaje pero sobre todo de la incorporación de la realidad a los equipos. Porque como sabéis, creo que la realidad es el sistema de innovación más exitoso y contrastadamente útil que jamás haya existido
MI PROPUESTA PARA GENERAR CONFIANZA
Por todo esto, después de varios meses de trabajo y una apuesta liderada por el equipo de The Learning Lab hoy se lanza al mercado GENERAR CONFIANZA, una experiencia formativa que facilitaré a partir de Septiembre con unos objetivos muy claros:
  • Construir el carácter de confianza y confiabilidad en personas y marcas
  • Dotar a los responsables de herramientas prácticas para la generación de compromiso interno y externo
  • Apoyar la generación de un clima de confianza y respeto en los equipos (proyección interna) y en el mercado (proyección externa)
  • Trabajar sobre la arena la satisfacción de necesidades y expectativas  desde el conocimiento propio y del entorno
Además del extraordinario equipo de facilitadores y agentes de cambio involucrados en el proyecto, The Learning Lab cuenta con la experiencia contrastada de Axioma y Dedemanda como formadores y gestores de crédito formativo respectivamente. Esto convierte esta formación en algo realmente interesante para las organizaciones por la posibilidad de beneficiarse de ella a menudo a precios muy bajos e incluso sin ningún coste.
  
