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Persistir: la inspiradora carta de Pixar a todos los creativos del mundo


Seguro que te verás reflejado si te dedicas a escribir o a cualquier proyecto artístico y hablamos de la creatividad o la inspiración. A veces necesitamos horas, días, semanas o incluso años para que se nos encienda la bombilla y podamos plasmar esa idea que teníamos en la cabeza. En ocasiones no ocurre nunca y el sueño o gran idea queda finalmente en eso, un sueño. Pensemos en una compañía que seguramente todos asociamos a la creatividad y al éxito. Pixar es probablemente la única factoría de sueños real actualmente, una de las pocas, si no la única, que cada lanzamiento es sinónimo de novedad e inspiración para muchos.

Quizá por esta razón la carta de uno de los grandes animadores de la factoría, Austin Madison, enviada a un proyecto de creativos en la red, adquiere mayor dimensión.
Está claro que construir el imperio en el que se ha convertido hoy Pixar es muy difícil y no está al alcance de casi nadie. Hablamos de los hombres que han sido capaces de ofrecer joyas como Toy Story, Up, Ratatouille o Wall-E, todas obras muy por encima de la media de cualquier producción actual. Clásicos y referentes que perdurarán en el tiempo.
Aún así y con la dificultad que entraña intentar acceder al reducto de animadores que llegan hasta Pixar, el animador no podría haber elegido un lugar más propicio para fomentar las ideas sobre las que se ha construido una compañía que ha revolucionado el mundo de la animación, adquiriendo en cada una de sus obras un valor incalculable. El valor de la cooperación y el esfuerzo que fomenta la creatividad colectiva.
Precisamente hace unos años, cuando Pixar ya se había convertido en una factoría líder, el co-fundador de la compañía, Ed Catmeull, daba las claves para fomentar esa creatividad de la que también habla Madison. Básicamente hablaba del esfuerzo y de las grandes ideas, pero por encima de ellas hablaba del talento de trabajar en equipo y de no caer en la complacencia.
 
Parte de esto tiene la iniciativa con la que comenzó el proyecto. Animator Letters Project es una página dedicada exclusivamente a aspirantes a artistas y profesionales creativos. Un lugar común para todos ellos donde expresar sus miedos a la hora de enfrentarse a un nuevo proyecto. La idea es colgar una recopilación de cartas escritas del gremio. Hay cartas muy personales sobre ideas, triunfos o frustraciones y hay cartas de aviso para aspirantes a animadores.
A finales del mes de mayo la pequeña comunidad del proyecto se encontró con una sorpresa. Una carta escrita a mano y pegada en el sitio a nombre de Austin Madison, animador de Pixar (entre otras de Up o Ratatouille). La carta no ha tenido repercusión hasta estos días que ha comenzado a circular por blogs y webs.
La misma es una fuente de inspiración para cualquier persona en el mundo que viniendo de alguien así adquiere un carácter aún más simbólico. Les dejo con la transcripción de la misma y una pista de Madison que seguro ya sabían, el trabajo y la persistencia es la clave del éxito:

Persistir
A quién pueda inspirar,
Yo, como muchos de ustedes los artistas allá afuera, estoy en constante cambio entre dos estados. El primero (y más preferible de los dos) es el de la zona blanca, encendido en el asiento, a toda máquina en modo creativo. Esto ocurre cuando ponemos la pluma y las ideas se derraman como el vino en un cáliz real… Esto sucede alrededor del 3% del tiempo.

El otro 97% del tiempo me encuentro con la frustración, dificultades, en la esquina de la oficina en modo “papel arrugado”. Lo importante en ese momento es sudar tinta con diligencia a través de ese pantano del desaliento y la desesperación. Aplicarse, comentar y escuchar las historias de los profesionales que han estado haciendo películas durante décadas, pasando por las mismas historias y los problemas de producción indignantes.

En una palabra: Persistir.

Persiste en contar tu historia. Persiste en llegar a tu público. Persiste en mantenerte fiel a tu visión. Recuerda lo que Peter Jackson dijo: “El dolor es temporal. El cine es para siempre”. Piensa en todas las persona que deben saber.