En GENERAR CONFIANZA hemos contado desde el principio con la necesidad de adaptación a la realidad de toda persona u organización que quiera embarcarse en la experiencia. Por ello el consumo a efectos prácticos incluye diferentes formatos diseñados a medida, desde píldoras formativas a corto plazo; workshops y talleres de medio recorrido o procesos de consultoría a largo plazo. La idea es adaptarnos a la necesidad y no hacer que la necesidad se adapte a nosotros. Todo esto implica que cada experiencia será única y me ayuda como facilitador a estructurar su aplicación de una forma práctica, real y resiliente.
Por otro lado, desde The Learning Lab al enfrentarse a la tarea de diseñar un catálogo de capacitación diferente, se encontraron con una gran cantidad de oferta en el mercado que hablaba una y otra vez de lo mismo: modelos, herramientas y en resumen, discursos. Existe, en otras palabras, una gran cantidad de personas que se adscriben a trincheras y se dedican a vender su guerra. Y hay muy pocas o escasas personas que se atrevan a escuchar y diseñar soluciones realmente útiles para mejorar la realidad del cliente, que suele ser única y concreta. Esto ocurre porque habla desde SU REALIDAD (molde) y no desde LA REALIDAD del cliente (masa).
En mi caso, diría que yo aporto cómo, ellos definen qué. Por todo esto y aprovechando este lanzamiento, hoy quiero hablar de la enorme utilidad que tiene generar confianza en las personas.
CONFIANZA y CONFIABILIDAD
More to know, could not be more to trust
William Shakespare (s. XVI d.C)
confianza1
Si navegas por internet, te será fácil encontrar esta famosa y creo que acertada reflexión que Laurence Cornu, profesora del Institut Universitaire de formation des maîtres, compartía hace más de 20 años:
La confianza es una hipótesis sobre la conducta futura del otroEs una actitud que concierne el futuro, en la medida en que este futuro depende de la acción de un otro. Es una especie de apuesta que consiste en no inquietarse del no-control del otro y del tiempo.”
La cita ha sido ampliamente difundida en diversos blogs de negocios como parte de un supuesto libro de Cornu acerca de la confianza. Esta falsedad se debe a dos motivos: una jugosa entrada denominada Confianza en wikipedia, y un uso indebido de google por parte de cientos de blogueros. La reflexión sin embargo pertenece a una breve explicación escrita de la autora  sobre una fantástica experiencia con colegios que ella misma facilitó. La primera afirmación es de Georg Simmel, por ende un eminente filósofo y sociólogo alemán que cría malvas en un cementerio de Estrasburgo desde hace lo menos cien años. El resto de la afirmación es ya de Cornu y su explicación detallada y aplicada al ámbito pedagógico puedes encontrarla en este breve capítulo titulado La confianza en las relaciones pedagógicas de sobra conocido y estudiado por la comunidad pedagógica internacional.
Sobre la reflexión diré varias cosas: arroja muchos elementos de trabajo para cualquiera que la lea detenidamente, si se interioriza aporta mucho al crecimiento personal o profesional de alguien, y además retrata perfectamente en qué consiste esa magia inexplicable y poderosa que ha movido imperios y que es la confianza.  No añadiré más sobre ella. Es una buena definición de confianza.
Por otro lado, algunos inquietos anglosajones defienden desde hace mucho que existe algo que ellos denominan Trustability, que traducido al castellano vendría a ser confiabilidad. Aquellos que sois cercanos al marketing o a la ingeniería de producto sabréis que la confiabilidad ha sido tradicionalmente entendida en el sector industrial como la capacidad que tiene un producto para generar sensación de seguridad en un cliente. Pues bien, algo así ocurre con la confiabilidad de las personas. Existe un índice de confianza que hace que otra persona o personas confíen en tí. Y quiero hablar de él porque también creo que existe.
ÍNDICE DE CONFIANZA
La confianza en la bondad ajena es el mayor testimonio de la bondad propia
Michel de Montaigne (s.XVI d.C)
confianza3
Haré un breve repaso por la bibliografía más destacada acerca de la confianza para luego acabar llevándoos al huerto:
En 2004 Francisco Herreros Vazquez, del Instituto Juan March de Estudios e Investigaciones, realizó una propuesta de generación de confianza social a través de un juego de señales basándose en estudios previos y lecturas de algunos autores destacados. Su propuesta esta aquí. Desde aquí mi agradecimiento y reconocimiento a su labor.
Trabajo clave para mí es el de Sixto Jiménez Muniaín: Cuestión de confianza: más allá de la inteligencia emocional (ESIC, 2006) en el que el autor repasa los siguientes aspectos clave en la generación de confianza: los sesgos cognitivos relacionados (correlación ilusoria, efecto contraste, falso recuerdo, falso consenso,…), el liderazgo confiable, el efecto espectador y el efecto rebaño, la afinidad, la obediencia, el control y la adaptación cerebral y emocional ante los cambios. Es sin duda la lectura que recomendaré a mis alumnos para afianzar algunos de los conocimientos prácticos adquiridos durante la experiencia de aprendizaje.
En 2008 Diego Gambetta tuvo la genial idea de reunir a varias cabezas pensantes, esforzados cerebros reflexivos de California y Cambridge, en esto de la confianza. Tituló a su proyecto Trust: making and breaking cooperative relations y se tradujo en un libro que tienes disponible íntegramente en el enlace. Algunas reflexiones son poderosas respecto a qué nos ayuda a cooperar entre nosotros.
Existe además el famoso libro Confianza inteligente (PAIDÓS,2013) de Stephen M.R. Covey, Greg Link y Rebecca R. Merrill. Practico, reconozco y admiro este trabajo sobre los factores universales de generación de confianza. Desconozco por qué el libro solo es atribuido a Covey pero entiendo que es uno de los malos menores del marketing editorial. En esta obra se enuncia, entre otras muchas cosas, el principio de las gafas de la confianza ciega a partir de estudios de Eric Uslaner, de la University of Maryland. Básicamente algunos científicos apuntan a que no nacemos confiando pero que desde bien pequeños existe una predisposición innata a confiar. A este fenómeno lo denominan gafas de la confianza ciega y nos genera no pocos golpes a lo largo de nuestro crecimiento. Ya de adultos, a pesar de haber llevado estas gafas, tendemos a seguir confiando en los demás. Esta es la hipótesis sostenida en una parte del libro.
Mi hipótesis para la generación de confianza es, en cierto sentido, que ocurre normalmente lo contrario a lo sostenido por Cove, Link y Merrill. Probablemente porque he nacido en España y para rematar la jugada, todavía vivo aquí. Creo que la confianza tiene un fuerte componente cultural que influye sobre ella pese a que . En nuestra cultura tendemos a desconfiar de los demás hasta que nos demuestran que queremos confiar en ellos. Cuando esto ocurre, les damos nuestra confianza hasta que nos demuestran de forma repetida que podemos volver a desconfiar de ellos. Y para honrarles, y porque somos generosos, lo hacemos. Este proceso que denomino CONFIANZA SANDWICH ocurre de acuerdo a mi experiencia en un 90% de las ocasiones que tenemos de confiar en otros. En el restante 10% de ocasiones encontramos momentos y personas que manifiestan una ética y una honestidad confiables de forma continuada.
Yo trabajo en la generación de este último tipo de confianza, ya que se aleja de la Confianza Sandwich (que es solo una etapa de un proceso) y por el contrario se erige por sí misma como proceso vertebrador de relaciones humanas. La verdadera generación de confianza requiere esfuerzo, dedicación y compromiso. Es una apuesta por el largo plazo de nuestra salud relacional y emocional.
Este tipo de confianza tiene que ver con lo que denomino ÍNDICE DE CONFIANZA que juega sobre estas asunciones básicas:
  • Se genera confianza sobre alguien que hace algo. La confianza no es universal. Nadie confía en todo lo que hace alguien y no todo se confía a alguien. Por muy buen político que fuera, Churchill no sería capaz de demostrarme que hacía mejores tortillas que mi abuela. Mi abuela, por otro lado, habría sido nefasta como líder en la segunda guerra mundial. Entre otras cosas, habría cocinado por pena para el enemigo. Todo esto quiere decir que no podemos generar nunca confianza en todo, sino que debemos elegir aquello en lo que queremos generar confianza. Un médico cirujano cardiovascular jamás será llamado a operar a un paciente aquejado de un cáncer prostático. Si queremos que confíen en nosotros, tenemos que elegir qué tipo de personas queremos que confíen en qué tipo de cosas que nosotros realizamos.
  • La generación de confianza es una capacidad complementaria. La generación de confianza no es unívoca ni excluyente, sino relacional. Esto implica que una misma persona puede generar confianza en su pareja, en sus dotes de contabilidad financiera y en la lectura astronómica de las estrellas si trabaja adecuadamente en todas estas facetas. No obstante, a priori, la mentalidad sesgada y especialista de cada una de las personas con las que interactúa de forma aislada, hará que estas no confíen en que sea capaz de hacer muchas otras cosas. Para María, mujer de Carlos, es muy extraño imaginar que ese extraño ser que ve la televisión cada día en su salón en calzoncillos y cada noche se acuesta con ella, pueda además ser un tremendo as con las finanzas y las estrellas. Para el jefe de Carlos, es imposible imaginar que ese pequeño pajarruco que se esconde tras la mesa contigua a su despacho y le saca las cuentas cada mes, pueda además ser un buen marido y padre de sus hijos fuera de los flexos intermitentes de la oficina. Y por último, para los aficionados astrónomos que ven cómo Carlos publica cada día artículos más apasionantes y concienzudos sobre la Vía Láctea por mera afición, es complicado imaginar que tiene vida personal más allá de eso y que además es buen contable. Sin embargo todo eso ocurre al mismo tiempo. Cualquier día os presento a Carlos :)
  • Ser confiable ayuda a sociabilizar con eficacia. La generación de confianza es una habilidad social por tres motivos. El primero de ellos fisiológico: activa la corteza pre-frontal izquierda del cerebro que nos ayuda a coordinar acciones y metas, algo que a su vez genera satisfacción, y de forma continuada, realización personal. El segundo de ellos es cognitivo: al hacer que otros confíen en nosotros y al confiar de forma sistemática e inteligente en ellos, accedemos a nuevas construcciones de conocimiento de los otros porque ellos se atreven a compartirlas con nosotros. Resolvemos problemas de forma más rápida y eficaz. El tercer motivo es conductual: tener confianza en uno mismo y en otros, genera un cambio inmediato en nuestra comunicación no verbal, provocando a su vez un comportamiento circular que se retroalimenta en la confianza de los otros. Torodov, Baron y Oosterhof, psicólogos de la Universidad de Princeton, han tirado la casa por la ventana y a raíz de un estudio realizado, han creado un mapa de caras confiadas que identificar mientras estás hablando:
boston-trust-faces
  • La generación de confianza en otros es posterior a la generación de confianza en tí mismo. Por mucho que luches por ser confiable para otros, si tú mismo no te aprecias y confías en lo que eres, será complicado que otros se atrevan en algún momento a hacerlo. La autoconfianza se trabaja y se adquiere, no hay personas superdotadas en ello sino correctamente entrenadas en ello. Por otro lado, la confianza que generas en los demás depende en muy alto grado de la credibilidad que tengas para ellos. Ser creíble, es decir existir como algo para otro y no como alguien para otro, es también un trabajo basado en hechos y acción continuada.
  • La confianza no es un valor absoluto sino un grado. La confianza auténtica es una franja saludable entre la generación de desconfianza y la generación de exceso de confianza. Podemos necesitar que alguien confíe mucho en nosotros para algo o podemos necesitar que alguien confíe lo suficiente. Generalmente lo que necesitamos es tan solo esto último. Un consejo: desconfía de aquellas personas que desconfían muchísimo de algo o confían muchísimo en ello siempre por defecto. La confianza es una gradación, existen gamas de confianzas y hay que trabajar para que en aquello que nos interese, las personas se encuentren en la gama favorable. Porque ten en cuenta que ante la pregunta crucial que a menudo se realizará en la mente de los otros, solamente caben dos respuestas. Esa pregunta es ¿Confías en David para esto? Y ante ella solo caben dos respuestas: SÍ o NO. Quiero que en cada momento en que el lector se encuentre ante alguien en quien tiene que confiar o que tiene que confiar en él, se imagine a sí mismo colgando o a la otra persona colgada de un precipicio ofreciendo su mano para salvarse. No hay duda respecto a que solo existen dos opciones ante la pregunta. Ninguna duda.
  • La confianza no pertenece a las personas, ocurre entre ellas. Nadie tiene la propiedad sobre la confianza de nadie, más bien tiene la responsabilidad de la confianza EN o CON alguien. No tiene causalidad lineal, sino que es un comportamiento circular que tienden a reforzarse o romperse de acuerdo a las acciones del comportamiento humano. No se alcanza la confianza sino que se trabaja para mantenerla. La confianza, por otro lado, como bien señala Ana Arendt reduce asimetrías relacionales. Es decir, que rompe los prejuicios de superior-inferior o dominante-dominado en cualquier comportamiento humano. Es por tanto una herramienta de generación de salud muy poderosa.
  • La generación de confianza está relacionada con que seamos previsibles y controlables. Y esto además de tener que ver con la reflexión de Cornu que aparece en este artículo, tiene que ver con Seligman y con la psicología positiva. Necesitamos confiar en otros porque necesitamos controlar nuestra realidad y tener esa ilusión de certeza sobre nuestro entorno. Aunque sea una certeza en la completa incertidumbre, pero en fin, una certeza.
Autor: Posted by David Criado on Jul 11, 2014 in Equipos y bien comun
Fuente: http://www.vorpalina.com/