La próxima vez que te golpee el bloqueo del escritor, o que el ordenador se bloquee y se pierde el trabajo de una noche entera porque no le diste a guardar (siempre darle a guardar), recuerda: Nunca estarás muy lejos de la siguiente ráfaga de creatividad divina. Trabaja a través de ese 97% de la mediocridad para llegar a ese 3% con el que todo el mundo te recordará para siempre.

Les garantizo que el arte vale la pena el trabajo,

Su amigo,

Austin Madison
La aventura está ahí fuera
Alt1040.com
9 de septiembre, 2011, 13:16

Amar sin condiciones


"No intentes con reproches o victimizacion,  porque eso no funciona. Entre mas me exiges menos puedo complacerte y mas te desilusionas de mi...."

El amor incondicional, este concepto que muchos ven como útopico e ideal,  nos habla sobre nuestra capacidad de comprensión hacia nuestro prójimo,  en cuanto a sus actitudes y posibles rechazos del afecto proferido.
Logramos captar la esencia e interiorizarla, cuando finalmente aceptamos el discernimiento sobre el "dar" sin esperar nada a cambio.
El practicar cotidianamente el "amor incondicional", es saludable y nos beneficia en todo sentido.
Pero pide un gran trabajo personal sobre nuestro desapego afectivo, el mismo que nos permite amar sin egoismo, sin manipular, sin esclavizar, sin retener a nadie, aceptando la voluntad de terceros hacia nuestra entrega afectiva, liberándonos de la ilusión y disfrutando de la entrega, sin condiciones.

El amor condicionado esclaviza y el amor incondicional libera....

La intención sin acción es inútil



La cita completa dice: “No podemos cambiar nada en nuestra vida con la intención solamente, lo que puede convertirse en una esperanza ocasional y diluida de que lo haremos mañana. La intención sin acción es inútil.”Autor: Caroline Myss.

Cambiar no es fácil. Nunca lo es, y quien afirme lo contrario se engaña o intenta hacerlo. Cualquiera que desee acometer una profunda reestructuración de sus convicciones más arraigadas, variar la esencia de sus actuales circunstancias o mudar los hábitos asimilados (tal vez durante décadas de sus vidas) se enfrenta a una tarea colosal.
Cuando nos proponemos cambiar algo en nuestra vida es porque hemos constatado, incluso con dolor, que no funciona ya de ninguna manera y que no hay otra salida. Si la hubiera, y teniendo en cuenta el esfuerzo que implica, nos quedaríamos sosteniendo la situación serenamente esperando una mejora.

La humildad es buena consejera cuando hablamos de cambios. A mí entender, es preferible afrontar la tarea con cierta medida, que intentar hacer desaparecer en sólo un instante algo, lo que sea, que nos ha acompañado tanto tiempo.
Y otra cuestión que se me antoja capital es la facultad de armarse moralmente, por si acaso no conseguimos el propósito y pecamos de algún vano intento.

Nadie debe considerar humillante fallar cuando intenta algo y no lo consigue. Un fracaso eventual no debe redundar ni en pérdidas de ánimo ni en la merma de la fuerza que nos impulso a cambiar. Digamos pronto que el fracaso no es fatal, pero si que lo es que nos sirva de coartada para dejar de intentarlo.

Y por supuesto, no hay que esperar que las cosas cambien porque si y justo en el sentido en el que nosotros pretendemos. En esa espera se nos puede ir la vida. La única variable que puedes de verdad manejar es tu propio cambio. El resto del mundo no cambia, no te equivoques, pero incluso te parecerá que lo hace, si el que cambia eres tú.
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Y para terminar, si vas a renovar algo en tu vida, hazlo mientras que todavía haya una oportunidad, porque llegará un momento en el que quieras cambiar y ya no puedas hacerlo. Hay cambios que caducan… como los yogures.