Now we are free - Lisa Gerrard




Durante su vida y desde los doce años de edad, Lisa Gerrard ha desarrollado algo llamado idioglosia, un lenguaje idiosincrásico inventado que está íntimamente relacionado con la glosolalia, un fenómeno a veces conocido como “estados de éxtasis,” es la pronunciación inteligible de sonidos parecidos al lenguaje mientras se está en un estado de éxtasis que no es más que la vocalización de un idioma existente pero desconocido al que habla.  La glosolalia es confundida a veces con la xenoglosia, que es el “don de lenguas” bíblico. Sin embargo mientras que la glosolalia es el balbuceo de un lenguaje no existente, la xenoglosia es la habilidad para hablar fluidamente un lenguaje que el hablante nunca ha aprendido (cuando alguien hace ver que sabe hablar un idioma sin tener ni idea) o de palabras de un lenguaje místico desconocido, o simplemente la vocalización de sílabas sin sentido (que tal vez sería el caso).

Por esto, la letra no tiene sentido, pero se ha realizado una version libre inventada que es la expone el segundo video.


Ahora somos libres

Libertad Todopoderosa
Todopoderosa liberadora del alma
Sé libre
Camina conmigo
A través de los campos dorados
tan preciosa
preciosa
Nos arrepentimos de nuestros pecados, pero...
Hilvanamos nuestro propio destino y
bajo mi máscara permanezco débil
bajo mi máscara, sonrío
Incluso solo/con miedo
bajo mi máscara estaré esperando

Corre conmigo ahora soldado de Roma
Corre y juega en el campo con los caballos
Corre conmigo ahora soldado de Roma
Corre y juega en el campo con los caballos
Corre conmigo ahora soldado de Roma
Corre y juega en el campo con los caballos
Corre conmigo ahora soldado de Roma
Corre y juega en el campo con los caballos
Libertad Todopoderosa
Todopoderosa liberadora del alma
Sé libre
Sé libre
e imagina
Libre en paz al final
Es preciosa
Es preciosa, esta tierra
que nadie puede creer ni entender
Cuan lejos llegué tan solo por mi preciosa familia
Debí haber estado ahí
con ellos cuando el mundo se destruyó
pero ahora ellos descansan conmigo.
Nunca olvidaré
cómo sentí ese momento
en el que me liberé.

La trama intima de la autoestima

La autoestima es el resultado de una relación interior entre “el estimador” y “el estimado” internos. 
Aquí presentamos a los protagonistas de esa relación, cuáles son sus distorsiones y cómo es el camino que las resuelve.
La autoestima es un concepto que cada vez se está utilizando más para describir el estado desde donde uno siente, piensa y actúa y ha merecido numerosas reflexiones que la describen.
Para decirlo simplemente la autoestima es el resultado de lo que uno opina sobre uno mismo. Si opino que no valgo, que no sirvo, que no puedo, tendré una baja autoestima, si en cambio opino que valgo, que sirvo y que merezco respeto, tendré una buena autoestima.

El que opina.
Ese es un punto clave del tema. El que opina es el evaluador interior que todos tenemos. Y ese evaluador es el que siente estima o no hacia el evaluado. Ampliaremos esto:
Todos los seres humanos recorremos una misma secuencia: realizamos algo y luego evaluamos lo realizado. Esto lo reconocemos con más claridad cuando hablamos del balance de fin año, en el que evaluamos nuestra performance, pero dicha evaluación ocurre momento a momento de un modo más o menos consciente. Podemos decir que en cada uno de nosotros existe un realizador y un evaluador que están continuamente interactuando. Deseo lograr 100 y alcanzo 60. ¿Cómo se relaciona mi deseo de lograr 100 con el que alcanzó 60?
Si mi deseo es inmaduro su evaluación será de reproche y descalificación: ¡Sos un inútil, no servís para nada! 
El que alcanzó 60 queda descalificado, desvalorizado y des-estimado.

La baja autoestima entonces es el resultado de un evaluador que cuando es frustrado por su realizador reacciona desvalorizándolo.
La resolución de la baja autoestima.
El aprendizaje del evaluador interior es el punto clave de la resolución de la baja autoestima, por lo tanto nos extenderemos en su análisis.
El primer paso es familiarizarse con la relación realizador-evaluador. En general sabemos que conversamos con nosotros mismos, y existen muchas frases que apuntan en esa dirección: ¡Me exijo mucho, me doy con un caño, me felicito por haber tomado esa decisión, etc.
Sabemos que dialogamos con nosotros pero no tenemos claro aún quienes son los que dialogan entre sí. Y un propósito de este artículo es mostrar con más precisión a los protagonistas interiores de dicho diálogo.
Si bien tales protagonistas pueden variar, en la inmensa mayoría de los casos son: un evaluador y un realizador.
No estamos habituados a poner el foco de nuestra atención sobre dichos roles ni sobre la relación que existe entre ellos. Sin embargo cuando lo hacemos iluminamos un campo de diálogos interiores que es una verdadera fábrica de conflictos cuando funciona mal, y de soluciones, cuando funciona bien. De ahí la enorme importancia de percibir con claridad esta relación interior.
Una manera de acercarnos a esta relación es utilizando una metáfora. La más útil es la del jinete y el caballo. El jinete es quien desea, programa y evalúa la acción y el caballo es quien la realiza.
Nosotros albergamos las dos funciones, es decir, somos el jinete y el caballo.
Cuando el jinete es inmaduro cree que él es “el amo”, que lo que cuentan son sus deseos y que la función del caballo es estar siempre disponible para cumplirlos. Si los cumple, ¡…es lo que corresponde! y si no los cumple es porque ¡…este caballo no sirve!
Desde ya que esta actitud daña progresivamente al caballo hasta que en algún momento colapsa.
Cuando el jinete se da cuenta del estado lamentable en el que se encuentra el caballo y que ese es el único que tiene, comienza a revisar su actitud. Cuando el jinete realiza los aprendizajes necesarios que le permiten tener otra mirada del rol de cada uno y accede a un estado de madurez, es entonces cuando reconoce que él no es el amo sino un socio, que el caballo es el otro socio y que cada uno tiene el 50% de las acciones en la sociedad que ambos constituyen.
También comprende que el caballo tiene vida propia y que él puede querer hacer un largo galope y que el caballo puede no estar en condiciones de hacerlo. Reconoce entonces que esa creencia que tenía de que querer es poder, es errónea y que querer es sólo querer, y que es una condición necesaria pero no suficiente para hacer algo. 
También revisa esa creencia que afirmaba que “los “caballos” son vagos por naturaleza y hay que presionarlos continuamente para que rindan”. En este nivel de madurez comprende que cuando “el caballo” recibe lo que necesita, tiende –como todo ser vivo- hacia su óptimo.
Entonces va cambiando la actitud de dar órdenes a cumplir por la actitud de la interconsulta, igualitaria y respetuosa.
Este cambio de actitud es una verdadera revolución que cambia radicalmente la relación entre ellos y define además cuál es la esencia del vínculo maduro entre jinete y caballo.