“Cuando era joven y libre, y mi imaginación no tenía límites, soñaba con cambiar el mundo.
Cuando me volví más viejo y sabio descubrí que el mundo no cambiaría, así que acorté mis anhelos un poco y decidí cambiar sólo mi país. Pero este también parecía inmutable.
Cuando entré en el ocaso de mi vida, en un último intento desesperado, me propuse cambiar sólo a mi familia, a mis allegados, pero, por desgracia, no me quedaba ninguno.
Y ahora, mientras me encuentro en mi lecho de muerte, repentinamente me doy cuenta: Si me hubiera cambiado primero a mí mismo, con el ejemplo habría cambiado a mi familia.
Y a partir de esa inspiración y estímulo podría haber hecho un bien a mi país y, quién sabe, tal vez incluso … habría cambiado el mundo.”

(Estas palabras al parecer se encuentran se escritas en la tumba de un obispo anglicano, en la cripta de la Abadía de Westminster

Escrito por Miguel Arguedas el 6 julio, 2011

Gratitud

La simpleza, el orden y la espiritualidad


“En el orden está Dios” decía mi abuela cada mañana al levantarse. Su rutina durante el día se parecía más a un ritual religioso que un simple acto de inercia como a muchos nos pasa. El realizar sus quehaceres diarios significaba más un acto de amor que un deber por cumplir. Se despertaba a las cinco de la mañana para rezar el rosario, y a las seis en punto se levantaba de la cama para empezar con su día. Siempre la misma historia. Chorreaba el café, se comía algo, se duchaba, se secaba el pelo bajo los primeros rayos del sol, le hablaba a sus matas y empezaba a lavar la ropa a mano. Sus primeras notas en la ducha las compensaba el sonido del agua y el eco que formaba el cuarto de baño, pero ya para cuando el sol había calentado su piel, no había nadie que se escuchara en toda la casa más que los cantos de la abuela Yiya. Su diálogo con Dios lo adornaba con canciones y el gusto que tenía por servirle lo reflejaba en todo lo que hacía. En las enseñanzas del budismo Zen, se habla de la simpleza del ser mediante la liberación de la mente. “Mu” en Japonés significa inexistencia, vacío, cero. Cuando el artesano crea su obra maestra debe de tener su corazón puro, libre de pensamientos y sentimientos que podrían ensuciar el espíritu de la obra. Este concepto “Mu” se podría interpretar de igual manera como estar en el presente. Sólo come cuado comas. Sólo barre cuando barras, sólo duerme cuando duermas. Los pensamientos no son más que creaciones de la mente. Mucha mente nos atrapa en realidades distorsionadas y nos crea discapacidad en los sentidos, enfermedades en el cuerpo, así como en el corazón. La simpleza en el ser nos abre el camino para estar más en contacto con nosotros mismos. Ese acceso continuo es lo que nos conecta con la satisfacción, la bienaventuranza, y por ende Dios.
Cuando hay menos es más simple. Cuando hay simpleza hay más orden. Cuando hay orden hay facilidad y perspectiva. Sólo imagínense su mente como el punto de partida hacia su corazón. Emprendemos el viaje pensando que será placentero y que llegaremos rápido al destino, pero el mapa se nos perdió, y por más que manejemos hacia el corazón, el camino parece interminable. Callejones sin salida por todo lado, los semáforos medio locos y algunos totalmente sin funcionar. Pareciera que damos vueltas y vueltas volviendo al mismo lugar. Ahora, imagínense el escenario contrario. Partimos con el mapa a mano, sabemos de antemano cuáles atajos tomar, las calles están perfectamente nombradas y los semáforos funcionan a la perfección. ¿No creen que ir y venir sería tan fácil que estaríamos más felices que frustrados?
Lo único que diferenciaba la rutina que tenía mi abuela de las demás personas, era que para ella, no había nada igual todos los días. Su rutina le daba simpleza de corazón y paz mental. No tenía que ponerle mucha mente en cómo iría a sobrevivir al aburrimiento de ese día y daba acceso libre a descubrir pequeñas revelaciones mediante el quehacer diario y el diálogo con el amor. Su plenitud se reflejaba en el cariño que ponía en sus comidas y aunque las duchas por las mañanas no sonaban como un coro de ángeles, tenían el poder de traerme al presente. ¿Será por el “Ay Agüe que feo que cantas por las mañanas”?

Escrito por Masako Yagi el 17 noviembre, 2011 
Fuente: Vivaconproposito.com