Este cambio en el diálogo interior humano.
Un colega me llamó por teléfono para invitarme a dar un taller y el panorama que presentaba resultaba muy agradable. Yo le respondí: Lo consulto con mi socio y luego te llamo. Sorprendido, él me dijo: ¡Cómo tu socio, si yo te estoy invitando a vos sólo! Y yo le aclaré: ¡Mi socio es quien lo tiene que hacer! 
Como dijimos antes, ésta es la esencia del cambio: reconocer que yo soy una sociedad, que soy un nosotros, y que en esa sociedad que soy, el realizador es mi socio a quien le corresponde ser consultado y escuchado para co-diseñar con él la decisión a tomar. 
Resulta sencillo leer las palabras pero es un cambio radical en la auto percepción.
Deseaba acercarme a una muchacha que me atraía, dudé un poco y luego fui hacia ella. Antes de llegar veo a otro hombre que se ha acercado y que comienzan a bailar. Si soy un evaluador inmaduro que sólo ve los resultados, la reacción es: ¡Fracasaste! ¡tardás mucho en actuar, sos muy torpe!
Si soy un evaluador maduro, además de los resultados, tengo en cuenta, en primer plano, el estado del “obrero” realizador. Me doy cuenta que estaba nervioso y que necesitó ese tiempo para acercarse. Me doy cuenta que él también está frustrado y mi prioridad es ayudar a mi socio a que supere esa situación. Desde ese sentimiento le digo: Sé que hiciste lo mejor que pudiste, en este caso no resultó, pero, bueno… veremos si se presenta otra oportunidad con esta mujer, y mientras veamos qué otra mujer te atrae… y sigamos adelante, tratando de pasarla bien…

La acción y el actor.
Es importante y esclarecedor distinguir “el actor” de “la acción”.
El evaluador inmaduro evalúa resultados, es decir la acción.

El evaluador maduro reconoce que el actor es su socio esencial y ha aprendido que su función es utilizar las acciones, tanto sean aciertos o errores, para colaborar con el aprendizaje y el bienestar de su socio, el actor.
Esta solidaridad incondicional entre el evaluador y el realizador es la esencia misma de una legítima autoestima.
Y es también el punto de partida para poder sentir la tan anhelada sensación de confianza ante lo incierto de cada nueva experiencia.
Un niño juega a la pelota en la cubierta de un barco. Los marineros corren apurados porque hay amenaza de naufragio y uno de ellos le dice: ¡Cómo estás jugando a la pelota, no ves que nos podemos hundir! Y el niño le responde: ¡Y a mí qué me importa, si yo estoy con mi papá…!
La seguridad de este niño, al saberse acompañado por su papá, es la misma que uno siente cuando sabe que cuenta con un evaluador interior solidariamente asistencial.


Preguntas más frecuentes.
¿Hay diferentes tipos de autoestima?
Puedo tener una baja autoestima en el área deportiva, artística, estética, social, etc. o puedo sentirla como algo que me abarca globalmente como persona. Eso dependerá de la intensidad de la desvalorización y del área particular sobre la que recaiga.
¿Cómo influye la autoestima en la vida personal?
Es muy determinante pues si el evaluador que soy ha desvalorizado al realizador que también soy, cuando como persona me relacione con otra, tendré una sensación básica de minusvalía. Y de hecho no podré tener con otra persona una relación de mejor calidad que la que existe entre los miembros de la sociedad realizador-evaluador que soy.
¿Cómo influyen nuestros padres en la autoestima?
Nuestros padres son nuestros primeros evaluadores. Si ellos han tenido actitudes de desvalorización hacia nosotros cuando frustramos sus expectativas, esa matriz es la que luego internalizamos y ya tenemos una voz interior desvalorizadora que sigue actuando aunque esos padres ya no estén. Y esa voz interior es también la puerta de entrada que nos hace más vulnerables a los gestos de desvalorización de los otros en nuestra vida adulta, es decir la descalificación del otro nos daña más cuando hay una voz interna que nos está diciendo lo mismo.
¿Hasta dónde una autoestima alta no se convierte en soberbia?
Una persona es soberbia cuando tiene una percepción parcial de sí mismo: cuando sólo registra lo que puede y tiene y no registra lo que no puede o no tiene.
Si una alta autoestima está apoyada en esa percepción parcial de sí mismo entonces sí queda entrelazada con la soberbia.


¿Cómo desarrollar la autoestima en los niños?
El rol de evaluador es muy poderoso, para bien y para mal. 
Soy profesor de pintura y un alumno me trae su trabajo para que lo vea. Yo puedo evaluar lo que hizo, con sus aciertos y errores, de un modo tal que al niño no le queden más ganas de tomar un pincel por el resto de su vida o puedo hacerlo, señalándole los mismos aciertos y errores, de un modo tal que lo estimule a seguir ensayando y experimentando en esa actividad.
De modo que es muy importante que cuando evaluemos, especialmente si es a un niño, recordemos que estamos en esa posición.


¿Cómo desarrollar la autoestima en nuestros hijos?
Valorando sus logros y señalándoles los errores con respeto, favoreciendo el aprendizaje a partir de ellos, sin enjuiciar, reprochar ni descalificar.
Los niños aprenden más de los ejemplos que de las palabras, de modo que, para enseñarla a los hijos, lo más eficaz y poderoso es vivirla en uno mismo y compartirla con los miembros del entorno.




Para tener una buena Autoestima se deberán dar estas cuatro condiciones:

  • Seguridad y singularidad.
Un niño que se siente seguro puede actuar con libertad en la forma que le parezca más oportuna y efectiva. Y un niño se siente seguro si a su vez se considera “especial” en el sentido positivo del término o único. Para ello necesita ser aceptado, valorado y querido por ser como es. Esto no se da en ambientes donde el niño percibe que le está juzgando continuamente y donde se siente amenazado por experiencias de fracaso, rechazo o indiferencia.
  • Sentido de competencia.
El niño debería sentirse capacitado para hacer frente a las distintas situaciones que ocurren durante su desarrollo. Debería sentirse con “poder” para ejercer alguna influencia sobre lo que le sucede en la vida. Para ello debe de dársele la oportunidad de elegir, de acertar y sobre todo de equivocarse (de los errores se aprende mucho). Además debe proporcionársele el estímulo necesario para aceptar responsabilidades y asumir consecuencias.
  • Sentido de pertenencia.
Es la sensación de sentirse aceptado por parte de su grupo (raza, religión, cultura, barrio, clase, familia, etc). El niño se reconoce vinculado y formando parte “de” y “con” otros.
  • Sentido de motivación y finalidad.
La motivación es el impulso a actuar de forma lógica y razonable para alcanzar objetivos específicos. El adulto puede dirigir la motivación del niño hacia actividades que favorezcan su desarrollo personal, de acuerdo con sus capacidades. Es importante que estos objetivos sean atractivos y al mismo tiempo realistas, para que con frecuencia se logren y en caso de fracaso puedan ser vividos más como un desafío personal que como barreras insuperables. A este respecto, es interesante la explicación que los propios niños dan de sus resultados, dependiendo de su nivel de AE: los niños con alta AE perciben sus éxitos/fracasos en gran parte determinados por su propio esfuerzo y habilidad. En cambio aquellos con peor autoconcepto tienden a creer más en la suerte o el destino y tienen mucha menos confianza en su capacidad de éxito en el futuro.

Dr. Norberto Levy
Fuente: Artículo publicado en la revista “Uno mismo” en Agosto de 2012.

Cómo nos duele el dolor ajeno

En  esa lúcida noche fundamental, a Cruz y a su cuadrilla de policías se les había encomendado apresar a un malevo de nombre Martín Fierro. Pero lo que también se cuenta en ese pasaje clave de la célebre obra de José Hernández es que, cuando ya tenían a su presa rodeada, gritó: "¡Cruz no consiente que se cometa el delito de matar ansi un valiente!", y se puso a pelear junto a él. Es lógico que el lector se pregunte qué se le habrá revelado en su interior que lo llevó a jugarse su propio pellejo, a elegir en este "dilema moral", como dice Borges, su destino de lobo y no de perro gregario. Quizá la primera respuesta a todo esto lo da el mismo Cruz, algunas estrofas siguientes: "Sin ser una alma bendita, me duelo del mal ajeno".


La moralidad ha sido definida como un conjunto de costumbres y valores que son utilizados por un grupo cultural para guiar la conducta social. Existe una larga tradición filosófica que se ha dedicado a examinar críticamente el razonamiento y comportamiento moral y la posibilidad de la existencia de valores universales. Sin embargo, hasta hace muy poco se desconocían las bases neurobiológicas de la actividad humana de valorar, de juzgar o de actuar moralmente. En las últimas décadas, las neurociencias han comenzando a centrarse justamente en esto, ofreciendo explicaciones científicas sobre las bases neurobiológicas de la deliberación y del comportamiento social.
La moral es un producto de las presiones evolutivas que han formado mecanismos cognitivos y motivacionales sociales. Los primates no humanos tienen un amplio repertorio de conductas sociales (el cuidado de sus compañeros o cierto sentido de justicia, por ejemplo) que permiten interpretarlos como verdaderos precursores de la moral humana. La evolución del área frontal del cerebro está íntimamente relacionada con la aparición de moralidad humana.
Uno de los puntos centrales a tener en cuenta a partir de este abordaje es cómo se relaciona la cognición moral con la emoción y cuáles son sus sustratos neurales. Los resultados de múltiples estudios de neuroimágenes funcionales e investigaciones en pacientes con sociopatía o lesiones en el lóbulo frontal han mostrado que la cognición moral no se restringe a alguna región particular del cerebro, sino que emerge de la interacción de varias estructuras que conforman una red neural. Esta red la constituyen principalmente el área frontal, el área temporal y la amígdala. La zona frontal es un área del cerebro que, además de estar relacionada con la moralidad, se relaciona con las emociones. De hecho, las emociones parecen tener un rol crítico en el juicio moral. Por lo general, la mayor parte de nuestras decisiones morales están relacionadas con nuestras emociones e intuiciones, y es recién después de actuar cuando analizamos y explicamos racionalmente las decisiones que tomamos.
Varias investigaciones en pacientes con daño frontal han resaltado el rol de las emociones en el juicio moral, al mostrar que los pacientes con lesiones en esta región del cerebro generalmente presentan disminución de las respuestas emocionales y de las emociones socialmente relevantes tales como la compasión, la culpa y la vergüenza. La mayoría de estos trabajos han estudiado el juicio moral mediante la resolución de dilemas morales. Uno de los dilemas más comúnmente usados plantea la siguiente situación: "Usted está parado en un puente sobre las vías de un tren. Allí, a sus espaldas, trabajan cinco personas. El tren se acerca y esas personas van a ser arrolladas. Al lado suyo hay un hombre corpulento. Si lo empuja, el tren lo aplastará a él, pero se salvarán cinco vidas. ¿Lo empujaría?" En general, la respuesta a este dilema en poblaciones de distintas culturas suele ser "no". Sin embargo, entre las personas que tienen lesiones frontales suele haber una proporción considerable de respuestas afirmativas.
Podríamos decir con esto que nuestros cerebros tienen una "configuración automática" que llamamos "emociones". Una respuesta de miedo, por ejemplo, es la activación de un programa automático que reconoce las cosas peligrosas y nos dice, rápidamente, que hay que retroceder. Nuestro cerebro también cuenta con un "modo manual", un conjunto integrado de sistemas neuronales que apoyan el razonamiento consciente, lo que permite dar respuesta a los retos de la vida de una manera más dinámica y contar con el conocimiento específico a la situación: "Esa es una serpiente mortal, pero está en una jaula, así que no hay nada que temer". Nuestros ajustes automáticos a veces nos hacen resolver las cosas mal, pero sin ellos estaríamos perdidos. Del mismo modo, tenemos que razonar conscientemente para resolver problemas que son demasiado nuevos o que no podemos resolver con reacciones viscerales. Investigaciones recientes han demostrado que el juicio moral depende fundamentalmente de ambos ajustes. Complementariamente a esto, hemos comenzado a comprender cómo operan estos distintos procesos cognitivos. Se sabe, entonces, que no existe una "facultad moral" unificada en el cerebro. En lugar de ello, diferentes juicios morales son impulsados por distintos sistemas neurales que pueden competir entre sí. Tendríamos diferentes formas de hacer juicios morales por la misma razón que una cámara de fotos tiene diferentes maneras de tomar fotos (de modo automático o de modo manual). Nuestras "reacciones viscerales" morales-emocionales son muy eficientes, dándonos una respuesta clara y contundente ("no seas violento"). Pero estas emociones no son muy flexibles. Por ejemplo, pueden fijarse en las características no esenciales de una situación y pueden ser ciegas a las consecuencias más amplias de nuestras acciones.
Los fotógrafos a veces se enfrentan a nuevos retos en su arte y no pueden confiar en los ajustes automáticos instalados en su cámara. Del mismo modo, a menudo podemos cometer errores en nuestro pensamiento moral. Por ejemplo, como el filósofo Peter Singer observó hace décadas, somos muy insensibles a las necesidades de los otros cuando están distantes (un juicio que parece comprobar el refrán "ojos que no ven, corazón que no siente"). Resultaría raro permitir que un niño se ahogara ante nuestros ojos por la simple razón de que no queremos mojarnos la ropa nueva. Sin embargo, sí permitimos que millones de niños en el mundo se mueran por desnutrición y enfermedades evitables sin escandalizarnos y dejar de lado todo asunto insignificante hasta que eso se resuelva. Evolucionamos en un entorno en el que se pudo ayudar a la gente cercana desesperada pero no a "extraños distantes". Somos "sensibles" a eventos inmorales únicamente cuando somos testigos directos o, al menos, de manera indirecta a través de fotografías o imágenes de televisión. Esto pone de manifiesto que la evolución puede haber dado sensibilidad automática para eventos próximos, pero no para sucesos lejanos. Para esto necesitamos la razón, que nos permite ser conscientes de la necesidad del otro; así, como dice Cruz a Martín Fierro, nos duele el dolor ajeno.
Por  |  Para LA NACION